Avistamientos

Colaboraciones en revistas

Estoy en el rincón de una cantina…

ES PROBABLE QUE la primera cantina fuese una fogata en medio de la sabana africana o de los terrenos de lo que hoy reconocemos como Armenia. Probablemente ahí se dio por primera vez esa idea de compartir los fermentados de alguna fruta silvestre que causaba efectos desinhibidores en aquellos habitantes de la Tierra de hace 8000 años. De esa fogata en la que departían los hombres mientras se pasaban vasijas de arcilla a la actualidad ha corrido suficiente agua… y vino. La idea de la cantina (bar, pub, pulquería, taberna...(seguir leyendo)

La violencia a la vuelta de la esquina
«Vivimos tiempos violentos. Tiempos en los cuales la pobreza se ha convertido en una cuestión invisible, carente de importancia o que ni siquiera merece un poco de atención por aquellos que se dedican, con ahínco y todas sus fuerzas, a huirle. Tiempos de ceguera autoinflingida.» (seguir leyendo)

Tiempo para soñar
«Veía en un periódico en días recientes un infograma (creo que así se llama) donde aconsejaban las mentes preclaras del diario cosas para hacer más llevadero el viaje: leer, contestar correos electrónicos, ponerse al día con las redes sociales en las que se esté, sacar fotografías del entorno, aprender un idioma a través de diversas apps. (…) Me llamó la atención es que ninguna de las “sugerencias” para aligerar el viaje implicaba socializar con los compañeros de transporte.» (seguir leyendo)

Ideas que surgen mientras no se está escribiendo
Me pregunto cómo es posible la existencia de tantos escritores y tan pocos lectores. Es decir, la proporción tendría que ajustar, al menos, en condiciones de equivalencia: los escritores leen. Pero, más importante, los escritores escriben. Y muchos de los que se describen a sí mismo como tales parece que no están de acuerdo con esta tautalógica definición. Hay una premisa que explica de forma parcial la aparente contradicción: la idea de que vivir como escritor es más atractivo que la necesidad tácita de saber que tal profesión requiere del... (seguir leyendo)

Feliz fin del mundo: no olviden cerrar con llave
«Si es posible concebir un fin del mundo (o de la visión de ese mundo, que no es lo mismo) es porque la humanidad ha tomado conciencia de su propia caducidad. La muerte colectiva se plantea como el cierre necesario de un proceso: el de darle sentido a la propia vida individual». Parece que tal cuestión nos entretiene (seguir leyendo)

Los muchos, muchísimos, libros
«¿Qué pasará con la biblioteca tal y como la conocemos hoy? ¿Los acervos gigantescos de libros impresos en papel se conservarán en un futuro no tan inmediato? La velocidad de miniaturización de los componentes de memorias digitales, discos duros y demás artefactos corre de manera tan acelerada que no es descabellado pensar que, en determinado momento, un usuario de los fondos bibliográficos de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (por poner un ejemplo) podrá llevar en su mochila el acervo completo.» (seguir leyendo)

América Latina: democracias simuladas y renuncia a la ciudadanía
En América Latina la democracia existe, sin duda, pero sólo para unos cuantos, los happy few que tienen el suficiente poder o el suficiente dinero para hacer valer sus derechos. Los otros, los desposeídos y los pobres –es decir, la mayor parte de la población–, han de conformarse con sobrevivir en una hermosa y resplandeciente democracia imaginaria. —Jorge Volpi, “La democracia en América (Latina)”
América Latina es una región en donde la democracia, comprendida desde la perspectiva del liberalismo occidental, es una forma de comprender la constitución de los... (seguir leyendo)

Yo sé que la sal no sala…
“Se han gastado ríos de tinta, miles de tímpanos, camiones llenos de cerveza en noches eternas, toneladas de acetatos, de programas de radio, de artículos de revistas. Todo para intentar definir qué es el rock y, más aún, cuáles son los efectos que ha tenido sobre las sociedades en las que se manifestado. Porque este ritmo camaleónico ha obtenido visado y ciudadanía en el mundo entero”. El autor nos muestra la realidad del rock en América Latina: ¿el rock fue lo que se propuso? ¿O lo que sus escuchas creíamos que se proponían? (seguir leyendo)

