domingo, enero 30, 2022

Juventud, maldito tesoro



Un par de veces intenté leer completo El guardián entre el centeno (varias ediciones, primera en 1951) de J. D. Salinger (New York, 1919) pero siempre terminaba atorado en algún punto de los primeros capítulos en los cuales el protagonista me parecía insoportable y la secuencia de los hechos que contaba, como narrador en primera persona, intrascendentes. Abandonaba la novela sin mayor culpa y esperando encontrar una mejor ocasión para concluir este pendiente de la cultura general de alguien que trabaja con las letras, a decir de la crítica que coloca en canon (y al mismo tiempo en los territorios de obra de culto) a la obra referida. 

Dos cosas me llevaron a intentar su lectura de manera más seria y disciplinada. Por un lado, el comentario de mi amigo Carlos Dzul quien afirmó en una publicación, en la que le comenté mi decepción por el libro, que era una de sus obras preferidas. Y por otro lado, la vista de My Salinger Year (Philippe Falardeau, 2021), en donde una asistente en una agencia literaria, la que atiende precisamente los contratos de Salinger, decide leer y contestar la numerosa correspondencia que el autor recibe a raíz de la huella que la obra motivo de estas líneas había dejado en sus vidas. 

La obra es una novela que aborda la crisis de la adolescencia, la total falta de norte de un joven que es expulsado de la escuela y cuyo comportamiento linda entre el berrinche, la anarquía y la imposibilidad de expresar el conflicto interno derivado de su depresión permanente. Nos relata la manera en cómo este joven lidia con cuestiones terribles: la muerte de un hermano, la aparente indiferencia de los padres ante las emociones y sentimientos de sus hijos, la tragedia que representa ser el hijo de enmedio y la imposibilidad de encontrar un lugar agradable en el mundo. 

Me gustó haberme obligado a terminar esa lectura pendiente. La primera vez me acerqué a ésta a partir del morbo: el hecho de que muchos magnicidas, al momento de ser capturados, traían con ellos un ejemplar del libro en cuestión. No estoy seguro si esta obra le dice algo a los adolescentes actuales. Quizás es imposible no identificarse con la sensación de estar deprimido mucho tiempo, de tener cierta obsesión por las cuestiones sexuales, de hallar en familiares (la hermana de Holden es uno de los personaje más cálidos de la literatura) un refugio al cual llegar en medio de las tormentas, de intentar la huída de casa sometidos al azar. 

Entiendo ahora el nivel de culto que se le profesa en variados círculos y las razones por las cuales se ha convertido en una obra que navega de manera clara entre el canon de la literatura norteamericana y la cultura pop del siglo XX. Me plantea también, la posibilidad de retornar a obras que abandoné en algún momento de mi vida, quizás esos libros hayan cambiado de la misma manera en que yo lo he hecho como lector. 


La insoportable levedad del no-ser




En La identidad (Tusquets, 1998), Milan Kundera (Brno, 1929) cuenta la historia de dos personajes parisinos, Jean-Marc y Chantal, que a partir de su relación de varios años parecen consumirse en la lentitud y anomia de la cotidianidad conyugal sin mayor sorpresa. Un comentario de ella, resultado de la verbalización de sus soliloquios internos: “los hombres ya no se vuelven a mirarme”, desata una serie de situaciones en las cuales el autor checo mezclará por igual el monólogo interno con el surrealismo y con las posibilidades desbordadas de sus protagonistas. 

La tesis que parece encontrarse detrás de la obra refiere a la manera en cómo las parejas que han compartido su vida durante mucho tiempo tienden a confundirse, (a con-fundirse) uno en el otro hasta hacer borrosos los contornos de sus propios cuerpos, comportamientos e identidades. Se desprende una incomodidad existencial, como individuos, de los dos personajes: Jean-Marc depende económica y emocionalmente de Chantal, ésta no encuentra en su compañero todo lo que podría permitirle ser feliz completamente. 

