martes, octubre 02, 2012

Revoluciones


Vivimos en espera de la revolución. Del cambio total. Más que una convicción con respecto de la sintonía colectiva de los deseos de un cambio integral, parece una postura muy cómoda para la pereza. La revolución nos parece la posibilidad de cambiar el mundo (o nuestra imagen del mundo) de un solo plumazo. Es decir, cambiar aquello que no nos gusta pero que está afuera de nosotros. Porque tenemos la razón. Y si tenemos la razón no tenemos por qué cambiar. La revolución ocurre fuera de nosotros. No tendría que cuestionar nuestras convicciones más evidentes. Ni nuestros prejuicios e inercias. Esperamos que el mundo se ajuste a nuestros deseos. A nuestros miedos. A nuestra flojera. ¡Viva la revolución!, gritamos. Y entonces cambiamos de canal.

2 comentarios:

Christina dijo...

Justo ahora estoy escribiendo un ensayo sobre la revolución, pensando por qué hay museos de la revolución o por qué se ha "institucionalizado", valga decir, el infame PRI. De esas paradojas. Gracias por este fragmento, que también me hizo pensar en esa utopía (externa, siempre) que es la revolución.

Édgar Adrián Mora dijo...

¡Hola, Chris!
Me encanta leerte por aquí. Revolucionemos.