Lupin (Francia, George Kay y François Uzan, 2021) es la actualización del personaje de Maurice Leblanc, Arsene Lupin, a través de la historia de Assane Diop, descendiente de un migrante senegalés quien fue acusado de un crimen de manera injusta y cuyo honor está dispuesto a limpiar. La historia transcurre en París en la época contemporánea, aunque los guiños a la Belle Époque y a la literatura detectivesca es muy evidente, y lo atractivo de la serie.
Lupin es
una serie de entretenimiento puro que se deriva de los folletines del
romanticismo del siglo XIX y que incorpora de manera afortunada las pesquisas
detectivescas de los personajes surgidos en la época y que configuraron el
arquetipo del detective moderno: Sherlock Holmes, Auguste Dupin y el propio Arsene
Lupin. Hay aventuras a granel, misterios, disfraces y una acción trepidante que
exige del espectador una constante suspensión de la verosimilitud. El contrato exige
pasar por alto una serie de circunstancias que, de someterse a examen acucioso,
caerían de manera estrepitosa.
Si se
aceptan estas premisas, lo que tenemos es una historia cuyos modelos son, sin
lugar dudas, El conde de Montecristo de Dumas y los relatos
detectivescos. Acompañamos a Assane en su búsqueda de justicia y en las
peripecias que salva merced de sus artimañas y habilidades. Las partes más
flojas son las partes serias, la justificación del conflicto vital del
protagonista a través del fracaso parcial de la familia que ha construido. Salvados
esos momentos lo que tenemos es un folletín en donde los malos son remalos y el
héroe casi superhéroe.
Entretenimiento
sin complicaciones. No apta si estás buscando descifrar el significado profundo
de la vida o las grandes alturas del relato que te brinde LA revelación.
Palomera, sin más.
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