El conde de Montecristo de Alejandro Dumas, padre
Después de leer la manera en cómo Edmundo Dantés escapa “con los pies por delante” de la tenebrosa prisión del castillo de If, frente a la costa de Marsella, siempre he tenido como pendiente anotado visitar la célebre prisión en la cual el futuro conde de Montecristo obtuvo los conocimientos necesarios del abate Faría para poder enfrentarse al mundo de la realeza del siglo XIX y ejecutar su implacable venganza.
Más allá de que el deseo de pisar la tierra de la isla célebre haya sido despertado por la lectura de esta novela, sobrevive el recuerdo vívido de las afrentas que el buen Edmundo recibió a lo largo de su vida y de cómo, al final de las páginas, vio con amargura cómo se consumaba su venganza.
Germen indudable de muchas telenovelas, el espíritu del folletín cristaliza de manera inmejorable en esta obra. Todos los elementos del culebrón están presentes: la dama en apuros, el pobre humillado, el rico déspota, el funcionario corrupto, el viejito que no reniega de su ideología aunque esté en riesgo su vida, el hijo perdido-recuperado…
Es un gran libro en el que uno de los deseos más perseguidos por los seres humanos en la vida real, desquitarse de los que nos han hecho daño, se resuelve de manera inmejorable. Porque, ¿quién no ha querido, en algún momento desagradable de su vida, desaparecer y regresar como alguien guapo, poderoso y millonario a cobrar cuentas pendientes?
Alejandro Dumas, padre, El conde de Montecristo, México, Porrúa, varias ediciones.
1 comentario:
Un verdadero clásico. Sin embargo, no lo sé, se me antojaría mas los lugares de "Los tres mosqueteros"
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