Una serie de malentendidos (un conjunto de cartas enviadas por un supuesto admirador secreto de ella) desata un clímax en donde la evaluación de esa vida en pareja se convierte en una serie de actos impulsivos y, hasta cierto punto, exentos de reflexión. Kundera consigue llevar al lector por un camino en el cual la psique de sus personajes dibujan una realidad alterna que les permite explorar el lugar que tienen en el mundo y, en cierto sentido, ubicarse en éste. Es una historia que requiere de mantener la atención a fin de no perderse en los recovecos narrativos que pendulan entre la imaginación y la realidad. Ese es, sin duda, uno de los aspectos más característicos de la poética del autor y la razón por la que varios nos declaramos lectores incondicionales del mismo: la posibilidad de construir mundos atractivos y entretenidos a partir sólo de la manera en cómo los personajes tejen realidades alternas en su interior, infiernos personales que cuestionan su cordura, su existencia o su propia felicidad.





martes, enero 18, 2022

La felicidad está en otra parte



En Happycracia: cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas (Paidós, 2019), los investigadores Edgar Cabanas (Madrid, 1985) y Eva Illouz (Fez, 1961) realizan una muy interesante genealogía con respecto de la manera en cómo la felicidad se ha convertido en uno de los parámetros de medición más recurridos para significar la vida de las personas alrededor del mundo. Un parámetro que es ambiguo, subjetivo, sometido al contexto y, en muchos sentidos, completamente inútil. 

A través de las páginas de este libro, acudimos a la relación que nos describe la evolución de lo que se ha dado en llamar psicología positiva, una forma de construir un aparato en apariencia científico para desplazar preocupaciones de tipo social y colectivo a una posibilidad de realización individual que le sienta de maravilla al sistema neoliberal y de capitalismo salvaje en el cual vivimos. 

Cabanas e Illouz abordan la forma en cómo la felicidad se ha convertido en un valor en sí mismo (si no el máximo) para comprender las razones por las cuales una persona es productiva, eficiente y dispuesta a “dar lo mejor de sí”. Lo que aparece como una finalidad noble, esconde una serie de situaciones en las cuales los principales beneficiarios son las grandes corporaciones y diversos gobiernos y centros de poder. La felicidad se convierte en un fetiche deseable y que se persigue de manera obsesiva, lo cual genera una serie de consecuencias que van de la autoexplotación de fuerza de trabajo, a la enfermedad mental y, de ahí, al establecimiento de una sociedad cuya vocación solidaria se extravía por completo. 

Lo interesante del texto es el rastreo que los investigadores hacen para desvelar los mecanismos que diversos científicos echaron a andar para legitimar el estudio de la felicidad como una ciencia total, la ciencia que permitiría la realización total del ser humano. De tal manera, aparecen detrás de centros de estudio, facultades, fundaciones y universidades, el financiamiento de empresas que se caracterizan por sus resistencias a la lucha de derechos laborales y por el ejercicio de la precarización de las condiciones de vida de sus trabajadores. 

Una de las tesis principales de esa ciencia positiva (a cuya sombra se arriman una serie de nuevos chamanes: coaches de vida, motivadores profesionales, asesores de productividad, gurús new age y especímenes similares) indica que la posibilidad de triunfar en la vida y de mejorar económicamente y en términos de satisfacción existencial, depende exclusivamente, o en mayor medida, del sujeto. Una meritocracia que es cuestionada, de manera reiterada, por el sistema en el cual se reproduce esa idea y que se convierte en credo de una gran cantidad de personas que pierden de vista la responsabilidad del sistema socioeconómico con respecto de su suerte, y se culpa a sí mismo por no ser suficientemente capaz, resiliente, inteligente y “trabajador” para modificar sus propias condiciones de vida. Ese es, en gran medida, el acierto de este tipo de conocimiento: reducir responsabilidad a un sistema depredador y dejar en el sujeto la convicción de que el pobre es pobre porque quiere, y el infeliz porque no se esfuerza lo suficiente con su apatía y su tristeza. 


lunes, enero 17, 2022

Jack Sparrow en la Facultad de Filosofía y Letras


 The Professor (Wayne Roberts, 2018). Un profesor universitario recibe la noticia de que le quedan solamente unos meses de vida a causa de un cáncer terminal. Por esta razón decide cambiar su comportamiento de manera radical. La cinta se sostiene sobre el cliché que afirma que cada momento que se vive puede ser el último, por lo que se debe aprovechar la vida al máximo. 

    Para el protagonista, esto significa alcoholizarse y drogarse hasta la inconsciencia, así como tener relaciones sexuales casuales e impulsivas, así como explorar las posibilidades de la homosexualidad. Frente a su esposa infeliz e infiel y su hija lesbiana, opone una vida superficial que se intenta hacer pasar como trascendente y profunda, pero que no lo es. 

    La actuación  de Depp es exagerada y llena de tics; en algunos momentos pareciera que Jack Sparrow estuviera hablando sobre literatura clásica y contemporánea mientras se tambalea por la embriaguez. Hay un perrito y eso es un punto a su favor. No les va a cambiar la vida, pero quizás les haga ladear un poco la cabeza en algún momento. 

