En Historia e imaginación literaria. Las posibilidades
de un género, Noé Jitrik teje claro sobre uno de los géneros literarios más
populares del mundo contemporáneo: la novela histórica. En este texto, el autor
se propone analizar algunos de los elementos que configuran esa propuesta que
une lo histórico con lo ficticio. Los relatos que mezclan aquellos que se
someten a verificación documental o investigativa y los que surgen de la
narrativa fundada en la ficción.
Conflictos
como el que contrapone en apariencia las nociones de ficción y verdad se
traducen en términos de saber y relato. Es decir, la novela histórica como un
oxímoron que se llena de significado merced a los mecanismos que le permiten
existir. El tiempo, el espacio, las relaciones sociales, el sentido del devenir
y las múltiples interpretaciones del hecho histórico se presentan como
problemáticas que se cristalizan en este género que presenta los hechos “que
ocurrieron” a través de la reconfiguración de los espacios, contextos y
personajes productos de la imaginación del autor.
Ideas
interesantes como el auge de novelas históricas como respuestas a crisis
nacionales de identidad o de proyecto. Jitrik plantea tres antecedentes de la
narrativa histórico-literaria: la literatura isabelina (en particular
Shakespeare y el drama histórico); el enciclopedismo francés (el drama y la
naciente novela); y el Siglo de Oro español (con el objeto elusivo de las
Crónicas de Indias).
Pero, sin
duda, el gran impulso del género está representado por el Romanticismo y su
posibilidad de construcción de personajes que aluden a su relación con ideas
como la patria o la revolución. Será este periodo en que la recuperación de
tradiciones que fundan lo nacional, y que remiten a relatos medievales o de la
memoria de los pueblos, adquieren relevancia.
Una de las
cosas dignas de mención es el esfuerzo que el crítico hace por referir en sus
reflexiones no a un canon europeo como único o central, sino a las conclusiones
que llega al “traducir” esos procesos de creación al ámbito latinoamericano.
Nombres como los de Simón Rodríguez, Manuel Belgrano y Servando Teresa de Mier
aparecen como parte de los antecedentes de la narrativa histórica novelada en
América Latina. En este sentido es innegable el papel que este tipo de relatos
tuvo para la conformación de una idea de nación, e incluso en la configuración
de los arquetipos latinoamericanos, como el gaucho, el indio o el migrante.
Las
reflexiones avanzan hacia adelante en el tiempo hasta tocar manifestaciones más
cercanas como las novelas del dictador o los tratamientos contemporáneos de diversos
personajes y épocas de la historia de nuestros países. Con énfasis en las
dinámicas de representación, Jitrik construye un texto que puede servir de
cimiento bastante eficiente para entender los procesos que han dado como
resultado el intento de construcción de un relato que se muestra, incluso, más
eficiente que las mismas disciplinas históricas desde su rigurosidad académica
en el objetivo de difundir el relato de lo histórico. El problema, siempre, es
la naturaleza de las versiones representadas.
Proceso de
construcción y deconstrucción, la novela histórica, a decir de Jitrik, permite
la introspección y la posibilidad de pensar en el ser identitario a partir de
los modelos, los arquetipos o los traumas encarnados a través de las tramas de
nuestra, hoy en día, nutrida novelística histórica.
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