martes, octubre 19, 2010

¡Ay, qué Madero tan hombre/ bonitas son sus aiciones...

Madero funda el Partido Antirreeleccionista para contender por la presidencia a partir de que el presidente Díaz afirma, en una famosa entrevista con James Creelman, que no contendría por la presidencia en el proceso de 1910. Todo esto animó el ambiente político, por lo que Madero, en fórmula con el tamaulipeco Francisco Vázquez Gómez, comenzó a realizar una vigorosa campaña política que fue creciendo en apoyos y consenso entre la población. Era previsible que, de respetarse las condiciones expresadas por el presidente Díaz, la fórmula antirreeleccionista triunfaría en los comicios. Sin embargo, don Porfirio no cumplió las promesas que había hecho y comete un fraude que lo coloca nuevamente en la silla.
          Madero es apresado en San Luis Potosí, lugar de donde logra huir para dirigirse a los Estados Unidos. Es en San Antonio, Texas que logra lanzar la proclama que titula “Plan de San Luis”, documento en el que arenga a la población a levantarse en armas contra el régimen. Los seguidores de su partido no atienden el llamado, ya que pertenecen a la clase media y alta, y la perspectiva de la lucha armada no se presenta como algo que pueda efectuarse desde su perspectiva. Sólo los hermanos Carmen, Máximo y Aquiles Serdán, junto con varios de sus seguidores, son orillados a iniciar la lucha armada en Puebla el día 18 de noviembre, dos días antes de lo planeado por Madero; todos son masacrados y se convierten en la prueba viviente del destino que tendrían los antirreeleccionistas que se atrevieran a desafiar violentamente al régimen.
Si os convoco para que toméis las armas y derroquéis al Gobierno del general Díaz, no es solamente por el atentado que cometió durante las últimas elecciones, sino para salvar a la Patria del porvenir sombrío que le espera continuando bajo su dictadura y bajo el gobierno de la nefasta oligarquía científica, que sin escrúpulo y a gran prisa están absorbiendo y dilapidando los recursos nacionales, y si permitimos que continúe en el poder, en un plazo muy breve habrán completado su obra: habrá llevado al pueblo a la ignominia y lo habrá envilecido; le habrán chupado todas sus riquezas y dejado en la más absoluta miseria; habrán acusado la bancarrota de nuestra Patria, que débil, empobrecida y maniatada se encontrará inerme para defender sus fronteras, su honor y sus instituciones.
Francisco I. Madero,
Plan de San Luis,
5 de octubre de 1910.

Sin embargo, el llamado tiene eco en diversos territorios del país, sobre todo en el norte. Las rebeliones que se expresan en el norte de México permiten que Madero retorne de su exilio en los Estados Unidos y pise suelo mexicano en febrero de 1911. En esos momentos, los estados de Morelos y Guerrero se unen a la rebelión. Tal estado de rebelión generalizada, combinada con elementos como la falta de coordinación del ejército porfirista y su reacción lenta ocasiona que en mayo del mismo año sea tomada Ciudad Juárez, sitio en el que se negocia la salida del país de Porfirio Díaz y el término, en apariencia, del movimiento revolucionario.
          Es en este momento cuando el sentido de la lucha se modifica. La perspectiva de Madero es convocar a elecciones y retornar al estado de cosas anterior a la revuelta armada. Sin embargo, la lucha que había iniciado como una lucha urbana y de clase media se había transformado en una lucha rural y popular. Las figuras de Pascual Orozco, Francisco Villa y Emiliano Zapata aparecen en el horizonte que la gesta armada había inaugurado. Al darse el exilio de Díaz, estos nuevos actores deciden participar del plan de acción posterior a la cesión del poder. Se vuelven actores políticos. Sin embargo, la principal pugna de este primer momento de transformación del movimiento ha emergido con una singularidad y violencia de desenlace fácil de predecir. Los maderistas tenían reclamos políticos asociados a la falta de democracia; muchos de los otros líderes, demandas sociales y de tipo agrario. Las dos visiones entrarán en conflicto de manera violenta.
          Los Tratados de Ciudad Juárez proponen que Francisco León de la Barra quede como presidente provisional con la misión de llevar a cabo el desarme de los rebeldes y la convocatoria a elecciones. Esta situación es aceptada por los que reclamaban por una reforma del sistema político, pero los que buscan modificar su condición social ven en esto una traición potencial. Es por eso que Pascual Orozco y Emiliano Zapata se niegan a reconocer la presidencia de León de la Barra y continúan con sus ejércitos en armas. Madero asume la presidencia en octubre de 1911, pero prácticamente aislado; frente a él, se encuentra el desconocimiento a su legitimidad y la rebelión de reyistas, orozquistas y zapatistas.
          El gobierno de Madero representó un cambio radical con respecto del régimen porfirista, sin embargo, había mucho descontento entre todas las clases sociales. La clase propietaria (hacendados y empresarios industriales) estaban inconformes por los privilegios perdidos, mientras que los grupos campesinos y obreros sentían que los cambios echados a andar eran insuficientes. 1912 fue un año complicado para el gobierno maderista, a las zonas en insurrección se unían las huelgas de los obreros que pedían mejores condiciones de trabajo y las tomas de tierras y solicitudes de aumento de jornales de los campesinos en diversos puntos del país.
Cometa, si hubieras sabido
lo que venías anunciando,
nunca hubieras salido
por el cielo relumbrando;
no tienes la culpa tú,
mi Dios, te lo ha mandado.

