viernes, octubre 29, 2010

Patria: tu superficie es el maíz


Resulta una paradoja que el pueblo del maíz viva actualmente en un abandono paulatino pero creciente de la tierra y del trabajo de ésta. Las dos luchas celebradas en este año tenían como uno de sus ejes más importantes la reivindicación del trabajo agrícola como base para la manutención de su pueblo y para generar la posibilidad de un crecimiento fundamentado en su autosuficiencia. Y la primera autosuficiencia es, sin duda, la posibilidad que tiene un pueblo para garantizarse su propia alimentación sin depender de nadie.
Desde el delamadridismo (1982-1988) –y no se diga con el salinismo (1988-1994), después el zedillismo (1994-2000) y el foxismo (2000-2006)–, nuestro país sufrió el mayor desastre rural: campesinos, agricultores pequeños propietarios y el campo, al margen de los latifundios, fueron abandonados a su suerte. Emigraron los más atrevidos al “sueño americano” y anualmente envían más de 10 mil millones de dólares; los otros se fueron a las ciudades a tratar de sobrevivir en las zonas empobrecidas y muertas de hambre. Ya no producimos lo que se consume a nivel nacional en maíz, frijol, trigo y otros granos de primera necesidad.
          Por los puertos mexicanos diariamente se descargan millones de toneladas de esos granos. Mientras tanto el campo mexicano se ha ido convirtiendo en un desierto; los pocos que insisten en tercamente ser trabajadores rurales reciben las migajas de Procampo (mientras los agricultores estadounidenses y de otros países reciben cuantiosos subsidios). No hay, desde hace 23 años, política agrícola del Gobierno federal. Y las administraciones estatales y municipales solamente asisten al funeral agrario y agrícola como “quien ve llover y no se moja”.
          El maíz, actualmente, en más del 50 por ciento, es traído de otros países. Es doloroso ver cómo desembarcan el grano para abastecer la demanda nacional. Ni lo que nos comemos estamos produciendo.
Álvaro Cepeda Neri,
sobre el libro Sin maíz no hay país
Hoy, el pueblo del maíz importa el un porcentaje importante de todo el grano que consume. Lo anterior implica una dependencia importante del exterior, en específico de los EEUU, con respecto de la materia prima para la elaboración del principal producto alimentario de nuestro país: la tortilla. Resulta claro que uno de los elementos inamovibles de la canasta básica del mexicano es la tortilla. Tanto en el ámbito rural, primordialmente, como en el ámbito urbano. La tortilla se plantea, incluso, como un elemento de identidad y de cultura; no de balde Jorge Ibargüengoitia mencionaba, en alguno de sus artículos, que se podía reconocer a los mexicanos en un aeropuerto extranjero porque eran los únicos que amoldaban el pan para sopear sus huevos revueltos.
          ¿A qué se debe esa recesión en la producción maicera? Una de las causas refiere a los precios del mercado interno. El maíz mexicano queda en desventaja contra el maíz norteamericano debido al precio inferior de éste último. Y el precio reducido se debe a la cantidad de subsidios gubernamentales que la industria agrícola tiene en el país vecino. En México, los apoyos gubernamentales para producción se dirigen a empresas cuya principal producción no es el maíz, sino hortalizas, frutales, café; y aquellos apoyos que pudieran utilizarse como posibilidad de inversión para el maíz adquieren más un aspecto de apoyo social urgente, que de incentivo para la producción. Resultado: la producción nacional de maíz se dirige al autoconsumo en comunidades cuya filiación cultural al maíz es imposible de romper (y que origina otras problemáticas como el empobrecimiento de las tierras), o a cooperativas, empresas y particulares cuya producción no alcanza para cubrir la demanda del mercado interno o a competir con los precios del maíz subsidiado. Tenemos un campo abandonado por la baja rentabilidad de su producción, por una ausencia de políticas gubernamentales eficaces que vayan más allá del asistencialismo y que incluyan a los pequeños propietarios, por la migración masiva de trabajadores agrícolas que encuentran cobijo en los campos de cereales o naranjas en los EEUU, por el retraso de tecnología aplicada a la producción agrícola y, en general, por una falta de proyecto de nación que vaya a lo fundamental de su definición.
Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.

Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.

Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera,
suave Patria, alacena y pajarera.

Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura, enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático,
incorpora a los muertos, pide el viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.
Ramón López Velarde,
La Suave Patria
Veamos un poco las cuestiones fundamentales de los países que hoy ocupan un lugar importante dentro del concierto mundial. Una de las preocupaciones fundamentales de los países capitalistas tiene que ver con garantizar su autosuficiencia alimentaria. Y no es algo nuevo, es una receta que ya aparecía desde el texto fundacional del sistema capitalista, La riqueza de las naciones de Adam Smith: “El cultivo y mejora del campo que suministra la subsistencia debe ser necesariamente anterior al crecimiento de la ciudad, que sólo suministra comodidades y lujo. Es sólo el producto excedente del campo, o lo que supera a la manutención de los cultivadores, lo que constituye la subsistencia de la ciudad, que sólo puede expandirse cuando lo haga ese producto excedente. [...] Por lo tanto, según el curso natural de las cosas, la mayor parte del capital en toda sociedad que crece se dirige primero a la agricultura, después a la industria y, por último, al comercio exterior”.
El pueblo de México llega al año 2010 en medio de la más grave crisis política, económica, social, cultural y popular que ha sido pisoteada por el mal gobierno. Ante la crisis, el actual gobierno hace todo para apoyar a las corporaciones norteamericanas, mientras trata que los trabajadores “paguen los platos rotos”. Es necesaria la organización de los trabajadores para hacer valer sus derechos y lograr que la crisis la paguen los que la provocaron y que los recursos para combatir la crisis se destinen a programas públicos que favorezcan a la población y no a las grandes compañías.
Pablo Moctezuma Barragán,
"¡¿Celebrando el Bicentenario?!"
Es obvio que nuestro país no puede presumir de haber seguido estas recomendaciones básicas. Cada vez dependemos más de la importación de alimentos y cada día los campesinos mexicanos se ven orillados a tomar decisiones dramáticas, como dedicar sus tierras al cultivo de productos más rentables, pero ilegales, como la mariguana. El auge del cultivo de drogas tiene una de sus raíces más directas en el fracaso del desarrollo agrícola de nuestro país. Los entusiastas dirán que la inversión extranjera en la producción de alimentos es una alternativa, sin detenerse a pensar que, generalmente, esas inversiones están hechas a la medida de las necesidades de los inversores, no del mercado o el pueblo mexicano.
          La política agraria se dicta desde fuera de nuestras fronteras. ¿O ya se nos olvidó la terrible escalada de precios que tuvo la tortilla en enero de 2007? ¿A qué se debió esto? A la demanda anunciada de maíz para la producción de biocombustibles. Esto es, la utilización de cereales para la producción de combustibles dirigidos a mover automóviles, no a resolver las deficiencias de acceso a una alimentación adecuada por el grueso de la población. El principal impulsor de la producción de biocombustibles es el vecino del norte, y esto responde a una política gubernamental casi obvia: el desarrollo de combustibles de origen orgánico le permitiría despojarse de su dependencia de los países productores de petróleo y desarrollar una industria limpia con base en la producción agrícola de sus países satélites (nótese que su propia demanda alimentaria está cubierta por la producción subsidiada en sus territorios). Sin embargo, se pierde de vista que una demanda generalizada de maíz para generar etanol produce un aumento en los precios de los derivados del maíz, entre ellos la tortilla. De haber seguido México esta repentina fiebre “ecológica”, hubiera minado su posición internacional como productor de petróleo y, al mismo tiempo, condenado a gran parte de su población a una hambruna como consecuencia de la escasez de maíz.
Dice el tango que 20 años son nada, ¿y 100 y 200 serán algo? Por lo menos para México así lo parece. Dice el trovador que hace veinte años que tiene 20 años, ¿y hace 100 años que tengo 200 años, diría nuestro país? La conmemoración del Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución Mexicana, como toda celebración importante e histórica que se precie parece rodeada de solemnidad, y por supuesto, también de polémica: que si el proyecto del arco de la Independencia que ganara el concurso público como monumento del bicentenario a edificarse en la ciudad de México no es un arco, que si el auténtico estandarte que Hidalgo recogiera en Atotonilco está en España, que si hay discusión entre diversas ciudades que se autodenominan cuna de la Independencia y de disputan algunos actos oficiales. Y el tiempo pasa y no nos estamos poniendo viejos, más bien antiguos, más bien conservadores de patrimonio cultural e histórico, de la cultura nacional, y también, y por qué no decirlo: potenciadores del turismo, comercio y consumo cultural e histórico. Pero con tanta fiesta y celebración, con tanto recordar el pasado para disfrutar del presente o conmemorar el pasado para visualizar el futuro, ¿a qué nos estamos refiriendo?
Anna M. Fernández Poncela,
“Conmemoraciones, lugares de la memoria y turismo”
Plantear la independencia de México cuando no hemos podido ni siquiera garantizar la suficiencia alimentaria resulta engañoso. Muchos de los esfuerzos tienen que dirigirse, indudablemente, a intentar corregir este error histórico que ya comienza a generar situaciones dramáticas en sectores donde el acceso a los elementos básicos para una vida digna no está cubierto. Mucho camino se debe de andar para cumplir con los sueños de héroes como Zapata, quien exigía la restitución de las tierras usurpadas a los campesinos y, al mismo tiempo, la garantía de que éstos podrían mantenerse con el producto de su trabajo honrado. Mucho se ha hablado de la reforma agraria, posterior a la Revolución, como uno de los grandes triunfos de la lucha armada. Lo que este país necesita no es una reforma agraria, al menos no de la manera en que se ha operado en los últimos cien años, lo que requiere con urgencia es una revolución agraria. Una revisión de la disposición y utilización de las tierras cultivables, del acceso de los campesinos productores a apoyos tecnológicos, económicos y de capacitación que les ayude a incrementar su producción, una recuperación de las tierras ociosas, una explotación consciente y efectiva de las posibilidades agrícolas de este país. Cuando eso ocurra, cuando podamos afirmar que el país produce lo necesario para alimentar holgadamente a su población, en ese momento podremos comenzar a construir una independencia real que sea menos retórica y más tangible.

