lunes, abril 16, 2007

The Number 23


Piensen en una película que arranca bien (a pesar de las gesticulaciones exageradas de un actor que en otras películas sale golpeándose con changos o disfrazado de perrro rasta verde), cuya trama suena siniestra, que lleva en el protagónico femenino a una mujer hermosísima (Virginia Madsen), en la que los actores interpretan a más de un personaje. Suena bien, ¿verdad?
          Piensen en esa misma película pero ahora con conjeturas numerológicas que sonrojan por artificiales, que plantean la idea de la paranoia como la de un tipo metido en un libro y sumergido en la oscuridad, que se escribe cosas en los brazos y que no deja de escribir (tipo Sade en Quills), que pretende ser sorprendente cuando no llega más que a ahuevante, que se solaza en un desenlace que, bien hecho, habría durado tres minutos, pero que el director alarga casi hasta la media hora, y en la que el protagonista principal, a pesar de estar excesivamente chifladito, termina por redimirse para dar un buen ejemplo al hijo que le patina el coco de manera bastante parecida a la locura del padre.
          Uno lo creería de un cineasta novato que ha dirigido episodios de televisión o alguna película estudiantil o serie B. Pero resulta que el director es un tiburón tintorera de la industria, el ya no tan primaveral Joel Schumacher. Si uno piensa que es el director de cintas cumplidoras como Flatliners (1990) o The Client (1994), uno esperaría, de menos, un block buster medianón. Pues ni eso. La película es una sarta de incongruencias que hacen crisis a lo largo de toda la película. La vuelta de tuerca no sorprende a nadie, además de que el look de mendigo no le va para nada bien a un Jim Carrey que parecía encontrarse con los vislumbres de la actuación en Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Michael Gondry, 2004) y que en esta cinta en la que trata de "mostrar su lado oscuro" (según declaración de él mismo) no se queda más que en caricatura.
          Los ambientes tétricos son una reiteración de lo que Hollywodd nos ha mostrado en los últimos años (y a los que el director les ha sido fiel, remember 8mm de 1999). Oscuridad, tonos ocres, personajes semidesnudos y completamente mugrosos, pedazos de papel tapiz volando por cuartos atestados de humedad, asesinos seriales disfrazados de gente buena. Películas malas, disfrazadas de charada inteligente. Bien lo dice en uno de sus últimos post René López Villamar, vivimos tiempos de escasez.

1 comentario:

Luis Panini dijo...

Ay, ay, ay, mi estimado Edgar. Siento que hayas perdido dos horas de tu existencia viendo esta peli. No sé si te has dado cuenta que en mi blog, cada enero, publico una lista de recomendaciones de películas, que van desde "Las Pésimas" hasta "Las Obras Maestras". "The Number 23" ni siquiera llegará el próximo año a pésima, apenas vi el corto y supe de lo que trataba me di cuenta que sería una porquería.
En fin, así pasa cuando sucede. Ahora necesitas ver un peliculón que te haga olvidar el mal rato.
Saludos.