De la galería de frikis que nos ha
mostrado en la pantalla el, ya a estas alturas, monotemático y
repetitivo Tim Burton, pareciera que Barnabas Collins es uno de los
más desabridos. Su más reciente cinta, Dark Shadows, está
plagada de los elementos de ambientación, los personajes y efectos
visuales que le caracterizan como autor: la casa embrujada llena de
pasadizos, los fantasmas etéreos que mudan de angelicales a
terroríficos, los niños que vagan por esos escenarios como genios
incomprendidos (timburtitos), los familiares amorales y patéticos,
la mujer fatal de pechos prominentes, las referencias humorísticas a
la cultura pop y, sobre todo, su insistencia en presentar a un
outsider como héroe de un romanticismo que ya pinta más cansino que
su Alicia en plena pubertad.
La
historia está basada en una serie televisiva de los años setentas
que tuvo una relativa trascendencia en términos de público, pero
que creó una serie de seguidores que la convirtieron en un relato de
culto. Entre esos admiradores están el propio Burton y un Johnny
Depp que ha declarado que de niño ansiaba crecer y convertirse en el
personaje que encarna en la peli: Barnabas Collins.
La
trama aborda la historia de este personaje, un hijo de emprendedores
ingleses en los Estados Unidos del siglo XVIII, que, al rechazar el
amor de una bruja, es condenado a ser enterrado vivo y a convertirse
en un vampiro. De tal manera que, por accidente, es revivido en
plenos años setentas del siglo XX en el pueblo que sus padres fundaron y que en
ese momento se encuentra en poder de la bruja autora de su maldición.
Y de la ruina de su familia, habría que añadir.
No hay duda de que se adoran. ¿Y el espectador qué culpa?
Y es
aquí en donde la historia comienza a desarrollarse con tantas
subtramas que no se augura más que una incompletitud y superficialidad
en la mayoría de ellas. Ni el misterio de la madre en fondo del
océano, ni el del padre de la niña rebelde-mariguana-rocanrolera,
ni el misterio detrás del nuevo interés romántico de Barnabas se
desvela. El espectador sospecha y nunca confirma la veracidad de sus
sospechas. La historia central, esa pugna entre el vampiro y la bruja,
devora las demás historias y no permite que los otros personajes
terminen de desarrollarse. Probablemente el que más resiente esto
sea la matriarca de lo que queda de la dinastía Collins,
interpretada por una hermosísima Michelle Pfeiffer, quien carga con
la responsabilidad de una casa que podría convertirse en uno de los
elementos fundamentales del filme, pero que nunca logra consolidar
tal posibilidad.
Incluso
el humor “raro” de los filmes burtonianos, y uno de sus elementos
más recurrentes, sufre aquí al apoyarse en cuestiones obvias y
superficiales: la descolocación de Barnabas ante una época que no
es más la suya, los clichés asociados a la idea del vampiro, la
sexualidad desbordada y potentísima que se manifiesta en el coito
consumado entre la bruja y el vampiro. Más allá no hay gran cosa.
El trailer.
Dark
Shadows es una película hecha
para el divertimento, para tragar palomitas y para seguir rindiendo
tributo a una asociación que por su propio bien debería de terminar
(Burton/Depp). Quienes asistimos a ver la cinta esperando algo
similar a Edward Scissorhands, o
Mars Attacks!, o, en
la falta de expectativas, a Sweeney Todd, salimos
totalmente defraudados. Quienes van queriendo reírse un poco,
asombrarse con la excentricidad vuelta estilo o confirmarse como fans
de Depp, la pasarán de maravilla. A mí me arrancó dos bostezos y
medio. Sólo me animé un poco cuando el gran Alice Cooper aparece
echándose una rolita. El resto fueron sombras nada más.
"Conocí a una Alice Cooper".
2 comentarios:
entonces si la pasaste muy tenebrosamente? jeje
El amigo Silverio dice en su cuenta de twitter @silverionr que los mismos que van a ver las películas de Burton son los mismos que votaron por Peña Nieto. Me imagino que debe ser por su estancamiento en un género que por él mismo ya fue muy explotado y aburre.
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