lunes, septiembre 06, 2004

Postdata


Querida madre:
Te escribo para decirte que por aquí las cosas me van muy bien. Hace unos días me entrevisté con un agente de la televisión que me ha dicho que tengo mucho talento y que me hará un cantante famoso. Mientras tanto el trabajo no me falta. Aquí en la ciudad lo que sobra es trabajo. No te preocupes por mí, estoy viviendo en una casa preciosa y la comida es excelente. Sólo estoy esperando que me paguen un dinero que me deben para comprarme la casa de la que te conté en mi carta anterior. Sí, aquella con su jardincito y techo de tejas falsas. Sé que aún estás enojada conmigo por haberme ido de la casa. Decías que nunca iba a poder salir adelante si continuaba con mis sueños de convertirme en un músico de esos que ganan mucho dinero y salen en la televisión. Pero ya ves. Ahora estoy a punto de firmar un gran contrato y entonces te iré a traer en un coche gigantesco a vivir conmigo.


Sé que papá no quiere saber nada de mí, que de maricón y mal hijo no me baja. Pero estoy seguro que cuando vea que he triunfado me perdonará y volverá a quererme. Yo los extraño mucho. En las noches parezco escuchar el canto de los grillos entre la hierba, pero aquí no se escucha más que el paso constante de los autos por la calle. Bueno, eso en las zonas donde viven los pobres. Ahora estoy viviendo en una de las zonas más caras de la ciudad, con casas como esas que salen en las telenovelas.

¿Recuerdas al actor que interpretó al gitano en la novela que tanto te gustaba? Pues me pidió que le compusiera una canción para su próximo trabajo. Me dio una foto autografiada que te mandaré después. Lamento no haberte enviado dinero todavía, pero es que estoy esperando que se junte un poquito más para que con eso puedas poner un negocito y dejes de lavar ajeno.
Te quiero mucho mamá y espero que estés orgullosa de tu hijo ahora que sabes que va a triunfar. Les mando muchos besos y abrazos.


Rodrigo

PD: No te mando mi dirección para que me escribas porque pienso cambiarme a una casa más bonita que la que tengo ahora.

Rodrigo tomó el papel, lo dobló cuidadosamente y lo metió en un sobre blanco. Después, se levantó y guardó el tapete sobre el que estaba acostado en su maltrecha mochila, recogió su guitarra del suelo y salió del edificio en ruinas. Al llegar a la parada del camión esperó un rato, cuando éste apareció pidió permiso al chofer para subir a cantar, el chofer asintió. Rodrigo tomó entre sus manos la guitarra y comenzó a tocar una canción de moda. La gente lo escuchaba sin hacerlo. Para sus adentros Rodrigo abrigaba la esperanza de que ese día le sobraran algunas monedas para comprar unos timbres postales.

6 comentarios:

ira dijo...

Snif.

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