lunes, agosto 28, 2006

Ángeles en la Ciudad de México


Hacía mucho que no veía algo de Wim Wenders, a pesar de que recuerdo cada una de sus cintas con un dejo de nostalgia de carrera de comunicación. Lo último que recordaba haber visto era Buena Vista Social Club, un bullanguero documental sobre los ruquitos cubanos que obtuvieron la fama y la fortuna unos cuantos años antes de morir (más vale tarde que nunca). En fin.
          Resulta que el fin de semana, por quién sabe que extraña y ajena fuerza de este que escribe, me encontré introduciendo el DVD de Las alas del deseo y también sin darme cuenta me lo aventé así nomás porque sí. Hermosa película. Poética, sin la carga cursi que suele acompañar este adjetivo. El argumento, pero más que el argumento la forma en cómo los, en apariencia triviales y en realidad profundos, conflictos que nos suelen atormentar son en realidad la marca de nuestra humanidad. Objeto ésta de la envidia de los inmortales. Ángeles que sobrevuelan una ciudad de Berlín derruida por la memoria histórica y por un sentimiento de culpa que en aquellos años ochenta era harto comprensible en esa sociedad avergonzada de su pasado nazi. El blanco y negro combinado con una fotografía a color saturada de colores brillantes, le otorgan un dinamismo a esta cinta que se extraña en otras del mismo autor, como Paris, Texas y The end of the violence, estas dos en tierras norteamericanas.
          Bruno Ganz en su papel de envidioso inmortal se encuentra genial mirando a través de los pensamientos de los peatones que se cruzan por su camino. Mirar que la mortalidad es un don, nos hace pensar dos veces antes de quejarnos. Mirar que la esperanza es una de las cuestiones más humanas, nos hace acordarnos de cosas tan etéreas como la fe. Recordar que podemos seguir creyendo nos otroga cierta aura divina. Texto para reflexionar que, inexplicablemente sin explosiones, efectos especiales o escenas sexuales, logra atrapar al espectador en una escucha permanente de sus propios pensamientos. Genial.

1 comentario:

Claudia Salcedo dijo...

Una hermosa pelicula sin duda, y un gran ejemplo de como los remake de Hollywood puede hacer cursi y sosa una buena historia, pero que se podía esperar de un titulo tan obvio como un ángel enamorado, teniendo además a la melosa de Meg Ryan como protagonista.
Y como bien apuntas, hace pensar en lo envidiable que puede ser nuestra condición mortal con todos sus dolores, olores, fluidos y demás.

saludos