jueves, octubre 28, 2010

La carretera alegórica de paja


Detengámonos un poco a analizar la naturaleza de la palabra “independencia”. El diccionario la define como “Libertad, autonomía, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro”. Ríos de tinta se han desgranado para definir y analizar el término. Ríos de sangre se han derramado para tratar de justificarla. La independencia total, sin embargo, se concluye, no es posible. Siempre sobrevive la relación necesaria (y muchas veces obligada) con otros países. “Interdependencia”, le llaman. Plantea, en una teórica igualdad de condiciones, la simbiosis de dos organismos que obtienen de manera mutua beneficios similares. Es decir, no existe una preeminencia de un organismo con respecto del otro. En el caso de México, esto no ha ocurrido: la dependencia que tenemos con los Estados Unidos es algo que no se puede negar de ninguna forma.
En los discursos y programa oficial es evidente el deseo de desviar la atención del problema esencial que es la lucha por las soberanías popular y nacional. La existencia de nuestro país es un hecho que no pueden soslayar, es un hecho derivado de la lucha que comenzó en 1810 Miguel Hidalgo y Costilla. Pero el carácter de esta lucha tuvo y tiene como objetivo la conquista de la soberanía a partir del rescate de nuestra raíz e identidad y del desarrollo de una economía que nos permita romper toda dependencia y subordinación del extranjero basada en la autosostenibilidad y un sistema político democrático que permita que se manifieste la soberanía popular como base de un sistema que le dé, efectivamente, el poder al pueblo.
Pablo Moctezuma Barragán,
“¡¿Celebrando el Bicentenario?!”
Si hacemos un recuento de los beneficiarios de las guerras de independencia en América Latina nos encontraremos con tres países en específico: Inglaterra que consigue establecer canales de comercio, intercambio y explotación de recursos dentro de los territorios recién independizados de España, además de apropiarse territorios como el de Belice, Guyana y el archipiélago de la islas Malvinas; Brasil, que comienza a extender sus dominios territoriales durante el siglo XIX, lo que lo lleva a convertirse en el Estado más grande de la región sudamericana; y los Estados Unidos, que consiguen aumentar de manera considerable su territorio, primero a merced de España, debilitada por la invasión napoléonica, y después a expensas de México, que no había conformado ni un ejército fuerte ni un proyecto de nación claro.
          Esa relación con los Estados Unidos será, a lo largo de la historia, conflictiva y sumamente lesiva para los intereses nacionales de nuestro país. Más allá de la pérdida de territorio en la guerra de 1847, la supeditación de México a los intereses norteamericanos ha sido una constante que no ha cuestionado en ningún momento la doctrina del presidente Monroe. Dicha presencia no ha carecido, incluso, de presencia militar en nuestro territorio. La ocupación del puerto de Veracruz en 1913 para defender sus intereses petroleros y la incursión de la “expedición punitiva” que buscaba apresar a Francisco Villa, son dos hechos que podrían ser anecdóticos si no contravinieran todos los supuestos de soberanía territorial e independencia política, y que generaron, para bien, posturas firmes de defensa de la soberanía que los constituyentes de Querétaro dejaron plasmadas en la Constitución que nos rige actualmente.
           Primero la admiración de los liberales, que no dudaron tomar al vecino país como modelo; después la entrada de capitales dirigidos a desarrollar actividades desligadas de las actividades primarias durante el porfiriato; con la Revolución en curso y aún en plena lucha de facciones, la primera legitimación que se buscó fue la de los Estados Unidos. Es decir, la legitimidad del gobierno establecido en el país, posterior a la Revolución Mexicana, partió del reconocimiento de facto de los norteamericanos. Dicho reconocimiento nunca fue gratuito: los EU ayudaron a mantener en el poder a los representantes que les garantizaran continuidad y seguridad a sus inversiones, en la misma medida en que los estadunidenses garantizaran el reconocimiento y la continuidad de créditos e inversiones. Los Tratados de Bucareli inauguran esa tendencia en las relaciones entre México y EU.
           1994 fue un año en el cual esta dependencia e indefensión se hizo más evidente. La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte auguraba, según el gobierno neoliberal en turno, la entrada de México al Primer Mundo. A pesar de los reclamos populares, la rebelión zapatista, los ajustes constitucionales al vapor, la evidente disparidad y la condición de no negociable del Tratado, éste entró en vigor. Hoy, más de un entusiasta reclama la renegociación del Tratado, con las evidencias de inequidad y destrucción de la economía doméstica que trajo dicho acuerdo para muchas de los sectores que quedaron desprotegidos con la firma de dicho acuerdo.
La meta fundamental de un establishment es asegurar que el sistema funcione, de modo que a la larga el país tenga éxito. Un establishment confía en que, si el sistema funciona y si el país va bien, sus miembros prosperarán personalmente. Un establishment seguro de sí mismo no necesita que un interés propio sea el valor supremo cuando toma decisiones públicas.
           En cambio, una oligarquía es un grupo de individuos inseguros que acumulan fondos en cuentas bancarias suizas secretas. Como creen que deben atender siempre a su interés personal inmediato, no los atrae la idea de invertir su tiempo o su esfuerzo en mejorar la prosperidad a largo plazo del país. Dicho francamente, no confían en que, si su país tiene éxito, ellos lo tendrán.
Harvard Lester Thurow,
La guerra del siglo XXI
Pero también hubo beneficiarios de ese proceso: los mismos grupos de poder que no han mudado de naturaleza, prácticamente, desde la época de la independencia. Una clase oligárquica que se vio reforzada por el crecimiento del latifundio en el siglo XIX y renovada por los vicios generados por la clase política (que se hizo beneficiaria económica) que se asentó después de la revolución. Y que no pudo (o no quiso) conformar un establishment a imagen y semejanza del impulsado en los Estados Unidos. He ahí la diferencia fundamental entre nuestro país y el vecino del norte. Allá existe un establishment, esto es, una estructura social que garantiza la supervivencia del sistema a partir del buen andar de ese sistema en todos los sentidos: económico, político, militar, intelectual, tecnológico; tienen la convicción de que si le va bien al país, les va bien a ellos. Acá existe una oligarquía, es decir, una clase económica (que también es política) que sólo ve por sus intereses y que desconfía de la capacidad del país, que tiene la convicción de que no les puede ir bien mientras estén aquí y que desprecian y explotan al país que les garantiza su riqueza y su sobrevivencia.
           Es esta clase la que impide que el país avance y la que genera las condiciones para que esto no ocurra. Una de las evidencias más claras tiene que ver con otra cuestión fundamental que hace patente nuestra dependencia de los EU y otros gobiernos: el atraso tecnológico y la nula inversión en educación. Si se estudia un poco la historia de las universidades norteamericanas, no se podrá dejar de notar que la mayoría nacieron como iniciativas de particulares que financiaron el desarrollo tecnológico de sus países a fin de explotar y poseer el conocimiento que tiene un valor por sí mismo. En México, la oligarquía prefiere enviar a sus hijos a estudiar al extranjero, en donde adquieren conocimientos que les ayudan a entender una realidad que no es la propia y que los prepara actitudinal e ideológicamente a implementar medidas que muchas veces afectan el interés nacional, pero benefician a los países en los cuales estudiaron y a los intereses de sus propias familias. Las consecuencias de esto es que México tiene que depender de la tecnología externa y operar cambios estructurales que no benefician al conjunto de la sociedad, sino a sectores específicos y reducidos.
La descapitalización que sufren los países y la subordinación de sus sectores claves a los diktats de las empresas extranjeras han llegado a provocar un colapso general de las economías y las sociedades, causando uno de los mayores desastres humanos de la historia regional, que las cifras macroeconómicas –por más que sean agitadas como pruebas de éxito- no pueden ocultar. Hablamos del fenómeno migratorio, convertido hoy en el mayor fenómeno económico, político y social que afecta a Latinoamérica. Una región que fue receptora por cinco siglos de emigración, ha pasado a convertirse en una emisora neta de emigrantes. Según la CEPAL, en el año 2006 había más de 25 millones de emigrantes latinoamericanos. En algunos países, más del 20% de su población vive en el extranjero; en otro número relevante de países, como México, alcanza el 10 por 100. En ocasiones, zonas enteras han quedado despobladas y, en otras zonas, la emigración masiva ha dejado desarticuladas a familias y sociedades, con decenas de hogares sin padres o madre, o sin ambos, y los hijos al cuidado de abuelos u otros parientes, cuando no en el desamparo.
Augusto Zamora Rodríguez,
Ensayo sobre el subdesarrollo
Más allá de que los gobiernos mexicanos posteriores al fracaso del TLC tuvieran una actitud de corregir en lo posible la desigualdad en la relación México-EEUU, pareciera que están decididos a profundizarla. No se encuentra otra explicación para la adhesión a la llamada Alianza paea la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) en donde se incluyen, aparte de las cuestiones implícitas del TLC, temas prioritarios como la seguridad y los recursos energéticos. La posibilidad de intervención del gobierno norteamericano se ha operado a últimas fechas a través de la llamada Iniciativa Mérida que, en el contexto actual generado por el papel que el narcotráfico tiene en nuestro país, incorpora el tema de presencia militar extranjera en nuestro territorio, ya sea en forma de “capacitación” como de “apoyo logístico” y demás eufemismos.
           El Plan México, a semejanza del proyecto impulsado por los EEUU en Colombia, pretende “compartir esfuerzos en la lucha contra el narcotráfico”; si observamos los resultados que tal operación ha tenido en el país sudamericano, podemos constatar que ni la producción ni el tráfico de drogas han disminuido, sino que se han mantenido constantes; por otro lado, el gobierno colombiano sí ha utilizado el “apoyo” norteamericano para la lucha en contra de las FARC, el grupo guerrillero beligerante cuya complejidad en métodos de financiamiento y confrontación con el Estado se ha acentuado en las últimas décadas a partir de la nulidad de opciones a las demandas originales planteadas por éstos desde los años setentas.
           Otro de los flancos de confrontación con los EEUU tiene que ver con la cuestión migratoria. Una empobrecimiento acelerado de los sectores más vulnerables de la sociedad, en parte debido también a la sobreexplotación de mano de obra y la implementación de políticas de fuerte impacto social, ha originado un éxodo dramático de trabajadores hacia la frontera del norte. Ese éxodo responde a dos cuestiones fundamentales: por un lado, la incapacidad e irresponsabilidad de los gobiernos mexicanos por generar los elementos necesarios para ofrecer medios de manutención de estos trabajadores y permitirles seguir cerca de sus familias y su tierra y, por otro, la demanda de esa mano de obra barata y eficiente en “el otro lado”. El endurecimiento de diversos sectores de la sociedad norteamericana ante lo que consideran una “amenaza” no ha hecho más que agravar el problema. Las acciones por parte del gobierno mexicano no han pasado más allá de la protesta tibia y políticamente correcta. Y es que no cabe otra actitud cuando el trato no es de iguales sino de subordinados: de obedientes, disciplinados, “comprensivos” y convenientes vecinos.
Con la emigración de amplios sectores de científicos y profesionales, los países experimentan una triple pérdida. Por una parte, pierden por la transferencia de conocimiento y capital humano hacia países desarrollados. Por otra, pierden lo invertido en la preparación de esos sectores que, conviene no olvidarlo, requieren más recursos cuanto mayor y mejor es su preparación. Estas dos pérdidas se traducen en una tercera: la pérdida de un capital humano necesario para potenciar el desarrollo de sus propios países. A la inversa, los países receptores de esta migración cualificada reciben una inyección invaluable de riqueza humana, en la que, en una mayoría de casos no han invertido nada o lo han hecho sólo parcialmente.
           Las causas de la emigración, sobre todo de los científicos son varias. Las crisis internas que ha sufrido la región, con golpes de Estado, conflictos armados y derrumbes económicos explican parte del fenómeno, pero no todo. Hay dos causas enraizadas en las estructuras políticas y económicas que aclaran el resto. De una parte, el abandono histórico de la investigación científica-técnica, que se traduce en la carencia crónica de centros de investigación, laboratorios y recursos, o en la absoluta obsolescencia de los existentes. A este factor debe agregarse otro: los salarios.
Augusto Zamora Rodríguez,
Ensayo sobre el subdesarrollo
El drama de la migración no abarca sólo a los trabajadores agrícolas o a los obreros, toca también a un importante número de profesionistas y científicos altamente calificados. La migración de científicos de América Latina hacia los EEUU alcanzó, sólo en la década de los 90's, la cifra de 300 000, muchos de los cuales eran mexicanos. Este fenómeno genera dos cuestiones preocupantes: por un lado, lo que se da en llamar transferencia inversa de tecnología, es decir, la migración de científicos que logran desarrollar su trabajo en el extranjero por cuestiones de acceso a medios que en sus países de origen no tienen y porque en sus países no se generan las condiciones para que éstos puedan tener trabajo, de tal forma, los países pobres (como el nuestro) financian parte del desarrollo científico de países como los EEUU; por el otro, permiten que el modelo de dependencia tecnológica como causa y consecuencia de la dependencia económica se reafirme.
          Estamos lejos, en términos prácticos y reales, de alcanzar lo que Morelos expuso de manera enfática en el primer punto de sus Sentimientos de la Nación: “que habríamos de ser libres e independientes de España y de toda otra Nación”.

