Adrián Rubí de Adela Palacios
El pecado es evidente, el pecador no. Quien me conoce sabe que no me caracterizo por tener una memoria precisamente privilegiada. Recuerdo que en un curso de algo tan trascendente que también se me olvidó, alguien me regaló este libro que sí se puede juzgar por la portada.
Que la primera edición provenga de 1950 no justifica la cantidad de cursilerías, bobadas y re-construcciones fallidas de la “mujer moderna”, cualquier cosa que eso signifique.
Una novelita aderezada aquí y allá por “poemas” la mar de cursis y fallidos. Creo que es una ventaja que no recuerde quién me lo regaló, si l@ sigo frecuentando, seguro que esta falla en la memoria asegura una relación sin prejuicios. Ahí se las dejo.
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