Durante dos años de mi vida me dediqué a trabajar una tesis
de posgrado sobre Héctor Germán Oesterheld, el autor argentino de muchas
(muchísimas) historietas. El fruto de ese trabajo lo pueden descargar aquí (clic).
El proceso de
reconstruir la vida, obra y pensamiento del guionista de historietas más grande
de América Latina fue en suma enriquecedor. Una de las cosas que más recuerdo
es la carga emocional que había al ir descubriendo la manera en cómo su vida se
fue entretejiendo a la par de la historia argentina y del desarrollo industrial
de un medio como el cómic. De cómo consiguió desapegarse de las convenciones de
las historietas de superhéroes cuyos dictados dominaban los norteamericanos y
consiguió crear personajes que se caracterizaban por poner de relieve la
naturaleza humana. Así, sin más. Oesterheld inventó una historieta argentina (y
latinoamericana) que, desde mediados del siglo XX, modificó cuestiones que se
suponían superadas o fuera de discusión. El lugar de la aventura, por ejemplo,
es uno de ellos: historias de ciencia ficción que ocurrían en escenarios que
los lectores frecuentaban a diario y no en las construcciones imaginarias que
se hacían de ciudades como Nueva York o Londres. De ahí que la sensación de
lejanía de géneros y de héroes se hubiese, de repente, confrontado con la
posibilidad. Porque eso fue algo a lo que Oesterheld nunca renunció, a imaginar
las maneras en cómo una historia podía cobrar vida sin detenerse a pensar en
los supuestos que lo prefiguraban. Y muchas más cosas.
Lo anterior
viene a colación porque la televisión pública acaba de estrenar una serie que
aborda los últimos días de Oesterheld. Germán:
últimas viñetas se llama el producto que, desde ya advierto, removerá
muchas opiniones y pasiones por algo que es inherente a la vida de HGO: su
militancia política y su coherencia entre vida y obra.
A mí me ha emocionado
profundamente (permitiéndome la cursilería: “casi hasta las lágrimas”). Una
emoción que se relaciona con el hecho de ver cómo un actor hace que esa figura
que hasta entonces había conocido sólo como diálogos de entrevistas “cobre vida”.
El guión es exquisito, los actores bien dirigidos y el arte digno de una
producción cinematográfica. La fotografía, en varios aspectos, me ha
estremecido, sobre todo en los primeros planos que hacen del rostro de Germán (Miguel
Ángel Solá) y en el cuidado que hay para generar el suspenso que el propio HGO
invertía en sus historias.
En los primeros dos capítulos que
están colgados en la página de la televisión pública argentina y en Youtube
aparece uno de sus personajes más entrañables, Ernie Pike. No puedo sino
desesperar por saber si en algún momento aparecerá Sherlock Time o Mort Cinder. Quien es seguro que haga su aparición en algún momento es, sin duda, Juan
Salvo, El Eternauta.
De más está decirles que se las
recomiendo ampliamente. Les dejo aquí los primeros dos capítulos.
Capítulo I
Capítulo II
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