jueves, abril 10, 2008

¡Vive! ¡Vive!

Texto de presentación de la revista Nostromo

Larga vida a Nostromo

Podría comenzar este texto presentando estadísticas, algunas aterradoras, acerca de la cantidad de revistas independientes que logran sobrevivir en el mercado editorial. En el mundo cultural debíamos de decir, pero no, nos encanta decir mercado editorial. Como si eso garantizara la pertenencia a algo parecido a la Bolsa de Valores de los Conceptos Redituables. Pertenezco al mercado editorial. ¿Y de qué trata tu revista? De lo despiadado que es el mercado. La crítica tiene que ser así, algunas veces. Buscar las debilidades del sistema que permite que existan tantas publicaciones que, de verdad, no sirven ni para el reciclaje (un asunto de pegamentos, tintas y barnices que no vale la pena discutir), y una vez encontradas esas debilidades, darles una buena patada en los huevos.
          Nostromo nace como una revista crítica. Y no nace mentando madres, sino matando padres. Yo, al menos, ya estoy cansado de oír tantas buenas opiniones que nunca llegan a las prensas. En todos los ámbitos. En las artes visuales: - Qué buena onda el tipo, pero pinta con las patas. En la música: -¡Qué malos son! Suenan como los Killers, pero antes de tener instrumentos. Después de leer un libro: -Qué chafa. Seguro le publicaron por ser el hijo de… Escribe horrible. Como Isabel Allende, pero más cursi. Y entonces, uno ve a esa gente (a la que le pagan por hacer de juez dechado de sabiduría y objetividad) en las galerías, en las entradas de los cines, en las salas de concierto, en las colas de la Gandhi; y uno se pregunta: ¿por qué nunca publican sus verdaderas opiniones? ¿Por qué el eufemismo y la simulación son el pan de cada día? Las respuestas nos dejarían helados (o convencidos, en este país donde el cinismo debería ser disciplina olímpica): No, pues como voy a hablar mal de él, si es mi cuate; ¿Y si ya no nos mandan boletos para sus conciertos?; ¿Y qué tal que pierdo la chamba (o la beca, o el sueldazo de aviador)?
          Una revista independiente nace, en términos de concepción ideal, para decir las cosas que una persona o un grupo de personas sienten que no se están diciendo. Para tratar acerca de temas que la industria editorial (que pertenece al mercado editorial) no se atreve o no le interesa o no vende. En estos tiempos hay que vender. Vender o no vender, ése es el dilema. Regularmente, las revistas independientes nacen como un reflejo a determinada coyuntura, o como un esfuerzo titánico de algún soñador empedernido, o con un plan exacto de qué hacer con el primer número sin tener idea de lo que sigue. Revistas independientes que, para poder sacar el primer número reunieron textos los últimos diez años antes de tener los recursos para poder imprimirla. La impresión parece una cosa tan anticuada en un mundo dominado por los bits y los bites y los gigas y los megas. Y sin embargo, una revista independiente sólo tiene sentido, en diversos ambientes, si termina oliendo a papel cultural, tinta serigráfica y pegamento industrial.
          Nostromo cumple varios de los requisitos que debe tener una revista independiente para ser exitosa: real independencia (comprendida como no sujeción institucional o gubernamental); una real libertad de expresión (ejercida como convicción y coherencia con el proyecto); gente entusiasta que escribe, organiza, apoya, coopera, se pelea, piensa; y una selección de objeto de estudio que, como siempre, resulta descuidado en la mayoría de las publicaciones que pelean por el mercado editorial.
           ¡Larga vida a Nostromo! Parecen decir todos los augurios. Y sin embargo, digamos que las estadísticas sí existen, digamos que de cada cien revistas independientes impresas, sólo catorce llegan a su segundo número. Estos son datos de, digamos, la Subdirección Departamental de Monitoreo y Vigilancia Factual de Publicaciones Independientes y Otros Rollos Insignificantes pero que Justifican Presupuesto; subdirección que, de existir, seguro la administraría el Conaculta. Es por eso que me permito presentar mis propuestas para asegurar la sobrevivencia de nuestra publicación:
a) Establecer un intercambio institucional con publicaciones de amplio espectro, tales como el TV y Novelas, en términos de, por ejemplo: ellos nos mandan a su departamento de ventas y nosotros cedemos en préstamo a alguien con cerebro. Nuestras ventas crecerían sin menoscabo de nuestro material humano, mientras ellos estarían rumbo a la quiebra inminente.
b) Vender publicidad a las grandes corporaciones. Ya que seguramente los nombres de varias de ellas estarán en nuestras páginas, no es muy descabellado que contraten un resaltado para reafirmar su presencia. Así, al lado de afirmaciones como: “Telmex es la empresa que tiene los servicios de telefonía más costosos del mundo y está ubicada en varios de los países más pobres”; podría aparecer el gordito de los comerciales diciendo “¡Llámele!”.

          Antes de terminar con esto, quiero leer algo que escribió Roberto Bolaño en una conferencia que nunca terminó: “Espero que nadie me tome a mal mis anteriores palabras. Era broma. Lo escribí, lo dije, sin querer. A estas alturas de mi vida ya no quiero más enemigos gratuitos. Estoy aquí porque quiero enseñaros a ser hombres. No es verdad. Era broma. En realidad, me muero de envidia cuando os veo. No sólo a vosotros sino a todos los jóvenes […] latinoamericanos. Tenéis futuro, os lo puedo asegurar. Pero no es verdad. Es broma”.
          Que se entienda que todo esto es broma. Todo menos la revista. Y el precio de la portada tampoco es broma. Como no lo es la factura del impresor. Todo lo demás es en serio. Gracias.

2 comentarios:

humantree dijo...

¡Muchas felicidades y larga vida!
¿Hay forma de conseguirla por tierras tapatías? ¿Arreglamos algún tipo de envío?

Un abrazo.

PVOT?... dijo...

yo quiero una, ónde la compro?