miércoles, diciembre 03, 2008

Memoria y recuerdos


Las críticas de la obra de Philippe Delerm apuntan en el sentido de que es un autor que convierte lo anodino en una experiencia literaria. Estoy de acuerdo a medias. Creo que varias de las páginas del francés son verdaderas joyitas para ponerse a pensar, pero la otra parte nomás no da para mucho. Recién terminé Llovió todo el domingo (Barcelona, Tusquets, 2000). La novela trata la historia de Arnold Spitzweg, un anciano empleado de correos que recorre los barrios de París mientras nos descubre la belleza de los actos cotidianos.
          Sin embargo, creo que la fuerza del texto se encuentra encerrada en dos partes principalmente. La primera es el romance que mantiene con Clemence Dufour, una de sus compañeras de trabajo. La relación comienza con una discusión en la que a Arnold se le pasa la mano y tiene que acudir a consolar a Clemence. El final, en cambio, se da de manera amable en una conversación en la que los dos reconocen que la amistad después del amor es algo difícil de lograr. Las costumbres de ambos nadamás no pegan. El protagonista llega a decir: "Al contrario de lo que pueda pensarse, lo cotidiano es lo más difícil de compartir". Sin embargo, Spitzweg no puede evitar añorar la relación.
La historia de Clémence sigue ahí, como una astilla que va hundiéndose. Pero no es más que una historia; ha pasado, principio y fin. El señor Spitzweg está hecho para el presente. Sigue un poco turbado: felicidad, esperanza, futuro, memoria, las palabras grandilocuentes, todas las palabras que lastiman y que creía enterradas para siempre, le dejan una huella, un eco. Es como si Clémence Dufour hubiera arrojado una piedra al agua: las ondas se amplifican para luego espaciarse. El canal recobrará su quietud, ha de ser así.

El segundo momento aparece hacia el final. Cuando alguien elogia la capacidad de memorizar nombres y datos, Spitzweg se muestra orgulloso de tal proeza, pero después de reflexionar un momento se da cuenta que su vanidad es vacía. Ese reconocimiento le lleva a expresar: "Sí, tengo memoria, pero porque no tengo recuerdos". El gran finale viene cuando el protagonista trata de descifrar un poema de Francis Jammes, mismo que sirve para rematar el texto.
Nevará dentro de unos días.
Me acuerdo del año pasado,
me acuerdo de mi tristeza junto al fuego.
Si me hubieran preguntado "¿qué es?",
habría dicho: "Déjame en paz,
no es nada".
[..] El acento alsaciano sube por la Rue Marcadet. Con la frente pegada al cristal, Arnold se pregunta por qué le volverá ese poema ahora, un día apacible de noviembre. El señor Spitweg no espera ya nada. Nevará dentro de unos días.

La nevada, se deja entender, será su propia y anodina muerte.

No hay comentarios.: