En El
diosero narra una serie de historias relacionadas con su campo de estudio.
Hay aquí un conjunto de tramas con protagonistas indígenas de México en las
cuales se nota la mirada étnica del autor. Una mirada asombrada que se muestra,
no obstante, condescendiente y, en algunos casos, incluso cursi. Es importante
no perder de vista la época de producción del texto: la década de los cuarenta.
Tal época coincide con la continuidad de construcción de una idea de nación que
el régimen revolucionario había echado a andar y en donde lo indígena alcanzaba
un grado de idealización evidente.
Los cuentos
abordan la manera en cómo la ingenuidad, la mirada ausente de la escala de
valores del hombre civilizado, la victimización recurrente y la sabiduría
ancestral dibujan una versión parcial y maniquea de lo indígena.
A pesar de que se refiere a la desigualdad que tales
pueblos viven, la mayoría de los relatos optan por la revelación de lo
pintoresco y aquello que cuestiona de manera profunda la falsa dicotomía entre
civilización y barbarie, un tópico caro a la literatura latinoamericana en
general. Se nota también un compromiso político con el régimen en turno, además
de una admiración por quienes considera referentes de éste. Un ejemplo de esto
es el cuento “La plaza de Xoxocotla”, una historia en donde la sombra enorme de
Lázaro Cárdenas se cierne sobre una población dada al olvido y en donde el
candidato convertido en presidente llega para hacer realidad sus promesas de
campaña: plaza pública, escuela y agua potable.
En estos relatos está presente la imagen del indio que el cine mexicano de la época de oro se encargó de entronizar en detrimento de la realidad contemporánea de estos pueblos. Esa imagen se volvió totémica y de referencia para los extranjeros que miraban maravillados a México y para los propios mexicanos que creyeron en los relatos que la pantalla de plata les ofrecía.
Para los interesados en revisar otra cara del nacionalismo revolucionario esta obra será muy interesante. Es un libro ligero que cuenta historias de manera sencilla y, en algunos casos, entrañable.
1 comentario:
Sí guta
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