miércoles, octubre 27, 2010

Joven abuelo: escúchame loarte

Es claro que se tienen que separar dos cuestiones distintas dentro de la configuración de los hechos históricos que se celebran en este 2010. El Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución Mexicana se presentan como procesos concluidos y con un arraigo popular que los caracteriza. Sin embargo, a partir de lo que hemos mencionado en los artículos anteriores, resulta claro que la fase popular de las dos rebeliones fueron derrotadas militar y políticamente. Y sin embargo, es la imagen que se trata de vender como “símbolo” de las luchas celebradas.
          Esto es, los héroes celebrados como realizadores de la Independencia son Hidalgo, Morelos y Guerrero, principalmente: todos ellos fueron derrotados y ejecutados por las fuerzas realistas (incluido Guerrero, al que se reconoce como uno de los consumadores de la independencia). En el caso de la Revolución ocurre lo mismo: Madero, Zapata y Villa representan la encarnación de los anhelos de democracia, libertad e igualdad; todos ellos fueron asesinados de manera cobarde en diferentes etapas de la lucha revolucionaria. A esto se refería Carlos Monsiváis cuando mencionaba que somos ricos en héroes (tenemos muchos), pero que todos habían sido mártires (no habían visto concretados los ideales por los cuales se habían lanzado a la lucha).
El heroísmo ayuda a estructurar las conciencias nacionales, encauza la lectura de la Historia y, en los distintos niveles sociales, suscita simultáneamente el sentimiento de orgullo y de conciencia de fragilidad. “Somos potentes: tenemos héroes; somos frágiles: casi todos nuestros héroes son mártires”. Recuérdese que la independencia de las Repúblicas es consecuencia de guerras de liberación en donde las vanguardias políticas y militares son con frecuencia destrozadas. Entre otros, son muy desoladores los finales de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Francisco de Miranda, José de San Martín, Simón Bolívar, incluso, ya a fines del siglo XIX, de José Martí. No escasean entre ellos los que, con sus palabras, terminan admitiendo como Bolívar: “He arado en el mar”. Pero su recuerdo afianza el patriotismo, y configura el panteón de los dioses tutelares de las Repúblicas.
Carlos Monsiváis,
Aires de familia
En el caso de los grupos indígenas esto es, todavía, más dramático. Ambos movimientos tuvieron una participación relevante dentro de los dos procesos. El hecho de que los dos movimientos sean reconocidos actualmente como populares tiene que ver, precisamente, por la participación masiva que los indios tuvieron en ambos hechos históricos. La presencia de los indígenas remite al reclamo ancestral de la tierra y al reclamo legítimo de igualdad con respecto de los co-habitantes del territorio.
          En el movimiento independentista la presencia india aparece desde los primeros minutos de la lucha. La lucha de Hidalgo es una lucha popular, precisamente, por la presencia indígena dentro del ejército que comienza a crecer de manera exponencial al acercarse las huestes insurgentes a la capital del virreinato de la Nueva España. El ejército de Hidalgo es un ejército de indios, un ejército que se oponía a la idea elitista de un ejército criollo impulsada por Allende. Mientras la idea de Allende se resumía en la posibilidad de sustituir a los encargados de la administración del territorio, Hidalgo pugnaba por una verdadera revolución popular que modificara la injusta estructura social configurada durante la Colonia. Será una lucha compartida por Morelos, misma que deja patente en el punto quince de los Sentimientos de la nación: “Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud”.
          En la Revolución es evidente la presencia indígena de manera evidente en los peones acasillados que se unen a la contienda zapatista en el centro del país. De la misma manera, muchos de los obreros, mineros y campesinos que militan, sobre todo en los ejércitos villistas y orozquistas, provienen de un sustrato indígena. La Revolución modificará de manera diferenciada la situación de los indígenas con respecto de su definición como rebelión agraria y ligada a la situación de la tenencia, administración y explotación de la tierra. El gobierno cardenista establecerá diversas garantías a fin de que las tierras entregadas en la modalidad de ejidos o propiedad comunal pudieran conservarse por los pueblos originarios.
          Sin embargo, no podemos afirmar que la situación de los pueblos indios se haya modificado. En la actualidad conforman uno de los núcleos de población más vulnerable y que permanece marginado socialmente de la construcción de la idea de nación como hace doscientos años. Los únicos que sobreviven, y a los que se asume con orgullo, son los que construyeron pirámides, avanzaron de manera importante en el desarrollo de las ciencias y fundaron unidades nacionales poderosas. Es decir, mientras a los indios del pasado se les ensalza y glorifica, a los del presente se les margina y desprecia.
Ante las evidencias –de la pervivencia de los pueblos indios- es notoria la gran deuda que guardan no tan sólo la reconstrucción de la historia nacional, sino el advenimiento de un estado que advierta en su horizonte las raíces de México, como un país eminentemente indígena y multicultural, en el que sus pueblos y comunidades tengan derecho a sus territorios y recursos naturales, en virtud de constituir la base de las vanguardias históricas que en su momento lucharon (sin que fuera su objetivo estratégico) en la independencia de México. Este debe ser, a nuestro parecer, uno de los enfoques en que se sitúe el doscientos aniversario de la llamada independencia de México.
Carlos H. Durand Alcántara,
“Hacia un memorial de agravios”
Basta mirar las imágenes en las que se hace referencia a los indios. La vestimenta igualadora de la manta, el sombrero de palma y los huaraches o los pies descalzos se mantiene de la misma manera que su marginación. La situación de los indios en la sociedad actual no muestra diferencias significativas con respecto de la que tenía hace doscientos o cien años: siguen ocupando el sótano de la agudísima pirámide social. Sobreviven gracias a los lazos solidarios que como comunidad logran tejer, cultivan la tierra para un autoconsumo que va perdiendo eficacia por el empobrecimiento de la tierra y la falta de competitividad de sus productos frente a la producción industrializada y altamente subsidiada de sus competidores extranjeros, migran hacia los Estados Unidos en un traspaso de fronteras cada vez más dramático e injusto, sufren el mismo prejuicio y trato diferenciado que durante la Colonia. Los indígenas mexicanos no tienen nada que celebrar en este 2010. A pesar de ser protagonistas principales de las luchas violentas de los dos procesos, el saldo arrojado socialmente no les favorece.
Joven abuelo: escúchame loarte,
único héroe a la altura del arte.

Anacrónicamente, absurdamente,
a tu nopal inclínase el rosal;
al idioma del blanco, tú lo imantas
y es surtidor de católica fuente
que de responsos llena el victorial
zócalo de cenizas de tus plantas.

No como a César el rubor patricio
te cubre el rostro en medio del suplicio:
tu cabeza desnuda se nos queda
hemisféricamente, de moneda.
Ramón López Velarde,
La suave Patria
Sin embargo, no podemos decir que esto haya sido de origen. Hidalgo tenía muy claro que uno de los primeros actos de justicia de la revolución de independencia tenía que ser la abolición de la esclavitud y la servidumbre en la Nueva España, y la restitución de la tierra a sus dueños originales. Es en este punto donde las visiones de Allende e Hidalgo chocan de manera estrepitosa y dramática. Allende quiere una reforma política (que el poder pase de los españoles a los criollos); Hidalgo quiere una revolución (que se haga justicia según los principios emanados del pensamiento de la Ilustración). De lo anterior no queda duda cuando Hidalgo determina la confiscación de los bienes de los europeos y la restitución de tierras a aquellos que se les habían arrebatado, es decir, los indios. Esto pondrá en su contra a la élite colonial: el alto clero y los criollos ven en esas medidas revolucionarias posibilidades reales de perder sus privilegios. Retiran su apoyo a Hidalgo e, incluso, traman contra él. Al final se impondrá el proyecto criollo, serán éstos quienes “consumarán” la independencia. Para los indios significará, solamente, la postergación de los anhelos de justicia expresados en el pensamiento de Hidalgo y la continuidad de la estructura social heredada del sistema colonial.
          En lo que respecta a la Revolución Mexicana, ¿qué significado tiene el hecho de que Emiliano Zapata acuda, primero con Porfirio Díaz y después como argumento para su Plan de Ayala, con los títulos de propiedad otorgados durante el Virreinato para reclamar los derechos sobre las tierras que les habían sido usurpadas a las comunidades campesinas de Morelos? Implicaba, claramente, que la construcción de la nación mexicana a partir de la independencia no había conseguido otorgar derechos a los indios sobre las tierras que habían trabajado desde tiempos ancestrales. El siglo XIX mexicano colaborará con la marginación y la injusticia en contra de los indios: ni la república, ni la Reforma liberal, ni, mucho menos, el porfiriato, subsanarán los agravios con los pueblos indios; antes bien, sentarán las bases para el latifundio y la “legalización” de la propiedad de la tierra. Las leyes emanadas de la Constitución de 1917 no garantizaron la realización de una reforma agraria acorde con las demandas de los zapatistas o los villistas, por ejemplo. Y tan cierto es esto, que los repartos de tierra se hicieron de manera lenta y azarosa, se aceleraron durante el periodo cardenista y se suspendieron casi totalmente a partir de la llegada de Ávila Camacho a la presidencia.
Somos producto de 500 años de luchas: primero contra la esclavitud, en la guerra de Independencia contra España encabezada por los insurgentes, después por evitar ser absorbidos por el expansionismo norteamericano, luego por promulgar nuestra Constitución y expulsar al Imperio Francés de nuestro suelo, después la dictadura porfirista nos negó la aplicación justa de leyes de Reforma y el pueblo se rebeló formando sus propios líderes, surgieron Villa y Zapata, hombres pobres como nosotros a los que se nos ha negado la preparación más elemental para así poder utilizarnos como carne de cañón y saquear las riquezas de nuestra patria sin importarles que estemos muriendo de hambre y enfermedades curables, sin importales que no tengamos nada, absolutamente nada, ni un techo digno, ni tierra, ni trabajo, ni salud, ni alimentación, ni educación, sin tener derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades, sin independencia de los extranjeros, sin paz ni justicia para nosotros y nuestros hijos.
Declaración de la Selva Lacandona
El 1 de enero de 1994 los pueblos indios de Chiapas hicieron evidente que los logros de los cuales se les proclamaba beneficiarios estaban muy lejos de pertenecer al plano de la realidad. Más allá de los saldos políticos y militares que arrojó la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en los Altos de ese estado del sureste, lo que pusieron en evidencia es que la situación de los indígenas no se ha modificado sustancialmente, a pesar de doscientos años de independencia y cien de pretendida revolución social.

