En el artículo final del curso que doy en la universidad
un estudiante mencionó un ejemplo de cómo la ficción que “interviene” la realidad (uno
de nuestros tópicos recurrentes, sobre todo en el último módulo). No se sabe a ciencia cierta cuántos fueron los muertos de la represión del gobierno colombiano hacia los obreros agrícolas durante las huelgas bananeras de principios del siglo XX, pero se comenzó a dar por cierta la cifra que Gabriel García Márquez menciona en Cien años de soledad. De hecho, una de las características
más recurrentes del Nobel colombiano fue, precisamente, ese proceso pendular
entre ficción, fantasía y realidad que caracteriza su obra. Un proceso complejo
que no se puede etiquetar y guardar en las vitrinas del canon si sólo se reduce
a la idea del realismo mágico.
Gabo: la
magia de lo real (España, Justin Webster, 2015) es un documental que aborda
la biografía de García Márquez desde una mirada admirativa, pero que queda
justificada al hurgar un poco en los testimonios y el relato que ofrece. Sobresale,
por ejemplo, el contraste entre las situaciones particulares de éste y sus
coetáneos del Boom, en particular Vargas Llosa y Fuentes, con respecto de
la vida de los primeros años; García Márquez entre la pobreza, la orfandad
relativa y la vida de la provincia rural y los otros dos en las misiones
diplomáticas de los padres o el goce de la vida de clase media en sus países de
origen. Porque, finalmente, ese es uno de los grandes misterios a develar: cómo
un chiquillo pobre criado por la abuela en el ambiente selvático del Río Magdalena
pudo remontar las alturas hasta llegar a ese momento, que también parece mágico
realista, de recibir el Premio Nobel en 1982.
“Lo de
escribir es un hobbie, en realidad yo soy maestro de cumbia”, le dice a
la reina de Suecia cuando ésta expresa su asombro y fascinación por la rumba
que acompañó al proceso de recepción del premio. Frases de esas, anécdotas que
conducen a la incredulidad o a la sonrisa se muestran de manera pródiga en el
largometraje. Vemos desfilar a personajes familiares, a amigos cercanísimos del
periodismo y la literatura, a escritores contemporáneos, al principal biógrafo
del autor quien introduce la duda a ciertos episodios y revela lo que su
trabajo de vida le ha deparado. Vemos su paso por diversos países, sus primeros
pininos en Colombia, su juventud en París como corresponsal, su llegada a México.
Gabo
comparte con Fernando Vallejo la historia de exilio que los hace abandonar su
patria merced la violencia y la virulencia política. Uno de los aspectos poco
explorados en otros recuentos biográficos encuentra aquí un terreno fértil: la
relación estrecha con Fidel Castro y su cercanía con la Revolución Cubana (una
forma de ayudar a sus congéneres escritores y artistas, varios de ellos perseguidos
por el régimen castrista, según algunas de las versiones presentadas), el
testimonio del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán a unos metros del hotel en el
que sobrevivía en Bogotá y la huida que emprendió cuando el gobierno de
derechas de su país amenazó con encarcelarlo por apoyar, según su juicio, a la
subversión guerrillera.
Y, en medio
de todo eso, las historias de inspiración que echaron a andar la escritura de
libros como El coronel no tiene quien le escriba, relacionado con sus propias
penurias económicas en Europa; El amor en los tiempos del cólera, una
historia con final feliz (decía de manera juguetona: “Voy a poner de moda los
finales felices”) que refleja la historia de sus propios padres; Crónica de
una muerte anunciada, como la historia verdadera de la tragedia de uno de
sus amigos de la juventud; Noticia de un secuestro, su aportación a la
crónica periodística que aborda los años terribles de dominio del narco en su
país.
Es un documento
que, sin ser magistral, revela diversos aspectos que para los neófitos o los
enterados a medias serán sorpresivos. Es una muestra también de que la poética
de García Márquez (esa que ha sobrevivido tantos parricidios) no es sino el reflejo
de lo que fue su propia vida. Está en Netflix.
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