martes, junio 30, 2009

Nostromo 1 en descarga libre

Atención gente:

a partir de la salida del segundo número de Nostromo. Revista crítica latinoamericana, el primer número ha pasado a formar parte del reino de la descarga libre. Así que para los que estén interesados en las problemáticas actuales de América Latina, clíquenle (se oye chistoso) al logo de la cabecera para descargar la totalidad de los contenidos de nuestro primer número. De la misma forma, no olviden revisar los contenidos del segundo número, del que sólo les damos una probadita pero que, esperemos, los anime a conseguir la revista.
          Un saludo.

Pd. El número en descarga se encuentra en un cuadrito negro en la parte inferior izquierda de la sección "Revista".

¿El eterno retorno?


El presidente Zelaya ha sido derrocado en Honduras. La oligarquía centroamericana, ésa heredera de los beneficios-perjuicios (depende desde dónde se vea) de la United Fruit, ésa controladora de los medios de comunicación, ésa relacionada con el narcotráfico, ésa a la que no le gusta para nada los cambios que el presidente había impulsado desde una visión más social que la que había prevalecido hasta este momento en Honduras, ésa que "convenció" a todo el Congreso para reconocer la "renuncia por motivos de salud mental" del ex-presidente, ésa que convocó la fuerza de los militares, ésa que apoyó el establecimiento de bases militares norteamericanas para el ataque al gobierno sandinista en Nicaragua durante los ochenta, ésa que se frotó las manos con la guerra del fútbol contra El Salvador, ésa que hoy asegura que el presidente puede volver como ciudadano y si no lo apoya Hugo Chávez. Ésa que revive, después de mucho tiempo, el fantasma de la represión masiva, de la tortura, de los desplazamientos, de la Mano Negra.
          Todo mundo afirma que es necesario que Zelaya retorne al poder. Hasta Obama, el demócrata number one. Nadie dice cómo. Ni Ortega, ni Castro, ni Chávez, ni Bachelet, vamos ni Uribe, (obvio ni Calderoncito). Mientras, la memoria de América Latina, parece confundirse con la jaqueca de las experiencias ya vividas. Si esto se consuma, es probable que tengamos una influenza golpista en la región. Ojalá no.
          Mientras, Ibargüengoitia sigue respirando:

El día siguiente será histórico para la República Arepana. Los hacendados, los comerciantes, los profesionales, los artesanos, y los criados de casa buena, entierran al Doctor Saldaña, y con el, sus esperanzas de moderación. Los campesinos, los Pescadores, los cargadores, los vendedores de fritangas, y los pordioseros, llegan a Palacio, con gran griterío y bailando la conga, y piden, cantando, que Belaunzarán acepte, por quinta vez, y en contra de lo previsto en la Constitución, la candidatura a la presidencia.
          Pero lo más importante pasa en la Cámara. La sesión se abre a las nueve, con asistencia total de los diez diputados, y con un minuto de silencio, en serial de duelo por la muerte del Candidato de la Oposición. A las diez y media, el Diputado Bonilla pide permiso, en nombre de los moderados, para retirarse y asistir al entierro del Doctor Saldaña. El Presidente de Debates concede el permiso, con la advertencia de que, como es costumbre en estos casos, el resto de la asamblea sigue teniendo poderes plenarios. Como los moderados son gente puntillosa que no se pierde un entierro, y como en el orden del día no hay más que asuntos sin interés, Bonilla, Paletón y el señor de la Cadena, de luto riguroso y caras largas, se retiran del foro. Cuando ellos están apenas abordando el automóvil que ha de conducirlos al entierro, el Diputado Borunda pide que, por causa de fuerza mayor, se cambie el orden del día y se pase a discutir el artículo 14, referente al régimen electoral. Se aprueba la petición, y a las once y cinco, cuando los moderados están llegando a casa del muerto, la Cámara aprueba, en pleno, por siete votos contra cero, la eliminación del párrafo que dice: "podrá permanecer en el poder durante cuatro periodos como máximo y no podrá reelegirse por quinta vez".