martes, octubre 26, 2010

Ya murió la cucaracha/ ya la llevan a enterrar...

Porfirio Díaz forjó, en los treinta años de su tan vituperado reinado, una casta militar y un ejército, tres o cuatro veces más numerosos que el actual, que desfilaba cada 16 de septiembre entre los aplausos del populacho. [...] Todo esto se vino abajo con la Revolución Constitucionalista de 1913. Los oficiales que habían estudiado en Francia y Alemania, los generales boeros y las infanterías dotadas con los flamantes Mondragón fueron literalmente pulverizados por un ejército revolucionario que estaba al mando de Obregón, que era agricultor; de Pancho Villa, que era cuatrero; de Emiliano Zapata, que era peón de campo; de Venustiano Carranza, que era político, y no sé lo que haya sido en su vida real don Pablo González, pero tenía la pinta de un notario público en ejercicio.
          Estos fueron, como quien dice, los padres de una nueva casta militar cuya principal preocupación, entre 1915 y 1930, fue la de autoaniquilarse. Obregón derrotó en Celaya a Pancho Villa, que todavía creía en las cargas de caballería; don Pablo González mandó a asesinar a Emiliano Zapata; Venustiano Carranza murió acribillado en una choza, cuando iba en plena huida; nunca se ha sabido si por órdenes o con el beneplácito de Obregón, que, a su vez, murió de los siete tiros que le disparó un joven católico profesor de dibujo. Pancho Villa murió en una celada que le tendió un señor con quien tenía cuentas pendientes. En los intestinos del general Benjamín Hill, que era Secretario de Guerra y Marina, se encontraron rastros de arsénico; el cadáver de Lucio Blanco fue encontrado flotando en el Río Bravo; el general Diéguez murió por equivocación en una batalla donde no tenía nada que ver; el general Serrano fue fusilado con su séquito en el camino de Cuernavaca, y el general Arnulfo R. Gómez fue fusilado, con el suyo, en el estado de Veracruz; Fortunato Maycotte, que, según el corrido divisó desde una torre las tropas de Pancho Villa, al lado de Obregón, fue fusilado en Pochutla, por las tropas del mismo Obregón; el general Murguía cruzó la frontera con una tropa y se internó mil kilómetros en el país sin que nadie lo viera; cuando lo vieron, lo fusilaron, etc., etc., etc.
Jorge Ibargüengoitia,
“Nota explicativa para los ignorantes en materia de Historia de México”
en su novela Los relámpagos de agosto.
El proceso de la Revolución Mexicana no es un proceso homogéneo que pueda analizarse desde una sola perspectiva o a la que se pueda adjudicar un significado unívoco. Jorge Ibargüengoitia, en una de las mejores novelas históricas jamás escritas, Los relámpagos de agosto, describe en el título de su obra lo que de manera inmediata se aprecia con respecto de este proceso: una serie de movimientos desarticulados, de fugacidad impactante y de expectativas inmensas, pero que pocas veces pudieron cristalizar sus anhelos de manera total.
          Podemos decir que la Revolución muda de ropajes mientras se desarrolla y se consolida: comienza como una revuelta de la burguesía que busca abrir caminos democráticos en una sociedad que, a principios del siglo XX, seguía viviendo en el siglo anterior; posteriormente, los grupos marginados socialmente, campesinos y obreros, transforman la apariencia de la revolución en lo que se festeja como un movimiento popular, la paradoja es que los representantes más importantes de esa revolución popular fueron asesinados en la vorágine de la lucha de facciones; finalmente, la clase media y parte de la burguesía logran establecer un sistema que permite combinar las diversas manifestaciones y demandas e intenta construir un país sobre bases que muchas veces incluso cuestionaban la correspondencia entre las normas y la realidad.
          La complejidad de comprender un movimiento como la Revolución Mexicana se enfrenta, inevitablemente, con la versión que la historia oficial dibuja. Los héroes más celebrados son, sin duda, Madero, Zapata y Villa: los tres fueron asesinados y ninguno logró consolidar los anhelos de aquellos a los que representaban.
          Sin embargo, no podemos negar que la Revolución es el acontecimiento histórico más importante del país durante el siglo XX, y que la reorganización del país que trajo como consecuencia generó mecanismos que enfilaron a México por derroteros distintos a los del resto de los países de América Latina. La regulación de los mandos del ejército y la supeditación de éste al poder civil impidió la emergencia de dictaduras militares represivas en extremo, por ejemplo. Más allá de su importancia simbólica, la Revolución tiene una importancia fundamental en el sentido de que sentó las bases para el surgimiento de la clase política actual y el desarrollo de diversas instituciones dirigidas a legitimar la memoria del proceso.

lunes, octubre 25, 2010

Al transcurso de diez años/ todo quedará pagado...