Notas musicales entre la espesura del bosque gótico


En la novela gráfica El violín negro (Conque, 2019) de Áurea Freniere (México, 1978) podemos encontrar diversos elementos que remiten a un periodo específico del arte: el Romanticismo. Imbuido de ambientes ominosos y naturales, con la recuperación de seres y personajes mitológicos, además de la presencia de temas antropomorfizados, como la muerte y la locura, la obra deambula por tiempos antiguos y territorios ajenos a lo mexicano o local para aludir al registro del gótico europeo, con medianos resultados. 

La historia aborda la leyenda de un bosque maldito: quien se interna en éste, se encuentra destinado a perderse de manera irremediable. La entrada a la historia está a cargo de un grupo de excursionistas contemporáneos que llegan hasta los lindes de ese supuesto bosque y escuchan la historia de labios de un “viejo” (el aspecto gráfico no coincide con las alusiones que se hacen a su edad) que narra la manera en cómo una mujer encontró la perdición al internarse, junto con su prometido, en las penumbras del bosque. 

La intención de mostrar la forma en cómo los relatos antiguos tienen resonancia en la época actual, al ir y venir del relato narrado, al presente del narrador testigo es buena, sin embargo, la reiteración a lo largo de las páginas se vuelve algo cansado y desnuda la intención de generar una tensión narrativa que tendría que manifestarse en la historia contada y no en los constantes cortes a la misma. 

Hay también una serie de situaciones que hacen tambalear la verosimilitud de la historia, además de una especie de ambigüedad con respecto de las figuras antagonistas que impulsan el relato: las criaturas del bosque (las hadas carnívoras y despiadadas), la “dama”, el violinista maldito… en fin, el embrollo crece sin que la claridad abone a que el lector empatice con la protagonista. Esto es también algo para hacer notar: no hay una conexión entre la protagonista, sus acciones y la búsqueda del lector. La historia transcurre, pero la emoción no aparece. Hay tensión narrativa, pero no emoción; no hay manera de sobresaltarse, alegrarse o enojarse con lo que estamos leyendo. 

El final abierto, la identidad ambigua del narrador testigo y la casi antipatía que genera la protagonista, no ayudan a que el lector conserve la memoria de esta lectura como algo trascendente. Es la primera obra de la autora, por lo que, quizás, el futuro apunte trabajos donde esos escenarios y aficiones encuentren una mejor realización en el papel.



viernes, enero 14, 2022

Tina Modotti: artista, revolucionaria, mujer de su tiempo



En Modotti. Una mujer del siglo XX (Conque/ Para leer en libertad, 2019), Ángel de la Calle (Molinillo de la Sierra, Salamanca, 1958) construye un relato que abreva de una buena cantidad de recursos para contar la historia de una de las protagonistas de la historia de América Latina y del mundo. Injustamente asociada solamente a la muerte de Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista Cubano, y exiliado en México a raíz de la persecución del régimen del dictador Machado en las épocas pre-revolucionarias de la isla, la biografía de la inmigrante italiana se extiende hasta territorios por completo desconocidos. 

En estas páginas accedemos a la historia de una mujer que fue, en diversas etapas de su vida, actriz de cine, modelo, fotógrafa, traductora, redactora, reportera, agente al servicio del gobierno soviético, organizadora de brigadas solidarias durante la Guerra Civil Española, siempre errante, siempre perseguida, atormentada y con la sensación de estar de manera provisional en el mundo. Una mujer sin patria, con muchas de ellas, ciudadana del mundo. 

Dice Paco Ignacio Taibo II, quien escribe los prólogos de esta edición, además de aparecer como personaje dentro de la misma historieta, que no se puede llevar a cabo la escritura de una biografía si no es desde el amor y el cariño. En este caso, se cumple a cabalidad con este supuesto. El autor se presenta como un personaje que deambula en el tiempo y el espacio del planeta buscando las respuestas a las preguntas que le permitan develar el misterio último que se ha propuesto: reconstruir la vida de una mujer que aparece como una especie de nota al pie o de escenario marginal dentro de la historia de la izquierda mexicana e internacional de la época previa a la segunda gran guerra. 

La estética nos refiere a trabajos previos que aluden a la memoria, como Maus de Art Spiegelman, pero también hay un cierto aire a manga en términos visuales, y a los trabajos de Joe Sacco, con respecto de las vocación periodística e histórica, además de la aparición del propio autor como personaje de su ficción. En este sentido, no es una biografía tradicional, didáctica o que ilustre solamente la vida de la protagonista, sino una reflexión y una toma de partido con respecto de las acciones que se enumeran a lo largo de las viñetas. 