La pseudomilitancia digital: activismo de la pereza
Varios conceptos se evocan al pensar en la idea de activismo político en América Latina. Desde la perspectiva romántica, producto de la memoria de las luchas revolucionarias en la región, se configuran imágenes que hoy, paradójicamente, pierden mucho del significado que tenían: la fotografía de Korda en la que inmortalizó al Che, la gráfica del combatiente sandinista con bomba molotov en ristre, las gráficas múltiples del Subcomandante Marcos (extrañamente a la baja en el mercado icónico de la nostalgia revolucionaria), los afiches artificialmente amarillentos de Eva Duarte. Estas imágenes, que... (seguir leyendo)

Ese otro en el reverso del espejo: multiculturalidad, migración y cultura en América Latina
“La idea de la multiculturalidad en América Latina se encuentra como uno de sus componentes constitutivos y que le otorgan, en más de un sentido, características que le ayudan a concebir su propia identidad.” (seguir leyendo)

La crisis o los molestos chirridos de la tiza sobre el pizarrón
La palabra crisis es molesta. Dos vocales débiles que generan una sensación de chirrido, similar al ruido de un gis sobre una pizarra seca. Y esa molestia que genera el chirriar del gis sobre la pizarra se vuelve más molesto conforme su sonido se sigue repitiendo. La palabra crisis tiene efectos similares. Es una palabra multifuncional. Cuando se habla de un punto de decadencia que linda con la extinción o con el cambio de estado, aparece. De tal forma tenemos crisis políticas, crisis económicas, crisis conceptuales, crisis generacionales, crisis de los... (seguir leyendo)

Una multitud de hermosos cadáveres: jóvenes, educación y criminalidad
Estos son los más idealistas (o ingenuos). Los que aún confían en los mecanismos meritorios de ascenso social. Están también los otros. Los desesperados. Los que no están dispuestos a pasarse casi veinte años detrás de los libros, las plumas, las computadoras. (seguir leyendo)

Columna Soundtracks impresos.

Andanzas de un luthier solista, sobre Cuentos en serio de Daniel Rabinovich. (Leer)
Poesía y hip hop hasta la sordera, sobre Mientras menos hagas de Feli Dávalos. (Leer)
Guacarrock con chemo y rol, sobre Diario íntimo de un guacarróquer de Armando Vega Gil. (Leer)
Los genios no deberían envejecer, ni ser mortales, sobre Mis salvajes rockeros de Jordi Sierra i Fabra (Leer). 
Lo bueno de que toda tu ropa sea negra, sobre Ojos llenos de sombra de Raquel Castro. (Leer).
El violín de Sherlock Holmes, sobre Estudio en escarlata de Arthur Conan Doyle. (Leer).
Música para invocar al Mal, sobre Niños mutilados en el reino de los cielos de Mario Cruz. (Leer).
La sangre de la cual se alimenta Dios, sobre Temor de Dios de Eusebio Ruvalcaba. (Leer).
El cantante más grande del mundo, sobre La canción de Orfeo de Neil Gaiman. (Leer).
La vida es una lista de cosas que nos pasan mientras hay música de fondo, sobre Alta fidelidad de Nick Hornby. (Leer).
Johnny Be Good, Charlie Be God, sobre El perseguidor de Julio Cortázar. (Leer).
Cotización amorosa a la baja, sobre €ro$: la superproducción de los afectos de Eloy Fernández Porta. (Leer).
Sinfonía violenta con jugo, sobre La naranja mecánica de Antony Burgess. (Leer).
El infierno por todos tan vivido, sobre Nos veremos en el infierno, Kurt Cobain de Rubén Don. (Leer).
Música e historia para sintonizar, sobre Apague la luz... y escuche de Pável Granados. (Leer).
Voy a cantar un corrido, sobre Flor de Capomo de Paul Medrano. (Leer).
Una tonada transistorizada, sobre Lírica de Jaime López. (Leer).
Lo malo de las jiras es que crean adicción, sobre Las jiras de Federico Arana. (Leer).
Huele a cómic adolescente, sobre Kurt Cobain: el ángel errático de Barnaby Legg y Jim McCarthy. (Leer).
Una historia (casi autobiográfica) de rock and roll, sobre Powder de Kevin Sampson. (Leer).