1929 fue el año en el que nace el Partido Nacional Revolucionario (PNR) como una forma de generar mecanismos a partir de los cuales pudieran desterrarse las pugnas entre los jefes revolucionarios sobrevivientes y para controlar núcleos de población que se encontraba dispersa a lo largo del territorio. La fundación del PNR, el fin de la guerra cristera y la institucionalización del ejército fueron los acontecimientos que ponen fin al periodo violento del proceso revolucionario. El saldo de estos procesos es el nacimiento de una sociedad tranquila, con estabilidad política, pero que no puede aspirar a una democracia plena. Entre 1929 y 1940, el PNR logra generar un régimen autoritario cuyo poder centraliza la figura del presidente y las estructuras cupulares del partido. En ese sentido, ante conflictos políticos, el estado mexicano, a través del partido o de las atribuciones del ejecutivo, negocia salidas pacíficas pero también ejerce la represión para mantener el dominio del campo político.
[...]La revolución, durante su período de lucha y afianzamiento, confió plenamente sus destinos a los grandes caudillos populares: Madero, Carranza, Obregón y Calles fueron cada uno a su tiempo y en su oportunidad la garantía de la causa del pueblo. [...] Desaparecidos de la escena pública aquellos grandes jefes, la Revolución Mexicana confía sus destinos a todos sus hijos leales, agrupados al pie de la noble bandera, organizados bajos la disciplina severa que demanda al supremo deber de pagar en beneficios a la patria, la sangre que cayó en los campos de la lucha. Dentro de la Revolución Mexicana, en distinción y en honor a los líderes máximos que han cumplido su misión histórica, nunca más la jefatura de sus destinos será confiada a un solo hombre, y el Partido Nacional Revolucionario, responsable de los deberes históricos de la Revolución y de los intereses del pueblo que la inició y la sostuvo hasta la victoria final, va a asumir sus naturales y legítimas funciones y a ser el órgano de expresión política de la Revolución para fijar la doctrina a sus fieles y para imponer normas de acción a sus hombres representativos llevados al poder público.
Acta constitutiva del PNR
1929 será el año de la primera gran prueba para el PNR, la candidatura del señalado por el presidente Calles, Pascual Ortiz Rubio, se enfrentaba a la popularidad y empuje de José Vasconcelos. Finalmente, la disciplina y la represión se imponen y Ortiz Rubio inaugura el periodo conocido en la historia de México como el “Maximato”, es decir, la presencia e influencia de Plutarco Elías Calles como el “Jefe Máximo de la Revolución”. Emilio Portes Gil y Abelardo L. Rodríguez forman parte también de esta nómina presidencial, en cuyos periodos se consolidará el presidencialismo personalista como forma de ejercicio del poder.
          Calles calculaba que el candidato elegido para el periodo de 1934 a 1940, Lázaro Cárdenas, seguiría sus indicaciones, pero no fue así. En 1936, Cárdenas decide romper con él y lo manda al exilio. Con este hecho simbólico, inicia la transición del poder del “jefe máximo” (el caudillo) a la de la institución presidencial (la estructura designada por el partido). La presidencia de Cárdenas será recordada por muchos como la etapa en la cual se lograron cristalizar diversos anhelos que habían sido detenidos desde la época carrancista.
Hoy se giraron instrucciones para que salgan del país los señores General Plutarco Elías Calles, Luis N. Morones, ingeniero Luis León y Melchor Ortega, como consecuencia de la agitación subversiva en varios sectores del país. La voladura del tren de Veracruz, en la noche del 5 del actual, sobre la vía del Ferrocarril Mexicano, cerca de la estación Oriental, ha impresionado por las víctimas sacrificadas en este acto criminal en que no hubo la intención del robo, ya que no sacaron nada del propio tren, ni despojaron a los pasajeros de objeto alguno, sino producir alarma con actos terroríficos para sumarlos a otros actos de agitación, que el grupo amigo del General Calles ha venido planeando para sembrar la desconfianza en todo el territorio nacional. El gobierno, ante tal situación que pretende intensificar este grupo, procede a sacarlos del país con el propósito de evitar con ello medidas más drásticas en contra del referido grupo, y no dar lugar, a la vez, a derramamientos de sangre que ocasionarían una guerra civil.
Apuntes del Gral. Lázaro Cárdenas del Río,
9 de abril de 1936.
Cárdenas establecerá alianzas con grupos populares de campesinos y obreros, incluso con agrupaciones de tendencia radical como el Partido Comunista; pero, al mismo tiempo, establecerá alianzas con amplios sectores de la clase media y las élites. Probablemente el hecho más sensible de su administración tenga que ver con el impulso que dará a la reforma agraria y a los anhelos que, sobre todo el zapatismo, se habían expresado como demandas dirigidas a buscar justicia para los campesinos. Con Cárdenas comienza el reparto de tierras de buena calidad en zonas específicas del norte de México y la península de Yucatán sobre todo. De la misma manera, se plantea el esquema del ejido, una forma de propiedad que aseguraba la protección de la tierra en contra de apropiaciones o despojos ilegales. A partir de 1934, una ley firmada por el presidente convierte a los peones de las haciendas, campesinos que siempre habían estado sujetos al trabajo de las tierras de otros, en sujetos de repartición, por lo que la reforma agraria alcanza su mayor número de tierras repartidas durante esta época.
          Se impulsa también la educación socialista, lo que lleva a conflictos con la iglesia y los sectores más conservadores de la sociedad. Los maestros encargados de materializar muchas de estas reformas en cuestión educativa serán atacados, y en algunos casos sacrificados, por agrupaciones de católicos radicales y por caciques regionales. La educación se convierte en la punta de lanza de un proceso que busca la posibilidad de construir una identidad nacional: son los grandes momentos del muralismo mexicano, de las exploraciones de las raíces de la música mexicana desde la música de cámara, de las expresiones culturales de nacionalismo desbordado. Estas actitudes, sin embargo, tendrán también opositores convencidos de que ese proyecto podría aislar culturalmente al país y hundirlo en el provincialismo con respecto del resto del mundo, como el grupo Contemporáneos.
          Cárdenas será consciente de la necesidad de organizar los diversos sectores que confluían en el PNR. Es por eso que comienzan a surgir las confederaciones que atendían las demandas de grupos específicos: en 1936 surge la Confederación de Trabajadores de México, dirigida por Vicente Lombardo Toledano; dos años después, bajo el liderazgo de Graciano Sánchez hará su aparición la Confederación Nacional Campesina. Será precisamente en ese año cuando se dará la transformación del Partido Nacional Revolucionario en el Partido de la Revolución Mexicana, en éste, será evidente la organización a partir de sectores (obrero, campesino, popular y militar). La estructura establecida a partir de la nueva organización permitió una mayor eficiencia en el reparto de los puestos de elección, en este sentido, las pugnas por el poder se dirimían al interior del partido, más que en las elecciones llevadas a cabo fuera de éste.
          En 1938 se conjuntarán varias situaciones que llevarán a uno de los procesos más significativos simbólicamente hablando y que dará identidad práctica al proceso de construcción de identidad: ante un conflicto laboral en las empresas petroleras, el gobierno determina que éstas realicen diversas disposiciones a fin de mejorar las condiciones de trabajo de los obreros. Confiados en el apoyo del gobierno norteamericano, las compañías se niegan a acatar las disposiciones de las instituciones mexicanas. Cárdenas decide realizar la expropiación de la industria petrolera en perjuicio de diversas compañías que piden la intervención de los EU. Sin embargo, la inminencia de la Segunda Guerra Mundial evitará una intervención militar norteamericana a semejanza de las que se habían llevado a cabo en otros países de América Latina. La expropiación petrolera reforzó el sentimiento nacionalista y la idea de construcción de la nación cobró un vigor como nunca antes de su historia y, probablemente, como nunca después.
Las compañías petroleras han gozado durante muchos años, los más de su existencia, de grandes privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias aduanales; de exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables, y cuyos factores de privilegio, unidos a la prodigiosa potencialidad de los mantos petrolíferos que la nación les concesionó, muchas veces contra su voluntad y contra el derecho público, significan casi la totalidad del verdadero capital de que se habla.
          Planteada así la única solución que tiene este problema, pido a la nación entera un respaldo moral y material suficiente para llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y tan indispensable.
Lázaro Cárdenas,
Decreto con el que se nacionaliza la industria petrolera de México,
18 de marzo de 1938.
En este contexto es que hace su aparición el partido que se convertiría en la principal oposición al partido de Estado, el Partido Acción Nacional, fundado por Manuel Gómez Morín en 1939. La génesis de este partido tiene como finalidad principal enfrentar el auge de propuestas colectivas y de corte socializante. Los elementos visibles en esa asociación serían la iglesia católica que se oponía a la educación de corte socialista impulsada por el gobierno, y diversos terratenientes cuyos intereses habían sido lesionados por la reforma agraria emprendida.
          Será el PAN, junto con el Partido Revolucionario de la Unificación Nacional y el Partido Laborista, quienes impulsen a Juan Andreu Almazán, un general con influencia sobre todo en el norte del país, en contra del candidato de Cárdenas, Manuel Ávila Camacho. Después de una contienda reñida, y de acusaciones reiteradas de fraude electoral, Cárdenas logra imponer a su sucesor, lo cual genera dos nuevas condiciones en la historia del país: el dedazo y el desplazamiento total de los militares del poder. La Revolución, o lo que quedaba de ella, finalmente estaba más que encaminada para perpetuarse.

viernes, octubre 22, 2010

Ora ya los tiene quietos/ murió la Revolución

Con Obregón inicia la tradición del caudillo en el gobierno y de la administración de ese gobierno a partir de un proyecto personal. En este sentido, el gobierno de Obregón inauguraba un Estado que estaba lejos de ser democrático, era, eso sí, nacionalista, autoritario y con la estabilidad que le brindaban los acuerdos a los que había llegado con las distintas facciones. Sin embargo, se tendrá que enfrentar con diversos obstáculos que irán acotando su posibilidad de acción. Una de esas cuestiones lo representa la resistencia del gobierno norteamericano de reconocerlo como presidente, condicionándole el reconocimiento a la modificación de diversos artículos de la Constitución que lesionaban los intereses de empresas estadunidenses. Lo anterior fue salvado con los Tratados de Bucareli, un documento en donde se dejaba en claro que las reformas constitucionales no eran retroactivas, por lo que los intereses afectados antes de la promulgación quedaban sin efecto. Obregón tuvo que aceptar la intromisión norteamericana en política interna y, con el tiempo, otorgar mayores concesiones en previsión de que los Estados Unidos ofrecieran ayuda militar en el proceso de sucesión presidencial.
Todas las reclamaciones en contra de México hechas por ciudadanos de los Estados Unidos, ya sean corporaciones, compañías, asociaciones, sociedades o individuos particulares, por pérdidas o daños sufridos en sus personas o en sus propiedades durante las revoluciones y disturbios que existieron en México durante el periodo comprendido del 20 de noviembre de 1910 al 31 de mayo de 1920, inclusive, incluyendo pérdidas o daños sufridos por ciudadanos de los Estados Unidos en virtud de pérdidas o daños sufridos por cualquier corporación, compañía, asociación o sociedad en las que los ciudadanos de los Estados Unidos tengan o hayan tenido un interés sustancial y bonifique[...]
          La cantidad total adjudicada a las reclamaciones será pagada en moneda de oro o su equivalente por el gobierno Mexicano al Gobierno de los Estados Unidos en Washington.
Tratados de Bucareli, 10 de septiembre de 1923.
El periodo obregonista, no obstante, fue rico en el desarrollo de diversas manifestaciones intelectuales que sustituían la visión de los positivistas y la influencia que éstos habían tenido durante el porfiriato. Surge el Ateneo de la Juventud, una agrupación que incluía a personajes como Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Julio Torri. Será precisamente Vasconcelos uno de los encargados de llevar a cabo la transformación del sistema educativo del país. Una de sus convicciones era que resultaba necesario llevar a cabo una revolución moral antes que agrarista, obrerista o nacionalista, y que la manera de conseguir esto era, entre otras cosas, a través de la educación. Fue así como se convirtió en un impulsor decidido de la edición de libros, la organización de bibliotecas, la realización de murales pictóricos donde se reflejara la historia de México y el aprendizaje extracurricular. Durante esta época comienza a constituirse, también, la narrativa testimonial y ficticia que se denominó “Novela de la Revolución”, que muchas veces, sin embargo, se convirtió en un vehículo para justificar o mitificar a determinados personajes que habían participado en el proceso armado, pero que en otras, afortunadamente, se convirtieron en las primeras versiones críticas de un proceso que no acababa de cuajar.
          La sucesión presidencial que llevó a Plutarco Elías Calles a la presidencia contó con el apoyo de Obregón, quien tuvo que acabar con una rebelión de Adolfo de la Huerta a fin de garantizar la llegada de Calles a la presidencia. Esta amenaza en la sucesión puso de relieve que era necesario reglamentar de manera eficiente las reglas para el reparto de los puestos de elección popular, así como despolitizar al ejército mantener buenas relaciones con los EU. Calles es el primer presidente que se puede concebir como un político antes que un militar. Sin embargo, su presidencia estará plagada de protestas por la forma en que ejercía el poder. Tres son los campos en los cuales su convicción era evidente: impulsar la mediana propiedad de la tierra y hacerla eficiente mediante el riego y la aplicación de nuevas tecnologías, antes que un reparto indiscriminado de tierras; desmilitarización del gobierno y reducción de la influencia del ejército en los asuntos de Estado; y la reducción de intervención en tareas propias del Estado de instituciones con influencia amplia, como la Iglesia católica.
          Será el conflicto con ésta última el más grave, ya que orillará a enfrentamientos armados en diversos estados del país en un movimiento denominado “guerra cristera”. El enfrentamiento entre la iglesia católica y el estado callista será resuelto justo antes de las elecciones de 1929 y tendrá como principal acuerdo el compromiso de la jerarquía católica de acatar la autoridad del Estado, mientras éste no pusiera en práctica los elementos más radicales de la constitución de 1917. El asesinato de Álvaro Obregón, ya como presidente electo para el periodo de 1928-1932, llevado a cabo por un militante de la Acción Católica de la Juventud Mexicana, fue el amargo colofón a la etapa más violenta posterior al constitucionalismo.

