viernes, noviembre 17, 2006
No uso lentes... ¡chin!
Pedro Ángel Palou (cuya fotografía aparece en este post pixeleada a propósito) es, desde mi consideración, una de las voces más fuertes de la generación de los nacidos en la década de los sesenta. Amén de su pertenencia al grupo del Crack y todo eso, la literatura de este escritor sobresale de entre un grupo de obras que se dedican a cuestiones coyunturales, de interés garantizado o con una artificialidad sospechosa. (No he leído, aún, su última obra, Zapata). La obra de este autor habla por sí misma.
Entrañable para el que escribe resulta sobre todo Demasiadas vidas, una historia de sensibilidad especialísima que se desarrolla en una especie de Comala a la orilla del mar. Buenísima, pues.
Pues resulta que ayer me encontré una publicidad que me llamó la atención por varias cosas: la primera fue que en primera instancia parecía una publicidad del nuevo libro de Palou; después me di cuenta que no, que en realidad era una publicidad de las Opticas Lux; y finalmente, me di cuenta que lo que estaba vendiendo el tan mentado anuncio eran gafas.
Aparecía una leyenda al calce de la fotografía de Palou, una leyenda que rezaba algo como: "Pedro Ángel Palou está usando el modelo de lentes P257 de Givenchy de venta en Ópticas Lux (o algo parecido)". Lo anterior me puso a pensar en varias cosas:
Primero: los que tenemos visión de 20/20 y no necesitamos lentes, probablemente no podamos ser buenos escritores. La mayoría de estos utilizan gafas y se ven bien con ellas (a excepción de Fernando Savater, creo).
Segundo: Si quieres publicidad gratis en la que vendas productos de consumo y al mismo tiempo tu libro, tendrás que entrar a la onda metrosexual para verte bien (que es como Palou se ve, parece realmente un modelo).
Tercero: A los escritores feos nos acaban de arrebatar hasta la oportunidad de tener una buena campaña de medios.
Cuarto: Depresión. Nos vemos.
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5 comentarios:
Ahora sí discrepamos por completo. Pedro Ángel Palou se me hace de lo peorcito del Crack, por mucho. Todos los libros suyos que he intentado leer me resultan ilegibles, igual que el blog que mantenía en el boomeran(g). Se me hace muy pero muy superior Ignacio Padilla.
En cuanto a lo de los lentes, quiero decirte que al menos en persona Palou me parece bastante feo, así que igual los feos si tenemos oportunidad, sino aunque sea como modelos de manos.
Las gafas y los escritores tienen sólo una relación limítrofe; los mejores escritores no usan gafas, sino que son ciegos.
Saludos
Creo que los lentes son una de las sinécdoques más socorridas no sólo en el medio literario sino en el televisivo. Los usan tanto los genios como los tontos. Hoy, ofrezco dos opiniones: La primera nos lleva, por supuesto, a ver en los lentes el viejo ideal del hombre decidido a sacrificar sus ojos por el conocimiento. Nuevo Edipo (después de desquitarse con sus ojos), el lector lleva la marca de su debilidad visual (o su ceguera) para que todos la vean. Yo creo que la imagen del lector y el escritor con anteojos es cada vez menos socorrida. El único punto positivo que encuentro es que cargar libros en los pasillos de las facultades es cansado. Usar lentes es una penitencia más llevadera...Eso si realmente se desea proyectar una imagen esnobista de la lectura y de la literatura. La segunda idea está relacionada con algo muy real, usar lentes es muy incómodo, no importa si son ultraeconómicos o si se trata del nuevo modelo de Armani. Yo simplemente los odio.
Con todo, defiendo la idea de que es rarísimo ver a un escritor anunciando unos anteojos. Eso le quedaba un poco más a Ángeles Mastreta o a Loaeza.
Y si de lentes hablamos, los mejores son los de Woody Allen...