"En qué cabeza cabe", cuento.
¡Cómo se retorcía el gato! Moviéndose de un lado a otro. Se arrastró hasta que el polvo del suelo se le quedó pegado a los pelos duros y empapados de sangre. No supe por qué lo hice. Será porque escuché en la televisión que los animales soportaban más el dolor que las personas. Entonces se me ocurrió que el gato no debería de experimentar dolor. Si hasta mi madre dice que tienen siete vidas, ¿no? Pues si pasara algo malo, sólo estaría gastando una vida del gato. Le quedarían seis si es que no había malgastado ninguna de las otras. Aparte el gato es fuerte. Lo he visto caer de la azotea sin emitir ruido alguno. Se ha quedado atrapado entre las ramas del ciruelo del patio tratando de atrapar algún pajarito y solamente se pone a maullar. Papá lo patea cada que puede. Dice que deja los sillones llenos de pelos y que esa costumbre de subirse a la mesa no puede ser buena. (Seguir leyendo).

"Voladores", cuento.
Desde los seis años se sube al palo. Se amarra con los brazos y con los pies al tronco de ocote que después de un rato se comienza a mover de un lado para otro, como si le dieran cosquillas los pies que lo recorren. Hoy es su primer día como oficiante, en el mero atrio de la iglesia de Cuetzalan y en honor al señor san Francisco, “el varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial”, como recita el sacerdote cada vez que alguien le pregunta quién había sido el santo. (Seguir leyendo).


Minificción "Hogar, dulce hogar", para el número Viajeros. (Leer):


Es que vivimos tiempos muy contemporáneos
Reflexiones acerca del parricidio en la tradición literaria mexicana en el inicio del siglo XXI.
(Leer).

Cuando el Aleph conocio al cronotopo cero
Ensayo sobre los encuentros y desencuentros de la literatura latinoamericana en el siglo XX.
(Leer).

Instantáneas personales desde Cuba
Crónica de un viaje a la isla en tiempos de contingencia por la gripe aviar.
(Leer).


Crónica underground: un viajecito por el inconsciente del Metro de la Ciudad de México
Del apretujamiento al danzón involuntario, permita el libre cierre de puertas, ¿por qué no se hará a un lado la gorda ésa de la puerta?, mire, mire, le traemos la oferta, la promoción, solamente Dios, el Salvador, Nuestro Padre, puede ofrecer perdón, salieron de San Isidro procedentes de Tijuana, ya sé que no soy un gran payaso ni un gran cómico pero… ¡ay, viejo cerdo, vaya a manosear a su madre, cabrón!, no puedo hablar ni oír, vendo esto para ayudar a mi familia: $5.00. Atención pasajeros, próxima estación La Ciudad Tirana, favor de no permanecer en los vagones. (Seguir leyendo).

Crónica de un concepto olvidado: la idea de resistencia en el pensamiento latinoamericano
La resistencia como manifestación de desacuerdo implica, ante todo, la existencia de dos elementos obvios: aquél que resiste y aquél al cual se opone tal resistencia. La idea de resistencia implica de entrada una idea de violencia, violencia dirigida sistemáticamente contra una víctima. El que resiste no puede tener otra naturaleza que la de víctima en tanto sufre desde su humanidad los ataques, reales o simbólicos, del victimario. Históricamente, el victimario ideal ha sido el conquistador, figura mítica y real que encarna de manera perfecta una imagen de violencia. El sometimiento antecede a la resistencia y ésta precede a la defensa, que es en sí, un acto de respuesta. (Seguir leyendo).

Chapado a la antigua
Ya no es lo mismo. Definitivamente el arte de robar se ha convertido en una profesión sin método. Una jauría de aficionados se ha colado con prácticas cada vez más violentas y sin una idea de lo que la ética representa. El arte de robar, porque indudablemente se constituye por derecho propio en un arte, alcanza el más alto grado estético en la cara de sorpresa de aquél que ha sido robado. Y es que una cara de sorpresa no es lo mismo que una cara de pánico. La tradición muere rápidamente y ahora abundan los rufianes adolescentes que con un arma en la mano destruyen todos los fundamentos no escritos de la educación a la hora de robar. (Seguir leyendo).

