viernes, enero 15, 2021

Indígenas de medio siglo



Francisco Rojas González fue un escritor mexicano, etnólogo de profesión. A lo largo de su vida se dedicó a estudiar a los pueblos originarios de México, varias de sus investigaciones fueron publicadas por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Fue, además, guionista de cine. Ganó un juicio en contra de la productora hollywoodense Fox por los derechos de autoría de “La historia de un frac”, llevada a la pantalla en 1942 por Julien Duvivier como parte de su obra Tales of Manhattan; la productora reconoció que había plagiado la historia de Rojas pero no le dio un solo centavo. Aún hoy, en el registro de imdb, por ejemplo, su nombre no figura en los créditos.

         En El diosero narra una serie de historias relacionadas con su campo de estudio. Hay aquí un conjunto de tramas con protagonistas indígenas de México en las cuales se nota la mirada étnica del autor. Una mirada asombrada que se muestra, no obstante, condescendiente y, en algunos casos, incluso cursi. Es importante no perder de vista la época de producción del texto: la década de los cuarenta. Tal época coincide con la continuidad de construcción de una idea de nación que el régimen revolucionario había echado a andar y en donde lo indígena alcanzaba un grado de idealización evidente.

         Los cuentos abordan la manera en cómo la ingenuidad, la mirada ausente de la escala de valores del hombre civilizado, la victimización recurrente y la sabiduría ancestral dibujan una versión parcial y maniquea de lo indígena.

A pesar de que se refiere a la desigualdad que tales pueblos viven, la mayoría de los relatos optan por la revelación de lo pintoresco y aquello que cuestiona de manera profunda la falsa dicotomía entre civilización y barbarie, un tópico caro a la literatura latinoamericana en general. Se nota también un compromiso político con el régimen en turno, además de una admiración por quienes considera referentes de éste. Un ejemplo de esto es el cuento “La plaza de Xoxocotla”, una historia en donde la sombra enorme de Lázaro Cárdenas se cierne sobre una población dada al olvido y en donde el candidato convertido en presidente llega para hacer realidad sus promesas de campaña: plaza pública, escuela y agua potable.

En estos relatos está presente la imagen del indio que el cine mexicano de la época de oro se encargó de entronizar en detrimento de la realidad contemporánea de estos pueblos. Esa imagen se volvió totémica y de referencia para los extranjeros que miraban maravillados a México y para los propios mexicanos que creyeron en los relatos que la pantalla de plata les ofrecía. 

Para los interesados en revisar otra cara del nacionalismo revolucionario esta obra será muy interesante. Es un libro ligero que cuenta historias de manera sencilla y, en algunos casos, entrañable.

1 comentario:

Alba dijo...

Sí guta