Toda mi vida más o menos recordable he usado lentes. Desde los ocho años. Sin embargo (y aunque yo no lo sabía), jamás he tenido una visión siquiera suficiente. Cuando mis padres se enteraron de eso, tarde, por lo visto, pudieron por fin explicarse por qué yo no pude seguir con la futbolera tradición familiar. Sencillamente, no era capaz de colisionar mis ojos con el tino suficiente como para lograr la tercera dimensión. Además, el hecho de no haberme enterado antes de mi casi-ceguera propició que mi miopía y astigmatismo crecieran de manera desproporcional, de tal suerte que, a los diez años, yo tenía una cantidad de dioptrías capaz de generar en un adulto la operación instantánea pagada por el seguro. Entre otras cosas, el no ver nada me complicaba una acción en particular: leer. Por eso veía (quiero decir: escuchaba) tanta TV. Y por eso hoy, a pesar de dedicarme a escribir, sigo siendo un muy mal lector. Con el paso de dieciseís años, han pasado dos cosas: por un lado, la gente se mofa cuando expreso mi intención (oculta hasta hace pocos meses, pero añeja, muy añeja) de mudarme a los lentes de contacto. "Es mi personalidad", dicen; te ves raro. Y es cierto: mi tabique nasal es cóncavo, mis pómulos deprimidos, y mis ojos han sometido su tamaño al área de las micas. Es decir; yo soy yo y mis gafas. Debo decir que las odio, pero que padecemos juntos un síndrome de Estocolmo-Sabritas. Y, en general, y ya que estamos en la hora de las confesiones, no hay día que pase sin odiarlas un poco más, y sin suponer cómo sería mi vida sin el temor constante de que caigan, se rompan o se pierdan. Sencillamente, mi vida dejaría de ser.
Lo que es más: yo ni siquiera quería ser escritor. Yo quería ser rockstar. Pero, así como los-escritores-usan-gafas, los rockstars, no. Y son pelilargos. Pero el propio cliché lo va sitiando a uno, y ni qué hacerle: you gotta be what you're suppoust to.
De tal suerte que yo no sacrifiqué los ojos por el conocimiento; más bien diría que mis ojos me sacrificaron a mí por no sé qué. Y quien crea que ser la penitencia de un par de lentecitos inocentes es poca penitencia, no tiene la más mínima idea de qué es la diferencia entre snob y esnob.
No nada mas me parece ridiculo su tono literario, ademas es un hipocrita como intelectual ya que se revuelca con el poder estatal con tal de conseguir un huesito. Su ultima obra maestra ha sido destruir a la Universidad de las Americas Puebla por medio de tacticas parecidas a las de la SS o la Gestapo, intimidando a los alumnos, exalumnos y academicos, ademas de utilizar el dinero y el nombre de la uni para comprarse una carrera literaria. Pobre Pedro Angel que vive con la luz apagada
Mira los lentes es una extensión de ceguera ya muchos nacen como los garos ciegos y al paso del tiempo jamás ven mas aya de sus lentes montados en sus nariz de alcaza queso o de talón de gato.
Las gafas son mas enigmáticas; están los alocados modelos de Elton, lo chiquitos de Lenon. los verde y gachos de Victoriano Huerta, lo de carranza chiquitos, los de Obregón salpicados de sangre, dos sucios de Calderón que no ve nada, las gafas pirata de las hijas de Fox, los de piloto del General Durazo, los la doña en el velorio de Jorge Negrete, los grandotes de Ana Bárbara los de el Charro sindical... en fin las gafa hacen un encanto mas que enigmático que gafas usas y te diré quien eres.
Nosotros los listos mostramos nuestras heridas intelectuales por las gafas, los tontos esconden su ignorancia tras de ellas y los débiles las usan para no recibir tantos golpes en sus espantosa cara.
pero la verdad son los estragos genéticos, la mala postura para leer cuando uno es niño los focos de 50 wats, t las pésimas instalaciones educativas donde uno forja a letra y nalga.
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