"Por un entierro", Maten al león, México, Joaquín Mortiz, v.e.

lunes, junio 29, 2009

El mostro de la multitud


Dos imágenes se me quedan grabadas después de atestiguar el domingo algunas de las presentaciones que se llevaron a cabo en el Vive Latino 2009. Las dos tienen que ver con las sensaciones que debe despertar el hecho de estar ante 65 000 personas que, en el mejor de los casos, aplauden, gritan y vitorean a rabiar. Y sobre todo, por tratarse de personas que en una situación normal no vivirían esa sensación.
          Para los que alguna vez quisimos ser rock stars, el solo hecho de imaginarse cantando, brincando, tocando o-lo-que-sea frente a esa cantidad de personas ya es para poner la piel de gallina. Pues de avestruz se le ha haber puesto a Astor Cianciarulo, un chamaco de 12 años, hijo de Sr. Flavio de los Fabulosos Cadillacs cuando se subió a aporrear los parches de la bataca para acompañar al combo a interpretar "Guns of Brixton". 65 000 almas gritando y saltando al compás de la rola mítica de los Clash.
          El otro de la piel de gallina debió ser el "doble" de Michael Jackson que abrió la participación de Víctimas del Dr. Cerebro con "Thriller" en donde el endemoniado doble con chaqueta roja abría los ataúdes de donde los músicos de la banda surgían.
          Hay una diferencia, creo, en esas dos sensaciones. Para el "doble" de Jackson seguramente será la única ocasión que pueda atestiguar y, si su imaginación le alcanzó, creer que todas esas personas estaban ahí por él. Porque bailaba, se parece o es-igualito-al-MJ. Es algo que, probablemente, no se repetirá en su vida.
          Para el vástago de Cianciarulo, sin embargo, la suerte le pinta diferente. Si así golpea (con esa convicción y con mucho de técnica tomando en cuenta su edad) los parches a los doce años, es probable que siga rocanroleando hasta que un día la sensación de que toda esa gente que está frente a él deje de ser una circunstancia para convertirse en una realidad.
          Piel de gallina.

viernes, junio 26, 2009

Nuevo proyecto editorial


René López Villamar, lectura cotidiana de la fábrica, acaba de iniciar un proyecto editorial que no podemos pasar por alto. Original a más no poder, este esfuerzo trata de subsanar la falta de visión y la escasa variedad temática y de tratamiento literario de las editoriales nacionales. Comic, juegos de rol y mucha pasión en la tarea realizada, son algunas de las características de esta realidad (alterna) que ya es. Desde la fábrica una felicitación al equipo y los mejores deseos para que se mantengan con esa pasión y enjundia. Si quieren saber más de la editorial, píquenle a la imagen que encabeza esta notita.

jueves, junio 25, 2009

Música


Si la música
no existiera
los hombres
encontrarían la forma
de morir alejados
del opresor silencio
tal vez junto a la playa
donde una sirena
mitológica e inexistente
entonaría sus ruegos al viento
mientras el mar
percute contra los riscos
y el viento vibra entre las salientes
el hombre moriría entonces
aprendiendo el máximo secreto
música...

martes, junio 23, 2009

Cadenas de impunidad



Este video es un ejercicio periodístico que practica la investigación genealógica como una posibilidad de intentar explicar la impunidad en México. Todo mundo conoce la tragedia ocurrida en días pasados en una guardería de Sonora en la que murió casi medio centenar de niños debido a la corrupción y a la falta de apego a normatividad de medidas de seguridad mínimas. El día de ayer se consignó a dos vigilantes encargados de abrir y cerrar la bodega aledaña a la guardería donde se originó el incendio. Nada de dueños irresponsables y que, seguramente, han puesto pies en polvorosa. Nada de cuates, familiares o compadres del gobernador de Sonora Eduardo Bours. Nada de altos funcionarios del IMSS o del gobierno del Estado. No. Los presos son dos vigilantes. Gente pobre que no tuvo ni siquiera los medios para pagar un abogado que les tramitara un amparo.
          En mi lejana infancia esta escena me pareció desgarradora:

Pepe,el Toro, se volvía casi loco cuando su pequeño moría a causa de un incendio en la vivienda que habitaba en esa vecindad de la Ciudad de México en los años cincuenta. Recuerdo que la escena, a los seis-siete años, era desgarradora. Después, lo esperpéntico de la trama de la trilogía de Ismael Rodríguez se volvería motivo de chacota para adolescentes que no se veían reflejados en esa educación sentimental dirigida a un público de otra época y sensibilidad.
          Sin embargo, a pesar de que tuvo que esperar, la justicia le llegó a Pepe, el Toro; lo que tuvo que ejercerla por mano propia. Pero eso era en los cincuenta. Hoy vivimos en un Estado de derecho. Se supone que la justicia es un derecho básico de la ciudadanía. Nadamás hay que oír a los candidatotes (es tiempo de elecciones) llenarse la boca de palabras que algún día significaron algo: justicia, igualdad, equidad. Uno piensa eso, mientras aparecen las imágenes desamparadas de los dos chivos expiatorios. Mientras toma conciencia de que la escena de Pepe, el Toro (Ismael Rodríguez, 1953), no volverá a ser lo mismo para algunos.

martes, junio 16, 2009

Presentación del número 2 de Nostromo, ¡al fin!





















