lunes, noviembre 09, 2009

Historia-Objeto

Estoy intentando escribir un ensayo sobre la Revolución Mexicana para una institución académica que se une de manera entusiasta a las celebraciones del Centenario del inicio de este proceso histórico. Intento desprenderme de la visión interpretativa que se apoya en la cronología y en la relación que establece la Historia con los hombres fuertes. Con los caudillos que en América Latina sirven de guía y referencia de los eventos que configuran y determinan en muchos casos los destinos de nuestras naciones.
          La tesis que planteo puede resultar en determinado momento un tanto disparatada, pero que visualmente a mí me dice muchas cosas. Estoy intentando escribir sobre los objetos que dejó la Revolución. Específicamente sobre las armas, los ferrocarriles y los instrumentos musicales. Las características de éstos es que sobreviven, pero hoy están avejentados, relegados al olvido o desplazados por otros objetos materiales y discursivos más impactantes. Como la misma Revolución. Pareciera que ésta envejeció de manera paralela a los objetos que la protagonizaron y que de repente, un día, simplemente, desaparecieron. O se privatizaron (como los trenes o el discurso que adoptó el PRI). O se sustituyeron por elementos más modernos y globalizados (como las guitarras que sirvieron para construir la épica popular revolucionaria a partir de los corridos). En fin, lo intento y a veces me sale.
          A veces no, y me atoro. Y trato de revisar otra vez la historia viva que se encuentra en aquellos que aún hoy, como protagonistas de documentales nostálgicos o de protesta epidérmica, asocian su memoria con la de los objetos que empuñaron o utilizaron de manera directa. Las condiciones para esos relatores-protagonistas no ha cambiado: la mayoría siguen (siguieron) hundidos en la miseria. Pero México generó una dinámica de tránsito hacia el siglo XX que lo vacunó contra diversas tendencias que fueron regla inamovible en otros países del continente, y que generó una relativa estabilidad, pero que creó mecanismos diversos que hoy en día cuestionan, ya no la vigencia, sino la propia existencia de un movimiento revolucionario que sacudiera los cimientos profundos de una sociedad altamente estratificada como la mexicana. LO digo, a veces me atoro.

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