Las flores del mall (Esdrújula hermenéutica. Crónica metafísica del centro comercial) 
Uno de los fenómenos más interesantes de lo contemporáneo tiene que ver con la forma en que la sociedad capitalista ordena los requerimientos de consumo de las mercancías demandadas por los distintos sectores sociales. Dos sistemas de oferta de mercancías sobresalen en ese escaparate metafísico de las necesidades (básicas y creadas) de los seres humanos habitantes del amanecer de la centuria número veintiuno. Por un lado se tiene el esquema de oferta representado por el supermercado, un conglomerado de productos de las más diversas naturalezas que se regodean en la presentación del exceso y la repetición. El supermercado es el lugar en donde las imágenes comerciales producto de sesudos análisis de diseño industrial llegan a los aparadores para demostrar la irrenunciable sociedad en serie que habitamos. (Seguir leyendo)


Cómo los perros intentan atrapar su propia cola, sobre El paraíso que fuimos de Rosa Beltrán
Rosa Beltrán acaba de sacar al mercado bibliográfico su más reciente novela titulada El paraíso que fuimos, obra en la que la autora de otro libro interesantísimo, La corte de los ilusos, demuestra cómo se puede hacer literatura sin tener que apegarse a los cánones restrictivos que la globalización económica parece imponer también al arte. Con referencias a la realidad nacional y con un sentido del humor que va del Ibargüengoitia de Estas ruinas que ves a Mafalda de Quino, y con estación programada en la mejor crítica paródica de El eterno femenino de Rosario Castellanos, Beltrán logra ofrecer una obra por demás terminada en cuanto a sus intenciones estéticas y a su afán de crítica de la situación de vida en la contemporaneidad. (Seguir leyendo).

La destrucción consciente de los discursos paradigmáticos, sobre El fin de la locura de Jorge Volpi
Jorge Volpi se viene perfilando, de un tiempo a esta parte, como uno de los escritores que parecen haber encontrado la fórmula para convertirse en un escritor profesional consistente y exitoso. Atrás quedaron los tiempos del Centro Universitario México, durante sus años de preparatoria, en los que germinó en él la idea de convertirse en escritor. A pesar de nunca obtener el primer premio en aquellos concursos estudiantiles (superado muchas veces por su compañero en esa asociación bautizada como el crack: Ignacio Padilla), su idea acerca de la literatura siempre ha sido consistente con las obras que ha dado a luz. (Seguir leyendo).

"Por una cabeza", cuento.
La había visto. Fisgoneando por en medio de las cortinas había atestiguado que la mujer que suponía única y propia (su mente no la concebía en otra situación más que en la de pertenencia) estaba en brazos de otro hombre. Miraban juntos la televisión echados sobre un sofá al que ya se le veían varios lustros encima. Se veía cómoda. (Seguir leyendo).

"Echar de menos", cuento.
Como hormigas. Sí, como miles de hormigas. Patas minúsculas recorriendo uno a uno los poros de su piel. Encerradas en su piel. Sa­turando sus venas con su andar frenético y sus antenas inquietísimas. Llenando sus pul­mo­nes, su garganta, im­pidiéndole respirar. Como un sueño sin fin. Alucina­cio­nes sin me­mo­ria. Fiebre. Como un aire pesado, irres­pi­rable. Un reloj de arena sumergido en la bañera. Igual a un gato disecado, con la mirada perdida en el espa­cio, con las pupilas dilatándose a intervalos. Como un ratón entre los dientes de una trampa que cada vez se clavan más profundo. Como un muerto que siente las pri­me­ras paladas caer sobre su ataúd. Eso, como un muerto que toma conciencia de su propia muerte. (Seguir leyendo).

Carta al abuelo Tejón, epístola.
El primer texto de creación que me publicaron. Primer premio del Concurso Cementerio Postal de Carta para los Muertos organizado por la UNAM. (Leer).

* Carta al abuelo Tejón, dramatización radiofónica.
Dirección creativa: Emiliano Pérez Rascón.
Locución: Juan Stack.
Transmitido en Radio UNAM.

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