Chequen lo chulo de bonito que nos quedó el índice:


Estudios Latinoamericanos. Perspectivas

Año II. Número 2
Otoño 2008 – Invierno 2009

Índice

Timón

  • Editorial

Nudos

  • Los estudios latinoamericanos: ¿de nueva cuenta en busca de sí mismos? Françoise Perus
  • Poética e historia de la cultura latinoamericana. La traducción en Haroldo de Campos Horacio Crespo
  • Traducción, nación e identidad cultural en América Latina Susana Romano Sued
  • Apogeo y decadencia de la historia regional Ignacio Sosa
  • Estudios Latinoamericanos e iconología Enrique Camacho Navarro
  • Asedios, reflexiones y notas en torno a La idea de América Latina Fernando Hernández González
  • Cuando el Aleph conoció al Cronotopo Cero Édgar Adrián Mora

Los estudios latinoamericanos y algunos escenarios I

  • La cultura para América desde el nacionalsocialismo: El Instituto Iberoamericano y la Fiesta de la Raza Mariana Coronel Gómez
  • 拉丁美洲 [Lādīng Měizhōu]: Латинская Америка [Latinskaia Amerika]: América Latina. Apuntes para una aproximación a los estudios latinoamericanos en Rusia y China Soledad Jiménez Tovar
  • Alcances y limitaciones de los estudios culturales en América Latina: academia, investigación, tensiones y acción política Juan Sebastián Gómez González
  • Una mirada desde los Estados Unidos, entrevista a Nicolás Shumway Horacio Crespo


Navegaciones

Política

Dossier: Chile

  • Gerenciando una revolución. Los intelectuales-políticos en el Chile de la transición Omar Núñez Rodríguez
  • Sobre promesas y amenazas. El fin de los enclaves autoritarios y las paradojas de una transición exitosa Carlos Durán Migliardi
  • Tras el exceso de la sociedad: emancipación y disciplinamiento en el Chile actual Manuel Guerrero Antequera
  • Subjetividad, organización y huelgas en los trabajadores precarizados en Chile Daniel Núñez
  • Chile rebelde: Las Jornadas de protesta contra la dictadura militar (1983-1987) Viviana Bravo
  • Chile: la historia, la historiografía… los historiadores Fabio Moraga Valle
  • Obama’s New York, Tyler C. Stypinski Socios y amigos. Luiz Inácio da Silva y los gobiernos antineoliberales Omar Núñez Rodríguez
  • El proceso de aprendizaje en las comisiones de la verdad en América latina Héctor Moreno Soto

Letras

  • Otras lecturas para Gabriela Mistral Meritxell Hernando Marsal
  • El viaje de la vida Martín Cristal
  • El doble en su laberinto: Amphitryon de Ignacio Padilla, o la sombra de Plauto Francisco García Jurado
  • Juan Preciado: viaje, ilusión y esperanza Sonia Adriana Peña
  • Parricidio tras parricidio Emiliano Mastache

Cuaderno de Bitácora

  • De basura, inmundicias y otros consuelos para solitarios Adolfo Becerril
  • Bajo tu peso enorme David Ojeda
  • Nuevos reclutas Guillermo Fernández Ampié
  • Día 2: Verde Gabriel Vázquez G.
  • Todo el cuarto es verde Daniela Ramos Cardoso y Emiliano Mastache Ramírez

Cultura

  • La Museificación del ’68 Luis Gerardo Morales Moreno
  • El Manicomio La Castañeda. Sitio de paso para una multitud errante Andrés Ríos Molina
  • El cine y la cita musical Nicolás Magaril
  • No conozco Bogotá, pero la olí viendo una foto. Apuntes en torno al estudio de la fotografía latinoamericana Abigail Pasillas M.
  • Mercado de pulgas Inti Meza V.
  • Efemérides, noticias y convocatorias

Sotavento

  • Simón Bolívar, de John Lynch Victoria Crespo
  • Crear la nación. Los nombres de los países de América Latina, de José Carlos Chiaramonte, Carlos Marichal y Aimer Granados (comps.) Irving Reynoso Jaime
  • El pensamiento mestizo, de Serge Gruzinski Andrés Kozel
  • Allende en llamas, de Julio Scherer García Viviana Bravo
  • Verdades innombrables. El reto de las comisiones de la verdad, de Priscilla Hayner Guillermo Fernández Ampié
  • ‘Muchachos casi silvestres’. La Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno, 1906-1936 de Fabio Moraga Jorge Rojas Flores
  • Una inquietud de amanecer: literatura y política en México, 1962-1987, de Patricia Cabrera López Enrique Aguilar R.
  • Revista de Crítica Cultural, Santiago de Chile Meritxell Hernando Marsal