¡Ay que Madero tan hombre,
bonitas son sus aiciones!
Mandó a los cabecillas
echar fuera las prisiones.
¡Madre mía de Guadalupe,
llénalo de bendiciones!

Porfirio está retratado
con su águila y su letrero
y en el letrero diciendo:
¡No pudiste con Madero,
con otras habrás podido,
porque eres camandulero!

Porfirio es el responsable
de todita la Nación,
no quiso doblar las manos,
que hubiera revolución,
no quiso entregar la silla, que le dolía el corazón.

¡Y achí y achí!, ¡qué bonito
está lloviendo en el cerro!
Ensíllenme mi caballo,
yo ya me voy con Madero,
porque me esperan las tropas
y fuerzas del extranjero.

Aquí va la despedida
con cariño verdadero,
Estas son las mañanitas
de d. Francisco I. Madero.
¡Qué vivan los mexicanos!
¡Qué viva México entero!
Corrido de Madero,
1911.

Madero pugnó porque las reformas llevadas a cabo por su gobierno tuvieran puntos de alto contraste con el régimen precedente; de tal manera, se convirtió en un impulsor de la pequeña propiedad y de la modernización técnica de las haciendas. Las reformas llevadas a cabo por Madero no son para desdeñarse: planteó la realización de elecciones libres, derecho a la libertad de expresión, hizo efectiva la separación del poder ejecutivo del judicial y legislativo, se mantuvo respetuoso de los poderes estatales y locales. En el sentido de la naturaleza de los integrantes de su gabinete, se nota que hubo un cambio evidente en la clase social de los que conformaron ese gobierno, la clase media ilustrada y profesionista accedía a la posibilidad de administración del poder estatal. En esta coyuntura, la pirámide del poder desplazó a actores que eran centrales y los sustituyó por otros que se acercaban al ejercicio del poder desde visiones radicales con respecto de los científicos porfiristas y los caciques regionales.
          Sin embargo, los diplomáticos y los inversionistas extranjeros se encontraban inquietos por la situación de ambigüedad que rodeaba al gobierno maderista, sobre todo en lo referido al control del territorio. Madero se enfrenta a dos fuerzas de naturalezas y objetivos distintos: por un lado, las rebeliones encabezadas por Félix Díaz, sobrino de don Porfirio, y el general repatriado Bernardo Reyes, buscaban recuperar su influencia en las decisiones sobre el destino del país, es decir, recobrar el poder perdido; mientras que las rebeliones de Pascual Orozco y Emiliano Zapata buscan satisfacer los reclamos que, desde su perspectiva, fueron traicionados por el maderismo.
          El ejército de Zapata será un opositor decidido al gobierno maderista. Es en contra de Madero que se lanza el Plan de Ayala, cuyo eje de demandas se remite a la solución de los problemas agrarios. A pesar de la importancia simbólica que se le ha otorgado, el confinarse a la zona del centro del país y negarse a establecer alianzas en esta etapa, le daba pocas oportunidades de derrocar al gobierno. No ocurrió así con el ejército orozquista que, bajo el Plan de la Empacadora, consiguieron articular un movimiento donde se manifestaban diferentes clases sociales y distintos rostros del México establecido sobre todo en el norte del país. Las reivindicaciones de los orozquistas tenían que ver con el reclamo por los nulos beneficios obtenidos por el derrocamiento de Díaz y porque las reformas sociales prometidas se llevaban a cabo con moderación y lentitud. Los orozquistas representaban, por su articulación, poder militar e influencia social, un peligro real para la presidencia de Madero.
7º. En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura, por estar monopolizadas en unas cuantas manos, las tierras, montes y aguas; por esta causa, se expropiarán previa indemnización, de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellos a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos o campos de sembradura o de labor y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.
Emiliano Zapata,
Plan de Ayala,
28 de noviembre de 1911.
Éste se tuvo que apoyar en la figura de Victoriano Huerta. Al enfrentar abiertamente a orozquistas y zapatistas, Huerta encuentra el apoyo de los ejércitos de Francisco Villa y Álvaro Obregón. De esta manera, la clase militar naciente del proceso revolucionario en su primera etapa, adquiere una fuerza que Huerta aprovecha para fortalecerse y plantear la traición al proyecto de Madero. Para esto contará con la colaboración de Félix Díaz y Bernardo Reyes, que habían sido apresados por Madero, quien había decidido no ejecutarlos, a pesar de que ambos habían encabezado rebeliones dirigidas a derrocar a su gobierno. El documento que da testimonio de esta traición es el Pacto de la Ciudadela o Pacto de la Embajada. Lo segundo en virtud de que el otro interesado en que el gobierno de Madero terminara era el embajador de los Estados Unidos, Henry Lane Wilson, debido a las huelgas y las reformas hechas en beneficio de los trabajadores y que lesionaban los intereses de los empresarios e inversionistas norteamericanos. Así es como, en febrero de 1913, el presidente Madero, junto con el vicepresidente José María Pino Suárez son asesinados y la usurpación de la presidencia se consuma.

1 comentario:

El Corsario Negro dijo...

Para detallar mas el tema recomendaría el libro "Temporada de Zopilotes" de Paco Ignacio Taibo II.

A mi me gustó mucho.