jueves, mayo 11, 2006

El sentido de la vida

En el momento en que la mayoría de los mortales nos formulamos cuestiones tan profundas como la que da título a esta reflexión (que por otro lado es también título de una excelente película de Monty Phyton), es cuando nos damos cuenta de lo ridículo que resulta. Aberramos del lugar en el que trabajamos, de las manías que hemos adquirido, de la cobardía para abandonar las posiciones que nos aseguran cierto comfort, de la angustia por las deudas sin saldar, de los viajes que no hemos emprendido, de los libros que no hemos leído por falta de tiempo (o por exceso de éste, cuántas veces no iniciamos algo por la seguridad de que “ya habrá tiempo”), de las películas que compramos en el mixup (o con el pirata de todas sus confianzas) y que están ahí en espera de que la programación de la tele sea lo suficientemente insoportable como para descelofanear la cinta en cuestión, etcétera.
Ondas que apunten a sentirse (o no) existente. Estamos por una cuestión específica o somos uno más de los caracteres que la matrix tuvo a bien poner a pensar. Yo no soy yo. Soy los otros. ¿Y a cuáles otros les he otorgado la posibilidad de definirme como ser humano? Como ser vivo. ¿Vivo realmente? ¿Soy feliz? ¿Mis deseos se encuentran satisfechos? ¿He desterrado de mi sistema la envidia y la ambición? ¿Me convencí de que son valores negativos? ¿Sigo hallando placer en la lectura, en el diálogo, en el café, en la comida, en encontrar (o poseer) la respuesta a una pregunta superficial? ¿Deveritas, deveritas, como dice el burro de Shreck, que he amado con todas las capacidades que tengo para ejercer tal cuestión? ¿He sido egoísta? ¿He sido un trapeador de alguien a quien ni siquiera se le ocurren estas cosas? ¿Realmente somos los que elegimos nuestro destino o hay otro plan que escapa a nuestra comprensión?
Es tiempo de ponerse profundo, de releer ideales, de hablar con los muertos. Es tiempo de pensar en el tiempo, y en la vida, y en la muerte. En los límites de la trascendencia, en los alcances de la felicidad, en lo heredado y en lo que dejo. Es el lugar para sacudirse el tedio cotidiano, el dolor de hombros, el cuello inmóvil, el cerebro vacacionante. Es la posición exacta en la que mi nombre debe decidir si va unido a mi existencia. Existente. Existente.

3 comentarios:

Angel y Demonio dijo...

Para mi el sentido de la vida es que no tiene ninguno en absoluto, salvo ser vivida! No es bueno, ni es malo... simplemente "es".
Saludos! Buen post.

Anónimo dijo...

Quizá te interese darle una checada a esto http://sentidodelaexistencia.blogspot.com/

Anónimo dijo...

“There’s the inner world which is a reflection of the outer world, and when you think of all the billions of worlds that are going on out there - we are connected with that, we’re not encouraged to think of our connection as why we are on this planet. Is our life just functional; is that all that is? Getting up, going to work, having kids, to just populate the planet? I mean there have to be reasons we do things...” [In Conversation - interview cd, 1992]