Barlovento

Los estudios latinoamericanos y algunos escenarios II

  • ¿Qué fuimos, qué somos, a dónde vamos? Reflexiones a propósito del ensayo De memoria y de historia de los estudios latinoamericanos de Ignacio Sosa César E. Valdez
  • Estudios latinoamericanos… ¿para qué? Juan de Dios Escalante Rodríguez / Juan Cristóbal Cárdenas Castro
  • Andanzas de pasillo Nallely Ramírez Nataren
  • La militancia vista a partir de la negatividad Rosana Meireles Magalhães

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  • La idolatría por lo nuevo, Respuesta al artículo: Guillermo Guajardo Soto, “La ‘marcha retórica’ hacia el poder: notas sobre el militarismo y el análisis social en América Latina” Ismael Hernández Lujano
  • Cavilando sobre la crisis global en curso (Por una Argentina “casi” si automotores, sin plásticos, sin electrodomésticos…) Alfredo Armando Aguirre
  • La polémica Hernández-Kozel en los albores de Nostromo. Elementos para su reconstrucción histórica J. I. Blaβ Von Darumben
  • La máscara de Sócrates María Fernanda Crespo
Más detalles aquí.

sábado, junio 13, 2009

La necedad de los geeks


En algunos sitios afirman que es la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos, lo cual es risible nomás de entrada. Sin embargo, Serenity (Joss Whedon, 2005) tiene un encanto que sobrepasa el de los filmes series B, pero que no alcanza para calificarla como una obra maestra. Es digno de mención el hecho de que el director se lanzó a la aventura de hacer su película teniendo como base al elenco de la serie que le da origen (Firefly), misma que fue retirada en la primera temporada de emisión.
         Es una cinta que se deja ver, que muestra algunos puntos interesantes, efectos especiales bastante decentes tomando en cuenta el presupuesto, y una fe ciega en el proyecto que sería su mayor vitud.
         La historia, sin embargo, no escapa de los clichés de Imperio que domina a Pequeñas Sociedades que se rebelan con la ayuda de Fugitivos-Mercenarios-Elegidos que resultan triunfantes. Nada de otro mundo, pero que no dejará la sensación de haber desperdiciado miserablemente dos horas de la vida.

Tejidos, bordados y cosidos


Cuando la serpiente envejece,
la rana le da por el culo.
Satrapi, abuelo.

Bordados, una derivación de la obra de Marjane Satrapi, la autora de Persépolis, pone bajo la lupa del mundo occidental la práctica internacional del chisme indiscriminado. Sólo que en una sociedad profundamente conservadora como la iraní, el hecho tiene significaciones profundamente distintas.
          Todo ocurre alrededor del samovar, la tradicional hora del té en el cual las mujeres se despojan del velo cultural y de los atavismos establecidos por una sociedad que ubica a la mujer en un plano de inferioridad evidente y a todas luces injusta. Pero lo que Satrapi pone de relieve es el hecho de que esa relación se extiende incluso a los miembros de la sociedad que construyen sus vínculos desde Occidente. Iraníes que retornan o que establecen lazos conyugales o políticos con su tierra natal.
          Pero lo sobresaliente es la forma en que esas mujeres se reúnen para hablar de experiencias sexuales sin tapujos, sin, aparentemente, tener la mirada acusadora y harto pesada de los hombres iraníes. La habilidad de mostrar cómo lasw mujeres ejercen un cierto control sobre sus vidas, sobre todo cuando el marido ha envejecido, es uno de los toques de ironía más finos que la autora "teje" a lo largo del libro.
          Más allá de todo esto, se habla de matrimonios arreglados, de maridos homosexuales, de trucos para aparentar la virginidad durante la primera noche conyugal, de maridos proxenetas viviendo en Alemania, de operaciones de nariz-senos-nalgas, de matrimonios con viejos que aseguran una viudez tranquila, de terceros matrimonios y de "bordados" artificiales para recuperar la virginidad perdida.
          Satrapi escribe con un sentido del humor que es digno de mencionarse. Acá algunos fragmentos de la obra:

[Marjane con la abuela]
-¿Qué es la MTV?
          -Una cadena musical de televisión.
          -¿Ésa llena de capullos que cantan medio en pelotas?
          -¡Sí, abuelita!

[ibidem]
-Deberías aprender a cerrar un poco más los ojos.
          -¿Te parece de veras que así tenga un aspecto vivaz e inteligente?
          -No, pero te ayudará a encontrar pareja más fácilmente.

[en la tertulia]
-¿Sabes? Los hombres, como nosotras, también tienen su menopausia a los cincuenta, pero a ellos se les nota menos. Ésa es la razón por la que quieren estar con mujeres más jóvenes, para sentirse jóvenes también y probarse a ellos mismos y al mundo entero que "aún pueden". Si están con una vieja, eso quiere decir que ellos también son viejos. Así que yo, en lugar de dejar que una adolescente recogiera lo que yo he sembrado durante 25 años, decidí reaccionar. Miradme bien… ¿no habéis notado ninguna diferencia?
          -Tienes menos caderas.
          -¡Ya lo veo! ¡Has adelgazado!
          -Me parece que tienes las tetas más grandes.
          -Todas tenéis razón. Antes yo tenía las tetas pequeñas y el culo grande… y ahora tengo las tetas grandes y el culo pequeño. ¡Sí, amigas mías! Me hice quitar grasa de aquí [el trasero]… y me la hice inyectar aquí [las tetas]. Ahora, mis tetas son el único centro de atención de mi marido. No para de decirme que soy guapa y deseable, que me parezco a Brigitte Bardot, que soy lo mejor que le ha ocurrido en toda su vida, que si patatín, que si patatán… Todo eso no impide que ese idiota no sepa que, cuando me besa las tetas, en realidad es el culo lo que me está besando…
Y más. Recomendable.

Marjane Satrapi, Bordados, Barcelona, Norma, 2008.

miércoles, junio 10, 2009

Alma Mater



Traigo el corazón henchido, enorme, gigantesco. Ni siquiera el campeonato obtenido hace algunas semanas por el equipo de futbol de la Universidad me dio tanto orgullo (es decir, me gustó que el Tuca Ferreti fuera campeón [es una referencia puma, sin lugar a dudas], pero el equipo y su juego me pareció rutinario desganado, en fin).
          La UNAM ganó el Premio Príncipe de Asturias. He declarado hasta el hartazgo el orgullo y al agradecimiento que le tengo a esta institución en donde estudié, trabajé como vigilante de la Biblioteca Nacional y como profesor de Ciencias Políticas. A la UNAM le debo mucho de lo que soy como persona, como profesionista, como ciudadano, como latinoamericano, como ser humano. No hay demasiadas instituciones que puedan generar ese tipo de orgullo en nuestro castigado Mexiquito. Así pues: ¡Goya, Goya! ¡Cachún, Cachún, Ra Ra! ¡Cachún, Cachún, Ra Ra! ¡Goya! ¡Universidad!
          La información completa acá.

lunes, junio 08, 2009

Libro-blog

Me encontré un libro-blog. Se trata de las memorias, apuntes, chistes, sueltos e ideas geniales de Macedonio Fernández. El libro se llama Cuadernos de todo y nada y yo me lo encontré semiarrumbado en la biblioteca de la Universidad Iberoamericana en uno de esos días en los que uno se pasea sin saber qué es lo que quiere, pero con la sospecha de que algún volumen extenderá sus bracitos-solapa diciendo "llévame, llévame". Pero, fiel a su dueño, el libro no dijo eso, sino que más bien me miró de reojo, con cierto desdén, después se dedicó a seguirme por entre los estantes de los PQ y a hacerse güey. Hasta que, en determinado momento, dije: "Órale, va". Y me lo llevé a casa. Pensando, ingenuamente, que yo le había hecho un favor al librillo amarillo, cuando en realidad, el que hizo que me pasara un buen rato leyendo en el metro, algo que no hacía hace mucho tiempo, fue este volumen casi inédito de MF.
          El contenido del libro no tiene nada de biográfico y son más pensamientos, apuntes para historias a desarrollar, debates que se mueven entre la reflexión filosófica y la chacotería desmadrosa. Hay unos párrafos que pasan sin pena ni gloria, pero otros que merecen, en la incpacidad de explicarlos, mención textual. Dice, por ejemplo, del amor:
Amar es encontrar en otro más gracia en el vivir que en uno, o por lo menos igual gracia si uno la posee muy fina, delicada. Poco importa que sea un niño, un varón o una mujer. ¿Qué es ese encanto de la gracia de la vida en otra persona? Son momentos de felicidad de la vida en esa otra persona.
Reflexiona sobre la vida tanto como sobre la literatura, y esa reflexión es continua, anárquica, visceral. Es decir, harto estimulante.
Muchos libros son unos mamarrachos, porque es cosa penosísima hacer una buena novela.
          Conseguir un gran interesamiento, horrorizar, conmover... Con poco que le den, el lector se complace, pues él pone todas las pasiones o deseos. Para un hombre que despierto o durmiendo sueña con ser rico, es nada lo que el autor debe poner para darle el mayor gusto.

