La cinta en cuestión nos lleva a un Nueva York que ni Woody Allen ni Scorsese nos han mostrado: el de los barrios marginales en donde los puertorriqueños comparten vecindad con los dominicanos, los negros afroamericanos y los blancos demediados de su estatus wasp.
Y sin embargo la cinta no encierra moraleja, ni trata de convencer acerca de nada. Se dedica a narrar. A narrar la primera juventud del Dito encerrado en un barrio en el que la violencia, la costumbre y la falta de expectativas es la moneda corriente. A narrar la huída de una realidad que lacera la sensibilidad que ya se adivinaba en el futuro escritor.
Es una película sobre el retorno. Una cinta sobre las raíces. Sobre la recuperación de lo que en determinado momento de la vida no aceptamos ser. Sobre la sombra que los padres proyectan sobre lo que somos, lo que fuimos y lo que deseamos ser.
Sin ser técnicamente deslumbrante, esta película puede presumir de rozar distraídamente el alma. Algo que no cualquier obra de arte puede presumir.
Tus santos y tus demonios (A Guide to Recognizing Your Saints, EU, Dito Montiel, 2006, 98 min.).
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