jueves, marzo 01, 2012

Día nueve: un libro con una excelente versión cinematográfica

La naranja mecánica de Anthony Burgess
Extraño caso en el cual dos textos (el literario y el cinematográfico) coinciden en una excelente puesta en escena. Tanto la exploración de la violencia y la exposición de una sociedad futurista en la cual las potencias protagonistas de la Guerra Fría han generado que un nuevo lenguaje emerja, el nadsat, una mezcla de inglés y ruso que utilizan las tribus urbanas que merodean en búsqueda de víctimas; como la combinación deslumbrante de vestuario, diseño de producción, música y actuaciones que consiguió Stanley Kubrick, consiguen transmitir las sensaciones que sólo las obras maestras pueden generar.
         La novela pone en relieve muchos de los temores que habitaban en el inconsciente de los seres humanos del siglo XX inmediatamente posterior a la segunda posguerra: la prolongación del conflicto político, el crecimiento demográfico, la pérdida de los valores tradicionales, la espiral de violencia y drogas en la que los jóvenes caen y se regocijan, el papel del Estado como institución obligada a solucionar “a como dé lugar” los problemas que afectan a su sociedad.
         El libro de Burgess consigue que el lector se enganche en los diálogos en apariencia incoherentes y faltos de sentido de estos jóvenes alienados que, sin embargo, escuchan música culta. Lo que queda en el fondo es la polémica que al autor parece interesarle por sobre lo demás: la idea de que el Estado tiene la obligación de “convertir” al buen comportamiento a los elementos que han torcido el camino. En esa pugna entre el libre albedrío y el fascismo, la novela consigue poner a pensar al lector en la conveniencia de conservar la libertad individual poniendo en riesgo el tejido social, o lo contrario. No se nota, ni siquiera, que esta novela haya sido producida en la época en la que Burgess estaba convencido de que moriría muy pronto. La intensidad con la cual está escrita esta obra contrasta con el título elegido para el texto: críptico pero poderoso. Para convencerse de una vez de leerla: el final de la cinta no es el mismo de la novela. Queda en ustedes decidir si eso fue bueno o no.

Anthony Burgess, La naranja mecánica, Madrid, El Mundo, 1999.

1 comentario:

El Corsario Negro dijo...

La versión de Kubrick es una obra maestra. Muy buena elección.