Fernández es un tipo cuya mayor gracia residía en ser tremendamente práctico. Si bien el humor está asociado a su quehacer literario, es cierto que su visión acerca de la vida también tiene ese dejo de practicidad. Varias ocasiones a lo largo del texto regresa sobre la cuestión de la fealdad y la belleza en el ser humano. Menciona, por ejemplo:
Bella es una persona cuya figura tiene más analogías o referencias a lo doloroso. Porque en realidad fea es una persona que no expresa vitalidad, que no expresa inteligencia, gran voluntad, sexualidad activa si receptiva, afectividad, benevolencia. Ahora, puede faltarle todo esto y ser bonita, pero no ser bella o fea. (Lo bonito es sensorialidad de color, líneas, en tanto que lo bello o feo es una expresión de las propiedades o facultades que conducen a la larga vivencia y a la armonía con los demás, o sea lo emocional-teleológico, mientras lo bonito es lo sensorial, ni teleológico ni antiteleológico.) Cuando vemos una cara muy fea nos parece -y con mucha razón- que expresa dolor o miedo, porque todo lo que es emocional tiene historia, tiene referencia a lo vivencial, a la inteligencia, en tanto que lo sensorial no tiene referencia a nada: una cara negra puede vivir tanto tiempo y ser tan inteligente como una blanca. [?]
La burla y la reflexión acerca de los propios sentimientos es algo que pone en entredicho con un humor más que ácido. Si bien se supone que en la cuestión amorosa lo que uno desea es el amor y el deseo del otro. Para el autor pareciera que esta visión le da, simple y llanamente, hueva. Y que una persona que se involucra en una relación sólo para hacerse partícipe del deseo del otro, es un individuo, a lo más, patético.
Decirle a una mujer “amadme” es la prueba de que se es un fatuo imposible y de que no se ama.
          “Usted es un hombre que me pone inapetente”, debería contestarse.

La política, la academia, la ciencia son temas que no escapan a su pluma, a esa ferocidad con que inicia sus esfuerzos de comprensión y de destrucción de los supuestos. Contra la hipocresía y la inutilidad de diversas instituciones. Cuestiona en algún sitio cuáles son los males que ha solucionado determinada institución, argumentando que, precisamente, la incapacidad para solucionar los problemas que se pretende exterminar es lo que permite la existencia de todos esos males. Contra la espontaneidad, por ejemplo:
--Improvisó un discurso el general F.
          --Si lo lee mal está perdido.

O acerca de la manera en que los líderes políticos han tergiversado las intenciones primeras de determinadas ideologías:
El capitalismo es una vocación muy interesante e inteligente, a la cual nada tenemos que agradecerle en sus afanes por Precios pero mucho en los afanes por mucha, buena y barata Producción. Lástima que el Capitalismo pierde toda su gracia cuando se cree Propietarismo y hasta Moral; lo cómico es que los grandes fundadores de patrimonios no son felizmente individuos de talante insolente, de tufo a Propietario; sus vástagos inútiles y tontos se encargan de la infatuación de propietarios.
Finalmente, sobre la necesidad de expresar abiertamente lo que sentimos, lo que somos, lo que queremos:
La Felicidad y la Soledad si no nos las ven no las tenemos.
Macedonio Fernández es un autor que se ubica en esa línea insólita que va caracoleando entre Jorge Ibargüengoitia, Ambroce Bierce, Emile Michel Cioran, Roberto Fontanarrosa y Miguel de Cervantes (ajá), es decir, un autor que no cree en la sacralización, ni en las momias, ni en la solemnidad. Cree en la inteligencia y el humor, en cómo éstos pueden modificar de manera completa la naturaleza del lenguaje. No sin razón, Borges llegó a decir de él:
En el decurso de una vida ya larga he conversado con personas famosas; ninguna me impresionó como él o siquiera de un modo análogo. [...] La erudición le parecía una cosa vana, un modo aparatoso de no pensar. En un traspatio de la calle Sarandí, nos dijo una tarde que si él pudiera ir al campo y tenderse al mediodía en la tierra y cerrar los ojos y comprender, distrayéndose de las circunstancias que nos distraen, podría resolver inmediatamente el enigma del universo. No sé si esa felicidad le fue deparada, pero sin duda la entrevió.
Lo más lindo del texto y que justifica el título del post, es que el libro parece una bitácora que, de haber vivido Macedonio en estos días, hubiese funcionado a la perfección como diversos posts de blog. Separados por una viñeta en espiral, los textos se presentan anárquicos, variados, de humores dispares, inteligentes, anodinos, con continuidad, sin ella. Como un blog. Eso animará leerlo o, dependiendo de la afición a la bitácora electrónica, pasar de éste.