jueves, octubre 21, 2010

Se peleó con entusiasmo,/ con valor y con realismo

Para Carranza, ya como encargado del gobierno, quedó claro que lo importante era terminar con la violencia e intentar pacificar al país. Por esta razón comienza a profundizar en las medidas a favor de los obreros que Madero había iniciado, de la misma manera, se estudia la posibilidad de modificar la estructura de la propiedad agraria. Sin embargo, esto no es suficiente, derrotado el ejército de Huerta, los generales restantes, haciendo evidentes sus diferencias, comienzan una guerra indiscriminada entre ellos.
          Carranza, en aras de establecer un pacto nacional, convoca a una convención nacional en la ciudad de México a la cual sólo asisten simpatizantes del jefe máximo. Por su parte, los generales restantes deciden llevar a cabo otra convención en la ciudad de Aguascalientes. En ésta, se llegan a varios acuerdos entre los que sobresalen que la convención se declara soberana y desconoce el gobierno de Carranza. Los zapatistas piden que se reconozca la necesidad de adoptar los principios del Plan de Ayala para iniciar los cambios a nivel nacional. Carranza huye a Veracruz y se prepara a enfrentar a los que considera insurrectos.
           Diciembre de 1914 es un día simbólicamente importante para la historia de México. En estas fechas, Francisco Villa y Emiliano Zapata llegan a la ciudad de México y entran a Palacio Nacional. El gobierno parecía estar en manos de los dos movimientos con raíces más populares de los que se encontraban en conflicto en ese momento. Álvaro Obregón, mientras tanto, se alía con Carranza y, a partir de 1915, inicia lo que se denomina la “guerra de facciones”.
           La situación de violencia se agrava por variadas razones. En el caso de los representantes de la Convención de Aguascalientes, éstos se enfrentan a la desconfianza mutua, al abandono de la clase media debido a su incapacidad de organización, por lo que pronto se ven abandonados. Los constitucionalistas reconocen a Carranza como jefe único. Del lado opuesto, las ideas chocan por los diferentes propósitos que persiguen: los villistas plantean la necesidad de tener control militar sobre todo el territorio; los zapatistas insisten en el establecimiento de su proyecto agrario como condición para la pacificación y término de su protesta. Debido a los constantes enfrentamientos, la economía se ve afectada de manera severa; las armas aumentan de precio debido a la demanda que establece Europa, donde se ha desatado la Primera Guerra Mundial.
           En ese contexto, los constitucionalistas comienzan a generar más simpatías debido a diversas acciones, como el acceso que la clase media tiene a los puestos de gobierno y la aceptación que comienzan a generar entre grupos populares al ofrecerles cambios significativos en su situación social. Para finales de 1915 es evidente que el ejército constitucionalista ha vencido. En octubre de ese año, el gobierno de Carranza obtiene el reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos, lo que se convierte en una legitimación de facto.
Somos el Poder Supremo nacional porque hemos sido el Supremo Poder de la Revolución. Nuestro movimiento armado no triunfó de la reacción debido al esfuerzo de uno solo de sus jefes, sino en virtud del concurso que hemos prestado todos para ello.
          Y del mismo modo que obedecimos a una sola idea y estuvimos animados de una sola aspiración de redención y de progreso para lanzarnos contra la dictadura, de esa misma manera e impulsados por los mismos sentimientos, nos hemos reunido en esta Convención, ya no para derrocar y para destruir, sino para organizar y construir al nuevo Gobierno Republicano en el cual se han de sintetizar todos nuestros ideales y todas nuestras tendencias.
          Esta Convención es soberana, porque en ella están sintetizadas la fuerza y el pensamiento de la Revolución.
Manifiesto de la Convención de Aguascalientes,
6 de noviembre de 1914.
A partir de este momento, los carrancistas comienzan a configurar las condiciones necesarias para concebir la nueva constitución que regiría el destino del país. Pero antes de eso, se tendrían que enfrentar a diversas dificultades, como la resistencia de diversos grupos de poder en los estados del interior a adaptarse al nuevo estado de cosas. Es en esta etapa que se lleva a cabo, por ejemplo, la llamada “expedición punitiva” en donde un batallón del ejército de los EU se lanzó a la cacería de Francisco Villa, en represalia por el asalto que éste había hecho a la ciudad de Columbus.
           Al año siguiente, esto es en 1916, los carrancistas comienzan a revertir la tendencia de generación de reformas sociales que les permitía cierta cercanía con las clases populares. Coincide con los primeros preparativos para la convención que daría luz a la Constitución el año siguiente. Ésta, se constituye en la cristalización del proyecto de nación impulsado y anhelado por los carrancistas, tanto los huertistas sobrevivientes como los convencionistas de Aguascalientes (es decir, zapatistas y villistas) quedaron al margen de la elaboración de las leyes que emanarían de esa constitución. En lugar de representantes de las clases y facciones populares, los delegados que dieron a luz a la Constitución de 1917 eran representantes del catolicismo social, ex seguidores de Bernardo Reyes y maderistas que se habían adaptado a la nueva situación.
           Es en este momento en el que se tiene que establecer un rompimiento clave en el proceso revolucionario. Antes de la promulgación de la Constitución Política, la Revolución Mexicana se concibe como un proceso armado, en muchos sentidos popular y evidentemente rural; el proceso constitucionalista establece un proceso regulador, de construcción de instituciones básica y necesariamente urbano. En este sentido, la constitución del año 17 tiene un mayor sentido práctico que sus predecesoras, mientras la constitución de 1857 era un documento doctrinario y casi utópico, la de 1917 atendía la realidad transformada por el proceso armado.
VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos, hago saber:
Que el Congreso Constituyente reunido en esta ciudad el 1o. de diciembre de 1916, en virtud del decreto de convocatoria de 19 de septiembre del mismo año, expedido por la Primera Jefatura, de conformidad con lo prevenido en el artículo 4o. de las modificaciones que el 14 del citado mes se hicieron al decreto de 12 de diciembre de 1914, dado en la H. Veracruz, adicionando el Plan de Guadalupe de 26 de marzo de 1913, ha tenido a bien expedir la siguiente:
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS QUE REFORMA LA DEL 5 DE FEBRERO DE 1857.

Texto de apertura de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
5 de febrero de 1917.
¿Cuáles son las características principales de la Constitución Política de 1917? Primero, establece un poder centralizado en la figura del Presidente de la República y, por extensión, en los representantes del Poder Ejecutivo; diseña un país en el cual el papel del Estado es de importancia fundamental, éste participa de todos los aspectos de la vida social: educación, religión, economía, es decir, plantea un Estado interventor como condición para el control de los aspectos en los que interviene; por otro lado, la constitución resultante tiene una fuerte identidad nacionalista, resultado de la invasión norteamericana durante el periodo huertista y de la expedición punitiva en contra de Villa; finalmente, y para detener el conflicto armado, los delegados constitucionalistas identifican la necesidad de otorgar beneficios sociales a los grupos más vulnerables de la sociedad: campesinos y obreros.
           La entrada en vigor de la Constitución no garantizó, no obstante, el fin del proceso. La Carta Magna establecía una nueva forma de comprensión del poder, la ley y la autoridad. En este sentido, existía una dificultad obvia para establecer un gobierno democrático en una realidad que seguía comportándose según las actitudes heredadas por un autoritarismo incuestionable y con territorios en caos a causa de los diversos grupos armados que sobrevivían en distintos territorios.
           Los más reacios a adoptar los principios de la nueva constitución fueron aquellos a los cuales afectaban más las nuevas disposiciones: los beneficiarios del régimen anterior y el ejército. Por esta razón, diversas rebeliones se desarrollan en regiones donde estos elementos tienen presencia. Sobresalen las rebeliones de Félix Díaz, Manuel Peláez (que defiende los intereses de las empresas petroleras establecidas en Veracruz), los llamados “soberanistas” de Oaxaca y diversos finqueros de la zona chiapaneca. El caso del ejército era más complejo, en éste se desarrollaron diversos elementos que hacían conflictiva su adaptación: en general se trataba de un ejército deficiente, indisciplinado y mal armado, que se negó terminantemente a reducir sus atribuciones, esta oposición llevó muchas veces a ejercer abusos sobre la población civil y las comunidades, algo que se bautizó con el nombre de “carranceo”. El proceso de Carranza se verá inmerso, también, en la situación que derivó del conflicto internacional de la Primera Guerra Mundial: EU presionará de manera constante a fin de que México se declare a favor de los aliados, sin embargo, la aparición del famosos telegrama Zimermann en el cual los alemanes solicitaban apoyo al gobierno mexicano hizo que los norteamericanos pidieran la cabeza de Carranza, al final los norteamericanos no actúan directamente en contra del gobierno carrancista, pero sí lo conminan a detener las reformas sociales que afectaban a sus empresas y conminan al presidente para que el proceso naciente se dirija hacia la moderación y la institucionalización, antes que a la radicalización total.
[...] II. Que el actual Presidente de la República, C. Venustiano Carranza, se había constituido Jefe de un partido político, y persiguiendo el triunfo de ese partido ha burlado de una manera sistemática del voto popular; ha suspendido, de hecho las garantías individuales; ha atentado repetidas veces contra la soberanía de los Estados y ha desvirtuado radicalmente la organización de la República.
          [...] IV. Que habiendo agotado todos los medios pacíficos para encauzar los procedimientos del repetido Primer Mandatario de la Federación por las vías constitucionales, sin haberse logrado tal finalidad, ha llegado el momento de que el pueblo mexicano arma toda su soberanía, revocando el imperio absoluto de sus instituciones y de sus leyes. En tal virtud, los suscritos, ciudadanos mexicanos en pleno ejercicio de nuestros derechos políticos, hemos adoptado en todas sus partes y protestamos sostener con entereza, el siguiente:
PLAN ORGÁNICO DEL MOVIMIENTO REIVINDICADOR DE LA DEMOCRACIA Y DE LA LEY
Álvaro Obregón,
Plan de Agua Prieta,
Hermosillo, Sonora,
19 de abril de 1920.
Para 1920 se vivía la primera sucesión presidencial en la nueva etapa constitucional. Carranza intenta imponer a Ignacio Bonillas (un diplomático desconocido para los generales revolucionarios) en contra de Álvaro Obregón. Éste lanza el Plan de Agua Prieta que desconoce la autoridad de Carranza. El ejército no apoya al presidente, por lo que éste tiene que huir de la ciudad de México, antes de llegar a Veracruz es asesinado en Tlaxcalontongo en la sierra de Puebla. La visión de Obregón con respecto de la pacificación del país será opuesta a la de Carranza, mientras éste estaba convencido de que era necesario derrotar militarmente a los ejércitos de Villa y de Zapata (a pesar de que éste había sido asesinado un año antes de la sucesión, sus partidarios continuaban en pie de lucha), aquél estaba convencido de que era necesario integrarlos al nuevo proyecto de nación. Obregón pretendía llevar a cabo el proyecto de pacificación en sintonía con la reconstrucción del país, proceso en el cual llamó a participar a todos los sectores que tomaron parte del proceso armado.
En el interior de la choza de don Venustiano, las descargas se habían sentido cerradas desde el primer momento. Hendían las tablas por la parte donde estaba acostado él; lanzaban pedazos de las tazas y platos que habían quedado sobre la mesa. Afuera, junto a las tablas mismas, las voces gritaban: “Sal, viejo arrastrado: aquí viene tu padre.” “Sal, viejo: ora sí vamos a cogerte por las barbas.” Y brillaba intermitente, por entre los resquicios, la lumbre de los fogonazos, lo que parecía aumentar dentro de la choza la oscuridad, en la cual, a tientas, todos trataban de levantarse y defenderse.
          [...] Suárez y Amador ya estaban en pie. Armados de sus pistolas intentaron salir. Frente a la puerta no había nadie: el ataque parecía venir sólo de la parte de atrás. Por un momento los disparos fueron tan próximos, que dos de ellos parecieron producirse en la choza misma. Se volvió Suárez. A tientas llegó hasta don Venustiano y le pasó un brazo por la espalda, para levantarlo y ayudarlo a salir. Quiso hablarle, quiso animarlo, pero advirtió entonces que del cuerpo que tenía sujeto no salía ya más que un estertor. Cerca y lejos seguían los disparos y los gritos.
Martín Luis Guzmán,
Ineluctable fin de Venustiano Carranza.

miércoles, octubre 20, 2010

Como un río caudaloso/ que acelera su corriente...


