En Los pasos de Jorge Ibargüengoitia, Vicente Leñero hace un recuento de los años como dramaturgo del ilustre cuevanenese. Y lo que se filtra por todos lados es el humor ácido del de Guanajuato. Uno lee de corrido el texto con el morbo que implica asomarse a las andanzas biográficas de uno de sus máximos autores. Leñero desgrana con cierta lentitud, pero con mucha eficacia, los momentos más importantes de la vida del Ibargüengoitia autor de teatro: su relación con Rodolfo Usigli, el enamoramiento de Luisa Josefina Hernández y hasta una bronca con Carlos Monsiváis en las páginas de la Revista de la Universidad.
Un libro que confirma muchas de las cosas que el propio autor había desarrollado en sus artículos e, incluso, en algunos de sus cuentos incluidos en La ley de Herodes. Sin embargo, resulta agradecible que Leñero consiga otorgarle coherencia cronológica y de motivaciones a las acciones que describe en el libro.
Una crítica al texto es el enviar las notas de referencia al final del libro, con lo que el lector tiene que usar cuatro dedos para leer: dos para atender el texto y dos para atender las notas.
Nada sorprendente confirma, sin embargo, el talento y el humor ácido que Ibargüengoitia destiló y ejerció durante toda su vida. Esencial para entender a esa generación de creadores que en los años cincuentas tenían la sombras de los grandes maestros del Ateneo, pero que pugnaron de manera cotidiana por construirse un lenguaje y una forma de expresión que les era propia y sumamente original. Muy recomendable.
Vicente Leñero, Los pasos de Jorge Ibargüengoitia, México, Planeta, 2009.
Un libro que confirma muchas de las cosas que el propio autor había desarrollado en sus artículos e, incluso, en algunos de sus cuentos incluidos en La ley de Herodes. Sin embargo, resulta agradecible que Leñero consiga otorgarle coherencia cronológica y de motivaciones a las acciones que describe en el libro.
Una crítica al texto es el enviar las notas de referencia al final del libro, con lo que el lector tiene que usar cuatro dedos para leer: dos para atender el texto y dos para atender las notas.
Nada sorprendente confirma, sin embargo, el talento y el humor ácido que Ibargüengoitia destiló y ejerció durante toda su vida. Esencial para entender a esa generación de creadores que en los años cincuentas tenían la sombras de los grandes maestros del Ateneo, pero que pugnaron de manera cotidiana por construirse un lenguaje y una forma de expresión que les era propia y sumamente original. Muy recomendable.
Vicente Leñero, Los pasos de Jorge Ibargüengoitia, México, Planeta, 2009.
2 comentarios:
Folie, du Doute
creo que siguiendo los pasos de ibanuergoitia
me sucede... justo ahora.
argh... nunca logro escribir bien
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