Macedonio Fernández, Cuadernos de todo y nada, Buenos Aires, Corregidor, 1989.

miércoles, junio 03, 2009

Postales cubanas (3)


El mar de Cuba es un mar hermoso. Transparente. Casi casi como de película de Jacques Cousteau. Es decir como producto de efectos especiales y harta iluminación, más que como una maravilla de la naturaleza que nos estamos encargando consistentemente de destruir. Entre las transparencias del agua uno puede ver sin problemas a los peces que deambulan de un lado para otro. Y cuando digo que el mar es transparente, digo transparente en serio: uno se puede parar en lo alto de la muralla del Castillo del Morro, por decir algo, ver hacia abajo y verá no solamente el agua golpeando de manera consistente el muro de coral y cemento, sino que verá hacia abajo del agua como si de tal cosa se tratara. Como si con sólo estirar la mano se pudiese tocar el fondo lleno de peces multicolores, de corales distraídos, de cangrejos que huyen con una velocidad insospechada en su aparentemente inútil estructura.
          El mar es una de las cosas que más se disfrutan, aunque yo resulté alérgico al agua salada y me tuve que conformar con mirarlo. ¿Por qué por allá, me dijo una sirena hermosísima que sí se puso a competir con los peces, el mar se ve azul y más allá verde y más lejos azul oscuro? Misterio. Podría ser por el cielo. Podría ser por el fondo reflejado en la superficie. O una broma de nuestros ojos. No le pude explicar.
          Además de hermoso, el mar es proveedor. La gente pesca generosas langostas en sus aguas. De sabor exquisito, de precio prohibitivo debido a los altos aranceles que pagan los pocos locales privados de comida que existen.
          Sin embargo, algo que no podré olvidar del lugar en donde pasé una de las semanas más extrañas de mi vida es el mar. Confrontado con realidades apenas sospechadas, o dadas por ciertas y que no lo resultaron tanto. La brisa del mar saludaba cada tarde, cada crepúsculo, el pequeño balcón del cuarto. Ahí, deglutiendo (más que disfrutando, es una bebido demasiado estéril en términos de sabor) una cerveza Bucanero el viento paseaba ufano, no solamente entre los edificios semiderruidos y las lujosas residencias de las embajadas, sino también entre las miles de imágenes que me traje en la memoria.
          El mar está asociado al amor, sólo la "o" aparece intrusa en lo que sería un buen anagrama. No en balde aseguraba Jacinto Benavente: "Nada más parecido que el mar en calma y la sonrisa de una mujer. Dice el azul del mar: navega; y dice la sonrisa: ama; y no es más incierto el mar que la sonrisa". Uno puede tener las dos cosas alguna vez en la vida. O apenas sospecharlas.


(Nota: Se puede dar clic a las fotos para verlas más grandes.)

martes, junio 02, 2009

Postales cubanas (2)


Caminar por el callejón de Hammel en el barrio de Cayo Hueso, en el norte de La Habana, en la zona del Centro, es encontrarse con una policromía que contrasta con las casas casi derruidas por la brisa del mar y la falta de mantenimiento. Cuna del feeling durante los años cuarenta y "boulevard de la africanía", el callejón despide una sensación a barrio bajo, a misterio acentuado por las ceremonias de santería que se llevan a cabo en ese sitio.
          Patrocinado por el pintor Salvador González, la callejuela muestra una serie de murales en donde se mezclan motivos africanos, con referencias indígenas y marcas de lo español. Palabras, imágenes figurativas y fragmentos abstractos hacen que la vista se pasee distraída por las paredes de las casas que fungen como improvisados lienzos. Los fines de semana, jóvenes danzantes, percusionistas y harta gente, se dan cita en este lugar. En cuestión de minutos, la zona se ve por completo repleta de turistas que cámara en ristre intentan arrancar alguna imagen inolvidable de las muchas que se pueden rescatar en este sitio. Son testigos de esto, los tinacos que distinguen entre el agua de lluvia y la demás.
           En un extremo de la algarabía se puede tomar un negrón (jugo de caña con ron y miel) que, al paso de los minutos, se vuelven adictivos. Atrás de la mesa en que nos sentamos había una "madrina" de santería, leyendo el destino y bendiciendo al por mayor. Con su vestimenta tradicional, llena de reminiscencias esclavas y tambores llenos de ecos milenarios, el oráculo atendía a aquellos que pedían saber más de lo que se debería. El futuro es una cosa con la que no se debería de jugar. Si no existe, en esa mesa de madera rústica y entre las manos regordetas de la adivina puede comenzar.
           En el callejón de Hammel también hay zona VIP. Turistas europeos y norteamericanos que miran a través de los barrotes la danza frenética, los cuerpos sinuosos y el batir de los tambores. Yo me quedé un gran rato leyendo los graffitis que se encontraban en una de las paredes del callejón. Justo a un lado del proveedor de negrones. Transcribo, por ejemplo, uno que pasaría como haikú involuntario:
Después de muerto
no quiero ni disculpas
ni regalos.

