martes, diciembre 04, 2007

Monos y más monos



Pensar la forma en que Carlos Monsiváis organizó su colección de arte y manifestaciones populares en su casa o su estudio o su cuarto de triques, conforma una imagen que, tomando en cuenta el tamaño de la colección, da más de un escalofrío. Es por eso que la creación del Museo del Estanquillo en pleno Centro Histórico de la ciudad de México resulta un acierto más que necesario.
          Alejado de la grandilocuencia de los grandes museos de cultura institucional o del, la mayor parte de la veces, asqueroso criterio de selección de los museos de arte contemporáneo, el Museo del Estanquillo presenta las manifestaciones que se han ganado a pulso su presencia en lo que un lugar común inevitable calificaría como el inconsciente colectivo. Aquello que nace, muchas veces, con la intención de convertirse en un producto para ser explotado de manera comercial y, con el paso del tiempo, se convierte en algo que perdura en la memoria de quienes fueron tocados por las ilusiones, el recuerdo o el entretenimiento en su forma más pura.
          Así es como el pasado domingo quedé gratamente impresionado por la exposición que en estos días se presenta en dicho lugar. Un recorrido por dos de los comiqueros más importantes de México: Eduardo del Río, Rius, y Gabriel Vargas. El primero es reconocido como uno de los autores más prolíficos del mundo editorial de nuestro país. Llamado incluso, “la Secretaría de Educación Pública alternativa”, debido a la intención didáctica de la mayoría de sus trabajos. El otro es, simplemente, el dibujante más prolífico del mundo que hace un cruce entre el folletín de monitos y la ilustración periodística.
          De San Garabato a el Callejón del Cuajo es el nombre de la exposición en la que son figuras centrales los dos trabajos principales de ambos autores: Los Supermachos en el caso de Rius; y La familia Burrón en el caso de Gabriel Vargas. Así es como se pasean en la pupila las figuras de tamaño natural tanto de Borola Tacuche como de doña Emerenciana de Tafoya y Lascuráin, junto a don Perpetuo del Rosal, a un lado de Regino Burrón. Está también Reuter Nopaltzin y, el consentido del escribiente, Juan Calzontzin.
          En fin, que una visita a este local de Madero e Isabel La Católica en el meritito Centro Histórico, seguro les arrancará más de una sonrisa.