miércoles, diciembre 29, 2010

Los diez libros que más disfruté este año (en orden mnemotécnico, o sea, como me vinieron a la memoria)


Eros: la superproducción de los afectos de Eloy Fernández Porta
Un ensayo más que disfrutable y absolutamente contemporáneo. Fernández Porta teje un entramado de interpretación cultural en el cual caben todos los referentes posibles, tantos los de la alta cultura como los de la denominada cultura pop. Ensayo en el más abierto y experimental de los sentidos: se incluye la revisión histórica, tanto como la ironía casi agresiva, así como la prospectiva informada. En sus páginas se encuentran referencias a fenómenos culturales como Family Guy, Dr. House, Lady Gaga, Los planetas y demás parafernalia mediática. Todo para argumentar alrededor de una idea inquietante: el amor es hoy, más que nunca, una cuestión que juega en la bolsa de valores y tiene, más que nunca, la posibilidad de ser tasado de manera casi exacta en valores monetarios corrientes.


Historia escrita y La Habana en un espejo de Alma Guillermoprieto
Este año descubrí de manera agradable a una escritora/periodista cuyas reflexiones en torno a la historia latinoamericana y sus personajes resulta por demás interesante. Con un pie firme en la propia experiencia vital, Guillermoprieto consigue construir collages más que efectivos a partir de sus crónicas escritas para medios internacionales y que, al ser publicados como libros, adquieren una consistencia que refiere a un proyecto de reflexión consciente y meditado. Por sus páginas se pasean ufanos personajes/personas/mitos que aparecen en una dimensión tan cercana que se antoja el tocar eventos que han sido contados de diversas maneras, pero a los que la autora consigue un tanto desvelar de su dimensión mítica: el Che, Eva Perón (o su cadáver), el subcomandante Marcos, Fidel Castro y una crónica más que interesante sobre Mario Vargas Llosa en sus épocas electorales, con todo y el “asquito” que le daba tener contacto con los peruanos más jodidos.


Gel azul y El estruendo del silencio de Bernardo Fernández “Bef”
Tiempo de alacranes me volvió fan absoluto de Bef, su volumen de cuentos El llanto de los niños muertos me dio más claves acerca de porqué me agrada tanto su narrativa. Una de las razones es su capacidad para no “huir” de los referentes inmediatos de su realidad. Es decir, Bef escribe ciencia ficción (en muchas de sus variantes: ucronías, ciberpunk, et al.) sin tener que recurrir a mundos exóticos o ciudades europeas. Sus historias ocurren en México. Un México transformado por el paso imaginario del tiempo, pero que refleja el sentimiento de época del México que habitamos cotidianamente. Así, ladrones de miembros amputados en un futuro en donde la vida virtual es más atractiva que la vida “real”, se combinan con una élite de empresarios japoneses que han dominado el mundo (o el capital, que es casi lo mismo), pero cuyo máximo líder tiene como segundo nombre Cuauhtémoc. Desde el género que domina con suficiencia y desde la trinchera que ha decidido ocupar en el medio literario mexicano, Bef es, creo yo, uno de los autores más transgresores y cuyas obras tienen más profundidad que sus tramas avasalladoras y eficientes.


El último lector de Ricardo Piglia
Un conjunto de ensayos de uno de los autores que ha alcanzado, con justicia total, uno de los lugares privilegiados dentro del canon de la literatura latinoamericana. Tal vez suene sacrílego o ignorante, pero la parte que más me llama la atención de Piglia no es la que tiene que ver con su vena narrativa, sino con su escritura ensayística y de crítica literaria. Y es así como este libro con un título tan sugerente (como casi todos los libros de Piglia nótese el buen tino de los títulos: Plata quemada, Blanco nocturno, Respiración artificial, en fin) desarrolla profundas reflexiones acerca de la lectura y de los caminos que se siguen en torno y hacia ésta. Desde la idea del lector desde la literatura hasta el diario de lectura del Che, Piglia logra crear una narrativa similar a la de algunas de sus obras de ficción, anclada en las citas pero que en la configuración ensayística se vuelven otro(s) texto(s).