Otro haikú existencialista que pone a rebotar algunas neuronas en la cabeza y que sería bueno recordar en esas debacles depresivas:
La vida te ama
la vida escucha
la muerte es sorda.

O aquél que podría, sin mucha dificultad, enfrentar airoso al dinosaurio de Monterroso:
Es un hombre muy soñador,
sin embargo, muchas veces,
los insectos no le dejaron dormir.

Sin embargo, el que más me gustó fue éste, que refleja, por mucho, el espíritu de esa fiesta comunitaria llena de olores, sabores, colores y sensaciones varias. El callejón de Hammel podría ser, sin problemas, el descrito aquí:
No es mi calle
no es calle de nadie
es nuestra calle
dueña de un solo misterio
que emanó colores una mañana
para vencer
con su viejo vence batalla.
En la puerta del manto
escribí tu nombre
tan lejana como la historia lejana
tierra, piedra, fuego y agua
aquí está la prenda
para que aprendas
porque profano es quien oculta
la verdadera palabra.

lunes, junio 01, 2009

Postales cubanas (1)


Los perros en Cuba son flacos, flacos, flacos. Se les ve por las calles, dentro de las casas, amarrados a los balcones y tienen una mirada triste. Como si quisieran juguetear pero no se atreviesen. En Viñales vimos a varios de ellos que viven prácticamente de lo que el turismo les agencia entre las sobras de la mesa. Disciplinados buscan cada uno su trinchera. Se deslizan furtivos entre las piernas de los comensales y esperan pacientemente que un pedazo de pan, carne o fruta se deslice hasta su hocico. Viven entre las patas de palo de la aldea taína de utilería. Deambulan calladamente. No creo haber oído ladrar a ningún perro en toda mi estancia. Como si una fuerza superior les prohibiera el exabrupto, el ruido, la exageración. En México, por ejemplo, los perros son como borrachos en Garibaldi: echan bronca por todo, ladran (gritan) a la menor provocación, enseñan los dientes, pelan los ojos; y, en el otro extremo, se alegran fervientemente, se lanzan al rostro del visitante, le mueven la cola, se le montan a la pierna en actitud fornicante a la menor provocación.
          Quiero creer que los perros cubanos hacen lo mismo. Sólo que necesitan entrar en confianza. Mientras, todos los que conocí o ví de reojo, me parecieron aburridos, tristes, como perros-ángeles de Wim Wenders, si es que algo así es concebible. Es imposible no darles algo. Frente a nosotros se sentó una turista norteamericana que llegó a la isla vía Cancún con alguien que parecía su marido (no se hablaban, se comunicaban como por telepatía rutinaria para pasarse la sal, el pan, parecían vivir una tregua de guerras personales dejadas allá, lejos, en el Imperio); decía, la turista vació el plato colectivo de comida (cerdo ahumado) con sus manos (unas manos blanquísimas-casi-transparentes con manchitas marrones y negras) que desaparecían periódicamente por debajo del mantel, mientras los demás comensales sentíamos el ir y venir de un perro justo debajo de nuestra mesa.
          Cuando uno se aleja del restaurante casi al aire libre, los perros siguen a los comensales hasta los autobuses de transporte turístico, se paran en un puente de madera que permite a los visitantes cruzar un pequeño arroyo y parecen agitar sus garritas en un gesto que figuran dibujar un "adiós" o un "hasta luego". No dura mucho. En cuanto otro autobús de turistas llega y sus ocupantes concurren a compartir los alimentos, los perros van tras ellos con paso cansino, como si supieran que esa rutina es su destino.
          Los gatos son, sin embargo, como en todos lados. Indiferentes, groseros y, casi casi, humanos. Nos encontramos uno en el Acuario Nacional de La Habana. No quiso posar para la foto. Apenas si nos miró y enfiló en sentido contrario, sin dignarse siquiera mirar hacia la cámara. Tragedia de turista no tener una buena foto de un gato habanero, que por lo demás parecía como un primo lejano de Suadero, su compinche mexicano que pernocta silenciosa y valemadrísticamente en mi casa. Iba como pensando que, por más que caminara, sus pasos siempre lo conducirían al mismo lugar, ese rincón habitable del Acuario del que probablemente no podría salir.