lunes, junio 25, 2012

Los besos que me diste, mi amor...


Durante los años noventa la discusión interminable acerca de la existencia o inexistencia del llamado “rock mexicano” trajo consigo en uno de sus exabruptos la declaración de que el rock mexicano se estaba haciendo en los Estados Unidos, y que los responsables de esto eran Los Lobos. Para ese momento, los músicos angelinos ya habían alcanzado la celebridad a partir de su participación en La Bamba (1987), la película dirigida por Luis Valdez sobre la fugaz vida musical de Ricardo Valenzuela (Ritchie Valens). 
 
La Bamba, la película que los lanzó a la fama.
 En el soundtrack de la cinta, Los Lobos ya habían mostrado lo versátiles que podían ser. Esa mezcla de estilos que recorre un espectro amplísimo: del rockabilly al cajún, de los sones jarochos al swing, del blues al bolero ranchero. Hay detrás de toda su propuesta, sin embargo, una constante que los pone aparte de todos los grupos a los que se encajona como “música americana” producto del mestizaje de las tradiciones que reconocen como influencia en su trabajo: una raíz profunda en la música mexicana, desasida por completo de temporalidades o contextos de época. 

 La banda en un recital en la Casa Blanca (13 de octubre de 2009). 
Es la música de Los Lobos música sin más adjetivos. Uno puede escuchar su versión de “La Bamba”, p. e., y no detenerse a pensar en la época en que fue escrita o grabada. Esa sensación de intemporalidad está más que presente en el que es, probablemente, su disco “más mexicano”: La pistola y el corazón (Slash Records/ Warner, 1987).
     Grabado en 1988, sus 9 tracks y poco más de 25 minutos son suficientes para crear un ambiente que se escapa de la escenografía folklórica que rodea a muchas producciones de música “nacionalista”, y para insertarlo en la discografía de un grupo que no puede ser clasificado fácilmente. Está fuera del tiempo, a pesar de que refiere a imágenes asociadas con la identidad mexicana de diversas formas: la nostalgia por el universo rural, la odisea de la migración, la sobrevivencia en la barra de la cantina, la vida amorosa en lejanía...
 El tema que da título al disco, mi preferida.
Así que, para iniciar la semana con la expresión de emociones que van de la nostalgia y la melancolía más pura hasta la euforia y la fiesta desbordada, no estaría de más echarle oído a estos músicos y, en especial, a este disco.
 
Tracks:
  1. La Guacamaya – 2:05
  2. Las Amarillas – 3:04
  3. Si Yo Quisiera – 2:42
  4. (Sonajas) Mañanitas Michoacanas – 2:23
  5. Estoy Sentado Aquí – 2:28
  6. El Gusto – 2:58
  7. Que Nadie Sepa Mi Sufrir – 2:30
  8. El Canelo – 3:27
  9. La Pistola y El Corazón – 3:27

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace como un mes estuvieron Los Lobos en concierto aqui en Iowa. Los escuche con mucho gusto, sin embargo, no es lo mismo que escuchar un concierto en Mexico, si sabes como, aca solo unas cien personas estaban paradas, el resto escuchaba el concierto sentado en su silla portatil. Y aunque al final se subieron algunas chicas al templete con los musicos a tararear las canciones, el espectaculo se vibra diferente.

Jo dijo...

me gustan esas referencias musicales cuando a v eces no tengo pinta de idea o que basta recordar ciertos flashbacks por referencias culturales...


pum¡

la pistola y el corazón... sangrante

Édgar Adrián Mora dijo...

Anónimo: no te controles, ni dejes que la multitud te imponga; grita, aúlla, baila, canta. La vida es una sola.

Jo: ese corazón, a veces, no tiene forma de parar su hemorragia. ¡Pum!, otra vez.