Victoriano Huerta comienza a gobernar con el apoyo del ejército federal, los hacendados, los empresarios y el gobierno norteamericano. Sin embargo, un evento en el exterior cambiará el destino del entonces llamado Chacal: los demócratas ganan la presidencia norteamericana en la persona de Woodrow Wilson, con lo cual Huerta pierde el apoyo que el gobierno norteamericano anterior le había ofrecido.
          Desde el norte, la rebelión y el desconocimiento al presidente usurpador comienza a generalizarse. En Coahuila aparece la figura de Venustiano Carranza, un hacendado reyista perteneciente a la clase alta, quien lanza el Plan de Guadalupe con el que convoca a la formación del Ejército Constitucionalista. De manera paralela, en Sonora, un grupo de generales pertenecientes a la clase media con vínculos con las clases populares se declaran también en armas; entre estos están Álvaro Obregón, Salvador Alvarado, Plutarco Elías Calles, Manuel Diéguez y Adolfo de la Huerta. En Chihuahua, la omnipresencia de Villa hace que su ejército represente a la clase baja, aunque no exclusivamente campesina; en la División del Norte hay jornaleros, aparceros, “medieros”, rancheros pobres, vaqueros, mineros, ferrocarrileros y obreros diversos. En el Sur, Zapata se mantiene en pie de guerra, ahora en contra de Huerta, con la misma petición: el retorno de las tierras usurpadas.

En mil novecientos diez
en armas se levantó,
y al grito "¡Viva Madero!"
al gobierno combatió.

Luego Zapata y sus fuerzas
cuando Madero triunfó,
por causas no conocidas
de nuevo se sublevó.

Todos bien recordamos,
cuando la traición de Huerta
Zapata aún siendo rebelde
no se mezcló en la reyerta.

Cuando el cuartelazo infame
del día nueve de febrero,
al Estado de Morelos
fue en automóvil Madero.

No se sabe a qué negocio
Madero fue a Cuernavaca,
el caso es sin contratiempo
conferenció con Zapata.

Por fin Huerta por los suyos
fue elegido Presidente;
pero Zapata en Morelos
juró a Huerta darle muerte.

Villa y Carranza en el Norte
juraron con buen esmero,
vengar la sangre regada
del Presidente Madero.

Luego entre Villa y Carranza
un disgusto aconteció;
pero Emiliano Zapata
con Villa si confrontó.

Se unieron Villa y Zapata
como buenos compañeros,
uno peleaba en el Norte
otro en el plan de Morelos.
Fragmento del corrido
“La muerte de Zapata”
Ese movimiento de oposición rinde frutos: hacia mediados de 1914 los rebeldes dominan el norte del país y avanzan hacia el centro para echar a Huerta de la capital. En abril, los marines norteamericanos, por indicaciones del Congreso de su país, intervienen en Veracruz para evitar que Huerta reciba un cargamento de armas proveniente de Europa. El aislamiento generalizado que sufre Huerta lo obliga a rendirse el 24 de junio de 1914 y a exiliarse en España.
Yo soy soldado de Pancho Villa,
de sus dorados soy el más fiel,
nada me importa perder la vida,
si es cosa de hombres morir por él.

De aquella gran División del Norte
sólo unos cuantos quedamos ya,
subiendo sierras, bajando montes,
buscando siempre con quien pelear.

Ya llegó, ya está aquí,
Pancho Villa con su gente,
con sus dorados valientes,
que por él han de morir.

Adiós villistas que allá en Celaya
su sangre dieron con gran valor,
adiós mi linda Ciudad Chihuahua,
ya nos veremos otra ocasión.

Ya llegó, ya está aquí,
Pancho Villa con su gente,
con sus dorados valientes
que por él han de morir...
Corrido del Dorado de Villa
La caída de Huerta no significó la unidad de las facciones involucradas en la lucha revolucionaria. Villa y Carranza tuvieron que negociar la permanencia del Centauro del Norte en su región de influencia, a cambio de que Carranza convocara, de manera urgente, a una convención de generales que pactaran la aceleración de las reformas sociales que habían sido motor de la lucha armada. Los tratados y los acuerdos, sin embargo, resultarían insuficientes y la siguiente fase de la lucha armada se caracterizó por crecientes enfrentamientos entre los principales ejércitos y generales participantes del proceso.

martes, octubre 19, 2010

¡Ay, qué Madero tan hombre/ bonitas son sus aiciones...

Madero funda el Partido Antirreeleccionista para contender por la presidencia a partir de que el presidente Díaz afirma, en una famosa entrevista con James Creelman, que no contendría por la presidencia en el proceso de 1910. Todo esto animó el ambiente político, por lo que Madero, en fórmula con el tamaulipeco Francisco Vázquez Gómez, comenzó a realizar una vigorosa campaña política que fue creciendo en apoyos y consenso entre la población. Era previsible que, de respetarse las condiciones expresadas por el presidente Díaz, la fórmula antirreeleccionista triunfaría en los comicios. Sin embargo, don Porfirio no cumplió las promesas que había hecho y comete un fraude que lo coloca nuevamente en la silla.
          Madero es apresado en San Luis Potosí, lugar de donde logra huir para dirigirse a los Estados Unidos. Es en San Antonio, Texas que logra lanzar la proclama que titula “Plan de San Luis”, documento en el que arenga a la población a levantarse en armas contra el régimen. Los seguidores de su partido no atienden el llamado, ya que pertenecen a la clase media y alta, y la perspectiva de la lucha armada no se presenta como algo que pueda efectuarse desde su perspectiva. Sólo los hermanos Carmen, Máximo y Aquiles Serdán, junto con varios de sus seguidores, son orillados a iniciar la lucha armada en Puebla el día 18 de noviembre, dos días antes de lo planeado por Madero; todos son masacrados y se convierten en la prueba viviente del destino que tendrían los antirreeleccionistas que se atrevieran a desafiar violentamente al régimen.
Si os convoco para que toméis las armas y derroquéis al Gobierno del general Díaz, no es solamente por el atentado que cometió durante las últimas elecciones, sino para salvar a la Patria del porvenir sombrío que le espera continuando bajo su dictadura y bajo el gobierno de la nefasta oligarquía científica, que sin escrúpulo y a gran prisa están absorbiendo y dilapidando los recursos nacionales, y si permitimos que continúe en el poder, en un plazo muy breve habrán completado su obra: habrá llevado al pueblo a la ignominia y lo habrá envilecido; le habrán chupado todas sus riquezas y dejado en la más absoluta miseria; habrán acusado la bancarrota de nuestra Patria, que débil, empobrecida y maniatada se encontrará inerme para defender sus fronteras, su honor y sus instituciones.
Francisco I. Madero,
Plan de San Luis,
5 de octubre de 1910.

Sin embargo, el llamado tiene eco en diversos territorios del país, sobre todo en el norte. Las rebeliones que se expresan en el norte de México permiten que Madero retorne de su exilio en los Estados Unidos y pise suelo mexicano en febrero de 1911. En esos momentos, los estados de Morelos y Guerrero se unen a la rebelión. Tal estado de rebelión generalizada, combinada con elementos como la falta de coordinación del ejército porfirista y su reacción lenta ocasiona que en mayo del mismo año sea tomada Ciudad Juárez, sitio en el que se negocia la salida del país de Porfirio Díaz y el término, en apariencia, del movimiento revolucionario.
          Es en este momento cuando el sentido de la lucha se modifica. La perspectiva de Madero es convocar a elecciones y retornar al estado de cosas anterior a la revuelta armada. Sin embargo, la lucha que había iniciado como una lucha urbana y de clase media se había transformado en una lucha rural y popular. Las figuras de Pascual Orozco, Francisco Villa y Emiliano Zapata aparecen en el horizonte que la gesta armada había inaugurado. Al darse el exilio de Díaz, estos nuevos actores deciden participar del plan de acción posterior a la cesión del poder. Se vuelven actores políticos. Sin embargo, la principal pugna de este primer momento de transformación del movimiento ha emergido con una singularidad y violencia de desenlace fácil de predecir. Los maderistas tenían reclamos políticos asociados a la falta de democracia; muchos de los otros líderes, demandas sociales y de tipo agrario. Las dos visiones entrarán en conflicto de manera violenta.
          Los Tratados de Ciudad Juárez proponen que Francisco León de la Barra quede como presidente provisional con la misión de llevar a cabo el desarme de los rebeldes y la convocatoria a elecciones. Esta situación es aceptada por los que reclamaban por una reforma del sistema político, pero los que buscan modificar su condición social ven en esto una traición potencial. Es por eso que Pascual Orozco y Emiliano Zapata se niegan a reconocer la presidencia de León de la Barra y continúan con sus ejércitos en armas. Madero asume la presidencia en octubre de 1911, pero prácticamente aislado; frente a él, se encuentra el desconocimiento a su legitimidad y la rebelión de reyistas, orozquistas y zapatistas.
          El gobierno de Madero representó un cambio radical con respecto del régimen porfirista, sin embargo, había mucho descontento entre todas las clases sociales. La clase propietaria (hacendados y empresarios industriales) estaban inconformes por los privilegios perdidos, mientras que los grupos campesinos y obreros sentían que los cambios echados a andar eran insuficientes. 1912 fue un año complicado para el gobierno maderista, a las zonas en insurrección se unían las huelgas de los obreros que pedían mejores condiciones de trabajo y las tomas de tierras y solicitudes de aumento de jornales de los campesinos en diversos puntos del país.
Cometa, si hubieras sabido
lo que venías anunciando,
nunca hubieras salido
por el cielo relumbrando;
no tienes la culpa tú,
mi Dios, te lo ha mandado.

¡Ay que Madero tan hombre,
bonitas son sus aiciones!
Mandó a los cabecillas
echar fuera las prisiones.
¡Madre mía de Guadalupe,
llénalo de bendiciones!

Porfirio está retratado
con su águila y su letrero
y en el letrero diciendo:
¡No pudiste con Madero,
con otras habrás podido,
porque eres camandulero!

