martes, marzo 11, 2008

El fin del arte


Hay una frase que a mí me suena, hasta cierto punto, irrefutable: el arte es una de las cualidades que permiten al ser humano ser considerado como tal. Esto es, el hombre tiene la capacidad de transmitir mensajes que van más allá de la interpretación literal de la realidad.
          Sin embargo, y como ya lo he expresado en este mismo sitio, pareciera que este concepto se está volviendo cada vez más complejo, ambiguo y estúpido. Pareciera que el arte contemporáneo se vuelve cada vez más dependiente de las palabras y surge a cada momento la necesidad imperante de explicar lo que uno quiere decir al realizar “su obra”. Que el hecho de que las explicaciones del objeto artístico sea más interesante e importante que el mismo objeto, implica ya la necesidad de una reflexión profunda.
           No soy entusiasta de los perros. De hecho son de los animales con los que no tengo grandes simpatías. Sin embargo, cuando me enteré de lo que le había pasado a Natividad, un perro callejero, mi indignación fue auténtica.
           Resulta que un artista costarricense (en estos tiempos tendría que modificarse la ortografía de la palabra, “hartista” [hay hartos] por “artista” [el que crea arte]) llamado Guillermo Habacuc Vargas que en una instalación llamada “Eres lo que lees” cazó a un perro callejero (el ya aludido Natividad) y lo ató con una cuerda cortísima a una esquina de una galería de la ciudad de Managua. Con croquetas para perro dibujó el título de la instalación y lo dejó al lado del animalito. Natividad murió de inanición y sed, puesto que la instalación consistía en que nadie se iba preocupar por él.
           Después trató de argumentar que el perro “moriría de cualquier manera” estando en la calle. Lo inverosímil del asunto es que este “artista” fue invitado a participar en la prestigiosa Bienal Centroamericana de Arte que se llevará a cabo en Honduras para presentar la misma “obra”. Es claro que, con toda la información que circula en internet, este tipo ha alcanzado más de los quince minutos de fama que nos prometió a todos Andy Warhol.
           Una de las causas por las que la televisión se ha llenado este año de realitys y de basura indescriptible, tiene que ver, en muchos sentidos, con la huelga que impulsaron los escritores de este medio en los Estados Unidos. Al no haber inteligencia hay que improvisar. Parece que en el “mundo del arte” (cualquier cosa que signifique esto) ocurre algo similar: ante la muerte de la creatividad y del talento auténtico, queda cuestionar los límites del raciocinio a partir de la tortura y la crueldad. ¿Esta es la auténtica libertad en el arte? ¿La cultura de la muerte y de la indiferencia?
           Propongo llevar a cabo una instalación con este “artista”: colgarlo de los huevitos con la misma soga con la que ató a Natividad y sostenerlo en lo alto de un foso lleno de perros hambrientos. Con esto seguro su credibilidad y espíritu revolucionario dentro del arte quedaría fuera de toda duda. “La obra que se vuelve sobre sí misma y devora a su creador” y mamadas por el estilo.


Acá la aclaración (risible) de la galería que presentó el trabajo.

1 comentario:

PVOT?... dijo...

coincido, el estúpido artista me lleno toda la tarde de ayer instantes de miseria y tristeza por el perro por el tipo y en general por la decadencia tan de "moda" hoy en día.
atte érika selene