Es, también, una muestra de pulso narrativo afinado, de oficio en el arte de generar la tensión que permita continuar pasando las páginas en búsqueda de respuestas o, simplemente, para hurgar en los diversos escenarios narratográficos que De la Calle propone: los diálogos con Taibo II para organizar y echar a andar la Semana Negra de Gijón, así como para resistir a su intento de desaparición; la disputa onírico-alcohólica entre un Superman fascista y un Batman comunista, ambos seniles y refugiados en cuartos de hotel de diversos países del mundo; los paseos del autor por los sitios en donde se refieren las acciones que significan la vida de Modotti y en donde las preguntas y las hipótesis detectivescas aparecen como posibilidad de comprensión. 

Es un libro con una clara vocación narrativa, con intenciones de revisionismo histórico y de visibilización hacia un ser humano complejo y lleno de matices. Este tratamiento podría ser, sin duda, el germen para una película interesantísima y con todas las dosis de un buen thriller de espías y de drama histórico. En tiempos en donde se visibiliza el papel imprescindible que diversas mujeres tuvieron en variados hechos históricos, este es un documento que, sin duda, se sintoniza con los tiempos que corren. Muy recomendable. 


jueves, enero 13, 2022

Venus, Marte y otras cosas sabidas


The Female Brain (La química del amor, EU, Whitney Cummings, 2017) es una comedia romántica que arriesga en la forma de presentar su relato, sobre todo en la primera parte en donde se confunde el registro del documental educativo con el de la ficción. 

     Una neuróloga estudia las diferencias entre el cerebro masculino y el femenino; cree haber encontrado la manera de no depender de la interacción romántica, todo ello consecuencia de un trauma amoroso. Pero, ¡oh, sorpresa!, se enamora. 

     Resulta, a final de cuentas, una mirada complaciente hacia las maneras y mecanismos del amor romántico tradicional y hacia los mandatos impuestos por el heteropatriarcado. Hay momentos divertidos, merced a la experiencia como standuperos de los autores del guión, la directora del filme y Neal Brennan (de quien recomiendo su show 3 mics). 

     Deficiente en varios aspectos, como la musicalización y el diseño de audio, es, no obstante, un buen divertimento. 

"Lo que más están publicando son memorias"


The Tender Bar (El bar de la esperanza, EU, George Clooney, 2021) es una cinta basada en las memorias de J. R. Moehringer, narra el mcrecimiento de un niño junto a su madre soltera y la familia extendida de ésta. El padre ausente es uno de sus temas y su representación, uno de sus aciertos. Con altibajos de ritmo y algún gazapo de edición (la transiciónde recuerdo infantil evocado en el tren y su salto al presente enunciativo, por ejemplo), no pierde su vocación de entretenimiento, sin que genere grnades reflexiones vitales o existenciales. 

         Es una cinta que se ubica entre los relatros de formación/crecimiento del artista y de cómo su biografía se refleja en la obra y, hasta cierto punto, la condiciona. Es también una referencia velada a la tendencia dominante en el medio editorial por publicar autoficciones.

         Sobresale el personaje del tío Charlie (Ben Affleck) como la figura paterna sustituta del protagonista y como su ancla al mundo. No rehúye los clichés del escritor y su vida atormentada por el amor romántico tóxico y sus tendencias alcohólicas. Buena, a secas. Eso sí, la selección y el diseño musical es excelente. 

miércoles, enero 12, 2022

Esperpentos, hipérboles y estereotipos


Chilangolandia (México, Carlos Santos, 2021) es una sátira sobre la Ciudad de México, su área metropolitana y las personas que la habitan. Esperpéntica, exagerada y anticlimática. Tiene algunos gags que podrían ser graciosos, pero que se diluyen en lo excesivo del conjunto. Su abordaje sobre la naturaleza corrupta del entorno político-social de la urbe y sus habitantes tiene posibilidades de crítica hacia este fenómeno que resultan fallidas; el resultado se acerca más a un episodio de La familia Peluche con sangre, violencia y balazos (lo cual para algunos quizás sea una cualidad). 

     Se salva a medias por detalles como la aparición de Luis Felipe Tovar como La Rata, un ladrón elegante, pero no más. El resto de los actores parecen creer de manera sincera que actuar consiste en gritar desaforadamente. Para ver bajo su propio riesgo mientras se plancha la ropa o se quita el arbolito de Navidad.