El día de hoy, 29 de septiembre de 2004, se cumplen 40 años de que uno de los personajes más entrañables en mi vida, y supongo que en la vida de muchas personas: Mafalda, salió a la luz pública. En esa fecha (29 de septiembre de 1964) se publica la primera tira en la revista Primera Plana, su fecha de nacimiento como humana/tinta fue el 15 de marzo de 1962. Mi relación con este personaje es de mucho tiempo atrás, cuando de repente un día, en una biblioteca pública perdida en la sierra norte de Puebla, descubrí una insólita colección de los cuadernillos que PROMEXA reeditó de las aventuras de esta escuincla en México, directamente de las versiones que Editorial La Flor había hecho en Argentina. Mi segundo encuentro con esta maravillosa mujer (a mí me encantaría conocerla en el momento en que tuviera entre 20 y 40 años, con intenciones francamente matrimoniales), fue durante la universidad, lugar en el que una compañera (hermanita adoptada, ¡preciosa Gabriela, un saludo!) un día dijo que yo era la imagen viva de Miguelito, porque en ese entonces traía una maceta de lechugas en la cabeza. Una prima coincidió y entre las dos me bautizaron como el Lechugón, en alusión a ese otro magnífico personaje.
Esta simpática y eterna infante, fue concebida como una forma de darle publicidad a una marca de electrodomésticos (MANSFIELD) que iba a funcionar como publicidad oculta dentro de uno de los diarios de mayor circulación en Argentina. El diario en el que esto iba a suceder no permitió que tal triquiñuela fuera posible por lo que retiró la publicación de dicha tira. En esta ocasión me hago a un lado y dejo hablar a Rudy, uno de los caricaturistas argentinos más importantes que expresa, de mejor manera que yo, el impacto que es leer a esta insigne sudamericana:
Mafalda y yo
Fue más o menos en 1965, o en el 66. Yo tenía 9 años, y mi papá trajo a casa el primer libro de Mafalda. Me gustó mucho que los personajes fueran niños, que se volvieran locos por ver la tele (yo era fana de Pepe Biondi), que Mafalda intentara ser astronauta "a propulsión a soda", que Felipe viviera mis propias contradicciones escolares y amorosas.
Y algunas tiras no las entendí. Recuerdo una donde Mafalda le pide al papá que le explique con claridad qué era esto de Vietnam. Entonces el papá se niega y Mafalda le dice "Claro, como yo soy opa, no puedo entenderlo" y el papá le explica que "No es que seas opa, sino que éste no es un tema para niños", y Mafalda: "Decime pa, ¿Y si me lo explicás sin las partes pornográficas?". Entonces yo fui y le pregunté a mi papá qué quería decir "pornográfico" y él, algo sorprendido, me dijo que esos temas no eran para niños. Lamentablemente no pude, como Mafalda, pedirle a mi papá que me lo explicara sin las partes pornográficas.
Después fue un amor a segunda vista (al año siguiente cuando salió el número 2, yo ya entendí de qué se trataba) y duró como ocho años más, hasta que Mafalda se fue a vivir con sus padres a otro sitio, y yo me quedé con sus recuerdos, con su diccionario "castellano-caramelo", con las peleas Susanita-Manolito, la pedantería de Miguelito, la indecisión de Felipe, la ideología de Libertad que comía pollo gracias a que Jean-Paul Sartre los escribía y su mamá los traducía, la viveza de Guille, y en aguante de los padres, que a pesar de su aparente mediocridad, su oficina, su aspiradora, sus plantitas, y su sopa constante, en algo habrán ayudado a sus hijos para que ellos puedan entender el mundo de esa manera.
Han pasado 26 años, Mafalda recorrió mucho mundo, yo sigo diciendo "grapcias", como Felipe al recibir el horrible "almanaque de Almacén Don Manolo", cada vez que me obsequian algún esperpento, y pongo caras como el papá de Libertad cada vez que tengo que votar y ninguno me convence. Más de una vez, al ver el precio de algún producto en el mercado, diría, como la mamá de Mafalda "¡Sunescán daluna buso!", o sea ¡es un escándalo, un abuso!, como la nena se encarga oportunamente de traducir. ¿Qué mas les puedo decir de Mafalda que no sepan ya? Sólo una cosa. Que hace un cuarto de siglo, a un pibe de 9 años le abrió un mundo nuevo dentro del mundo de todos los días. ¡Viva Mafalda!
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