Porfirio es el responsable
de todita la Nación,
no quiso doblar las manos,
que hubiera revolución,
no quiso entregar la silla, que le dolía el corazón.

¡Y achí y achí!, ¡qué bonito
está lloviendo en el cerro!
Ensíllenme mi caballo,
yo ya me voy con Madero,
porque me esperan las tropas
y fuerzas del extranjero.

Aquí va la despedida
con cariño verdadero,
Estas son las mañanitas
de d. Francisco I. Madero.
¡Qué vivan los mexicanos!
¡Qué viva México entero!
Corrido de Madero,
1911.

Madero pugnó porque las reformas llevadas a cabo por su gobierno tuvieran puntos de alto contraste con el régimen precedente; de tal manera, se convirtió en un impulsor de la pequeña propiedad y de la modernización técnica de las haciendas. Las reformas llevadas a cabo por Madero no son para desdeñarse: planteó la realización de elecciones libres, derecho a la libertad de expresión, hizo efectiva la separación del poder ejecutivo del judicial y legislativo, se mantuvo respetuoso de los poderes estatales y locales. En el sentido de la naturaleza de los integrantes de su gabinete, se nota que hubo un cambio evidente en la clase social de los que conformaron ese gobierno, la clase media ilustrada y profesionista accedía a la posibilidad de administración del poder estatal. En esta coyuntura, la pirámide del poder desplazó a actores que eran centrales y los sustituyó por otros que se acercaban al ejercicio del poder desde visiones radicales con respecto de los científicos porfiristas y los caciques regionales.
          Sin embargo, los diplomáticos y los inversionistas extranjeros se encontraban inquietos por la situación de ambigüedad que rodeaba al gobierno maderista, sobre todo en lo referido al control del territorio. Madero se enfrenta a dos fuerzas de naturalezas y objetivos distintos: por un lado, las rebeliones encabezadas por Félix Díaz, sobrino de don Porfirio, y el general repatriado Bernardo Reyes, buscaban recuperar su influencia en las decisiones sobre el destino del país, es decir, recobrar el poder perdido; mientras que las rebeliones de Pascual Orozco y Emiliano Zapata buscan satisfacer los reclamos que, desde su perspectiva, fueron traicionados por el maderismo.
          El ejército de Zapata será un opositor decidido al gobierno maderista. Es en contra de Madero que se lanza el Plan de Ayala, cuyo eje de demandas se remite a la solución de los problemas agrarios. A pesar de la importancia simbólica que se le ha otorgado, el confinarse a la zona del centro del país y negarse a establecer alianzas en esta etapa, le daba pocas oportunidades de derrocar al gobierno. No ocurrió así con el ejército orozquista que, bajo el Plan de la Empacadora, consiguieron articular un movimiento donde se manifestaban diferentes clases sociales y distintos rostros del México establecido sobre todo en el norte del país. Las reivindicaciones de los orozquistas tenían que ver con el reclamo por los nulos beneficios obtenidos por el derrocamiento de Díaz y porque las reformas sociales prometidas se llevaban a cabo con moderación y lentitud. Los orozquistas representaban, por su articulación, poder militar e influencia social, un peligro real para la presidencia de Madero.
7º. En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura, por estar monopolizadas en unas cuantas manos, las tierras, montes y aguas; por esta causa, se expropiarán previa indemnización, de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellos a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos o campos de sembradura o de labor y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.
Emiliano Zapata,
Plan de Ayala,
28 de noviembre de 1911.
Éste se tuvo que apoyar en la figura de Victoriano Huerta. Al enfrentar abiertamente a orozquistas y zapatistas, Huerta encuentra el apoyo de los ejércitos de Francisco Villa y Álvaro Obregón. De esta manera, la clase militar naciente del proceso revolucionario en su primera etapa, adquiere una fuerza que Huerta aprovecha para fortalecerse y plantear la traición al proyecto de Madero. Para esto contará con la colaboración de Félix Díaz y Bernardo Reyes, que habían sido apresados por Madero, quien había decidido no ejecutarlos, a pesar de que ambos habían encabezado rebeliones dirigidas a derrocar a su gobierno. El documento que da testimonio de esta traición es el Pacto de la Ciudadela o Pacto de la Embajada. Lo segundo en virtud de que el otro interesado en que el gobierno de Madero terminara era el embajador de los Estados Unidos, Henry Lane Wilson, debido a las huelgas y las reformas hechas en beneficio de los trabajadores y que lesionaban los intereses de los empresarios e inversionistas norteamericanos. Así es como, en febrero de 1913, el presidente Madero, junto con el vicepresidente José María Pino Suárez son asesinados y la usurpación de la presidencia se consuma.

miércoles, octubre 13, 2010

Nostromo en la Feria Internacional del Libro del Zócalo de la Ciudad de México

Despierten ya, mexicanos/ los que no han podido ver...

La última década del siglo XIX terminaba con una declaración que ponía de relieve el papel que la iglesia católica tenía como institución que interpretaba, a la vez que era parte, a un mundo que se hallaba muy lejos de construir la anhelada igualdad que, al menos en el terreno de la doctrina, se anunciaba para todos los fieles. En la encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas), la institución reflejaba la preocupación derivada de la pérdida de fieles a partir de la politización de los obreros en plena lucha por derechos laborales que la Revolución Industrial en Europa planteó. Este documento se convirtió en una especie de manifiesto de la transformación de las relaciones sociales en formaciones que respondían a una lógica económica y política distinta; y en una descripción inquietante para los gobiernos, ya que implicaba la posibilidad de buscar mecanismos que tendieran a reducir la desigualdad. La mayoría desoyó las advertencias, entre esta mayoría estaba el gobierno de Díaz.
          Otro aviso fue el protagonismo que adquirió en 1900 la convocatoria a refundar el Partido Liberal. Convocado por Camilo Arriaga en San Luis Potosí, marcó el inicio de una fuerte crítica y la radicalización del discurso contra los elementos más representativos del porfirismo: el grupo de “los científicos”; el hombre fuerte del régimen, Bernardo Reyes; el crecimiento de la inversión extranjera en segmentos fundamentales de la economía; y, sobre todo, la situación de explotación que rodeaba la vida cotidiana y las condiciones laborales de las masas campesinas y obreras.
Gracias a la dictadura de Porfirio Díaz, que pone el poder al servicio de todos los explotadores del pueblo, el trabajador mexicano ha sido reducido a la condición más miserable; en dondequiera que preste sus servicios es obligado a desempeñar una dura labor de muchas horas por un jornal de unos cuantos centavos. El capitalista soberano impone sin apelación las condiciones del trabajo, que siempre son desastrosas para el obrero, y éste tiene que aceptarlas por dos razones: porque la miseria le hace trabajar a cualquier precio o porque, si se rebela contra el abuso del rico, las bayonetas de la dictadura se encargan de someterlo. Así es como el trabajador mexicano acepta labores de doce o más horas diarias por salarios menores de setenta y cinco centavos, teniendo que tolerar que los patronos le descuenten todavía de su infeliz jornal diversas cantidades para médico, culto católico, fiestas religiosas o cívicas y otras cosas, aparte de las multas que con cualquier pretexto se le imponen.
Programa del Partido Liberal Mexicano,
1 de julio de 1906.
La relevancia de este congreso del Partido Liberal, aparte de las cuestiones mencionadas, fue la asistencia de dos personajes que serían fundamentales para la argumentación ideológica y el inicio de la rebelión armada: los hermanos Ricardo y Jesús Flores Magón. El gobierno no tardó en ubicarlos y en ejercer la represión a su trabajo periodístico; estas acciones por parte del régimen los empujarán a exiliarse en los Estados Unidos. Ahí se relacionan con grupos de obreros y militantes anarquistas, lo que influye de manera determinante en su pensamiento. El anarquismo de los Flores Magón, no obstante, chocaba de manera frontal con la situación que vivía México, es decir, no podían considerarse seriamente los postulados que los fundamentaban en tanto el proletariado mexicano no respondía a las características del proletariado norteamericano. La clase baja mexicana estaba conformada fundamentalmente por campesinos y se ubicaba en las zonas rurales, a diferencia del movimiento anarquista estadunidense cuyas bases eran primordialmente urbanas. La importancia de los Flores Magón se puede centrar, sobre todo, en la manera en que el periódico que fundaron, Regeneración, sirvió para concientizar y otorgar puentes de reflexión a los mexicanos que se encontraban en contra del régimen porfirista.
La revolución va a estallar de un momento a otro. Los que por tantos años hemos estado atentos a todos los incidentes de la vida social y política del pueblo mexicano, no podemos engañarnos. Los síntomas del formidable cataclismo no dejan lugar a duda de que algo está por surgir y luego por derrumbarse, de que algo va a levantarse y algo está por caer. Por fin, después de treinta y cuatro años de vergüenza, va a levantar la cabeza el pueblo mexicano, y por fin, después de esa larga noche, va a quedar convertido en ruinas el negro edificio cuya pesadumbre no ahogaba.
Ricardo Flores Magón, Regeneración,
19 de noviembre de 1910.
Y es que el mismo sistema había cancelado sus propias posibilidades de transformación. Una transición no violenta, pero que hubiera resultado sólo cosmética, la representaba el general Bernardo Reyes. Muchas de las simpatías estaban con este incondicional de Díaz, sobre todo por representar la oposición al grupo de los “científicos” que habían copado los puestos de dirección y gobierno más importantes. Consciente del peligro que representa el arrastre y consenso que Reyes estaba generando como su virtual sucesor y probable cabeza de una rebelión armada, en tanto su pertenencia al ejército, el presidente Díaz decide enviarlo en misión diplomática a Europa, con lo que la opción de modificación del estado de cosas queda cancelado.
          La partida de Reyes al extranjero obligó al reagrupamiento de los que simpatizaban con el desplazamiento del poder de Díaz. Algunos de estos exreyistas tendrían un papel fundamental en el desarrollo posterior del movimiento revolucionario: Francisco Vázquez, Luis Cabrera, Venustiano Carranza. Pero sería un hacendado del estado de Coahuila quien llevaría sobre sus hombros la tarea de expresar de manera contundente la oposición de la clase media, y algunos miembros de la clase propietaria, a que don Porfirio siguiera en el poder: Francisco Indalecio Madero.
Hemos preservado la forma republicana y democrática de gobierno. Hemos defendido y guardado intacta la teoría. Sin embargo, hemos también adoptado una política patriarcal en la actual administración de los asuntos de la nación, guiando y restringiendo las tendencias populares, con fe ciega en la idea de que una paz forzosa permitiría la educación, que la industria y el comercio se desarrollarían y fueran todos los elementos de estabilización y unidad entre gente de natural inteligente, afectuoso y dócil.
          He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado.
Porfirio Díaz a James Creelman,
“El presidente Díaz, héroe de las Américas”,
18 de febrero de 1908.