Ensayo sobre el subdesarrollo: América Latina, 200 años después de Augusto Zamora Rodríguez
En el año del Bicentenario de la independencia política de varios de los países de América Latina era necesario hacer un alto en el camino y revisar un poco los saldos que la historia fue tejiendo a lo largo de dos siglos en nuestras naciones (o intentos de nación/o territorios geopolíticos). Augusto Zamora logra tejer con un pulso inmejorable, reflexiones que trascienden la memorística o la cronología. Usa la historia para afincar los puntos de debate que atañen a los países latinoamericanos actuales. Temas como la migración especializada, el rezago científico, las diferencias orgánicas entre establishment y oligarquías, las cicatrices que los modelos económicos subsecuentes han dejado en nuestros países, los mecanismos del narcotráfico, el tema de los caudillos, la ausencia de justicia y equidad, son temas que, a la luz de cifras, referencias y documentos de consulta citados de manera inmejorable, nos dan una imagen panorámica de lo que se ha conseguido en América Latina en estos doscientos años y, más importante aún, de lo que no se ha conseguido.


A.B.U.R.T.O. de Heriberto Yépez
Editada en 2005, esta obra de ficción biográfica abusiva y esperpéntica refleja muchas de las características de la prosa de Yépez: conocimiento de cuestiones psicológicas, posibilidad de proyección de éstas a dimensiones colectivas, reflexión profunda y alebrestada de la realidad nacional, tejido fino sobre las relaciones entre política-economía-psique-folclor-identidad. Ubicada sobre/alrededor/dentro de la figura de Mario Aburto (el asesino solitario convicto por la muerte pública de Luis Donaldo Colosio, el candidato del partido oficial en 1994), Yépez teje una narración en la cual los elementos que la componen se confunden en su naturaleza: crónica de los hechos ocurridos en Lomas Taurinas, apuntes biográficos del “maquiloco” magnicida, psicoanálisis del mexicano y radiografía satírica de la dinastía priísta de la década de los noventas. El texto es provocador en más de un sentido y es una de las razones por las cuales su autor tiende a dividir opiniones entre sus lectores (he aquí algo importante: es un autor que ha construido un grupo consistente de lectores fieles, incluso aquellos que lo leen sólo para descalificar sus arrebatos hiperbólicos). Me agrada la provocación, aunque no esté de acuerdo en muchos de los puntos planteados, porque, a fin de cuentas, como menciona René Char en A la salud de la serpiente: “Lo que viene al mundo para no trastornar nada, no merece ni consideración ni paciencia”.


Santa Evita de Tomás Eloy Martínez
La muerte de este periodista y escritor argentino en el presente año me llevó a leer nuevamente esta obra que tiene por igual sus entusiastas y sus detractores. Debo decir que esta vez pude aquilatar un poco más las intenciones y las posibilidades narrativas que el máximo símbolo del peronismo despierta (incluso actualmente, basta mirar las galerías fotográficas en el sepelio de Kirchner), y la manera en que el argentino logró decantarlas. Paseo entre construcción autobiográfica, fabulación artificiosa y trama eficiente, la novela consigue generar el efecto que su título anuncia: la presencia total e inquietante del personaje caudillesco de Eva Perón, ya sea viva como muerta. Porque la historia, sí, como advierte el autor en las primeras páginas, es la historia del cadáver de Evita, pero es también la reconstrucción política (incluso más política que literaria) de la vida de la santa de los descamisados. Mucha de la actitud de los latinoamericanos frente a la historia se refleja de manera inmejorable en esta obra. Tanta eficacia es patente en los elogios de contraportada, tanto de García Márquez como de Vargas Llosa. Escalofriante.


Viento rojo. Diez historias del narco en México de varios autores
Este libro, si bien fue editado en 2004, resulta de una actualidad que no se puede negar en el año más sangriento en lo que se refiere a asesinatos y muertes relacionadas con el narcotráfico. Dos cosas se hacen evidentes en el compendio de textos de autores tan diversos como Carlos Monsiváis, Élmer Mendoza, Jesús Blancornelas o Mónica Lavín, entre otros: por un lado, que la visión y el oficio periodístico, hasta el momento, cuenta con mayores herramientas y eficacia para construir la épica (entiéndase como crónica casi-heroica) del narco que la propia literatura. Es éste una obra en donde los periodistas se lucen con textos claros, directos y llenos de referencias hoy cotidianas, frente a ficciones que se aprecian forzadas, inverosímiles y, en algunos casos, casi como argumentos de video-home ochentero. Si uno quiere entender un poco de dónde viene lo que nos ocurre actualmente, este texto es un buen inicio.

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