El fin de semana que concluyó vi
dos películas que me pusieron a reflexionar acerca de una cuestión que vivimos
de manera cotidiana: la oposición aparente entre las vocaciones profesionales y
las aptitudes familiares. Esto es, situaciones en donde una persona tiene que
decidir (y decide) acerca de qué es lo más importante en la vida: los sueños
profesionales o personales que se trazó desde siempre, o la devoción y atención
que su familia requiere.
La
primera de esas cintas fue Kon- Tiki
(Joachim Rønning, Espen Sandberg, 2012), la cual narra la historia de la
expedición que el explorador Thor Heyerdal llevó a cabo en el intento por
demostrar una teoría que, en apariencia, resulta descabellada: los indígenas
peruanos, a bordo de balsas de madera, colonizaron la Polinesia. Así que
conforma un equipo de no muy hábiles marineros para llevar a cabo tal misión.
Una historia bien contada, emocionante, con una linda fotografía, que mantiene
la atención del espectador de principio a fin. La nota agridulce lo constituye
el hecho de que su mujer, convencida de que nunca cesarían los riesgos y los
viajes para Thor, decide separarse de éste.
La
otra fue Flash of Genius (Marc
Abraham, 2008), que nos expone el caso de un profesor de ingeniería en
electrónica, Robert Kearns, a quien la Ford Motor Company le roba el diseño de
un mecanismo que hoy parece trivial, pero que tiene importancia fundamental en
los automotores actuales: el mecanismo de frecuencia intermitente del
limpiaparabrisas. Después de ser despojado por la multinacional, el ingeniero
se dedica doce años a preparar un caso que obligue a la Ford a restituirle los
créditos de autoría que le robaron. Lo consigue, pero el precio que tiene que
pagar es la pérdida de la mujer con quien engendró a seis hijos.
En
los dos casos vemos cómo hay una tenacidad implacable con tal de hacer valer
una visión ética sobre el papel que nos toca vivir en el mundo. Thor no se
resigna a que le digan que está equivocado en sus conclusiones antropológicas y
se lanza, prácticamente a la deriva, a obligar al mundo académico a tragarse su
incredulidad y burlas. Kearns, por su lado, hace valer los principios que
menciona a sus estudiantes en clase: los ingenieros antes de ser tales, son
entes éticos. “Un ingeniero construyó la válvula cardíaca artificial, otro
diseñó los hornos de Auschwitz"; esa convicción lo lleva a derrotar a una de las
compañías más grandes del mundo, a costa de la unidad y felicidad de su
familia.
¿Qué
debería prevalecer en estos casos? El espectador siente empatía por el héroe
aventurero (el caso de Thor) tanto como por el héroe ético (Kearns) y, sin
embargo, tampoco puede pasar por alto la identificación que surge con respecto
de las dos esposas. La conclusión pareciera ser que el amor no es a prueba de
todo y que las decisiones que tomamos, en algún momento, nos pueden poner en
una encrucijada en la cual tengamos que elegir. Esa elección implica una renuncia
a algo que nos define. A estos dos hombres reales los definió la convicción de
no dejar que alguien les dijera que vivían en la mentira o que no eran
coherentes con aquello que pensaban. Las dos cintas son muy recomendables.
5 comentarios:
Correcto: pero que riesgos hay en las vidas de los hombres extraordinariamente comunes
con aspiraciones, tan comunes como morir en su cama y despertar con los ojos abiertos,
disfrutar de aliento del otro aun cuando afuera este lloviendo o el viento borra tus pisadas…
en algún momento Dios en vos y letra de unos de sus profetas dice “quien a tomado el
arado esta obligado a no mirar atrás”, el camino los errores se quedan, una hazaña del perdón
y que hay que perdonar, la riza, la alegría y al amor…
El amor no lo puede todo, pero ayuda es el combustible de la vida…
La de los limpiaparabrisas suelo verla con mis alumnos de Metodología de Investigación. Buena reseña.
No ví la primera, pero sí la segunda. Lo que me pregunté en aquel momento, y ahora me lo refrescaste un poco, es el delgado límite entre la búsqueda de la justicia y la obsesión. Porque el tipo arremete y es arrasado por la causa: la relación con sus hijos, la pérdida de dinero, la separación de esposa y amigos....al final, cuando logra que le reconozcan que el invento era de él (me parece que le importaba más eso que el dinero) lo vemos viejo, cansado. No sé, capaz es posible pensar -saludable, digamos- que como se puede amar a más de una persona en la vida también se pueden producir "muchos" objetos en la vida. Saludos!
Víctor: y sí.
Joel: gracias, morro.
Miriam: la línea, al parecer, es muy delgada. Y la elección no es fácil: al menos yo, entre justicia y salud mental, elijo lo segundo. Qué fuerte, ¿no?
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