La pareja perfecta existe, sólo es cuestión de buscarla y elegirla con cuidado. No es cierto, bromeo. Aunque la pareja perfecta no existe, sí existe aquella persona con la que podrá llegar a acuerdos sin mayores contratiempos. Lo siento, bromeo nuevamente. Pero no ponga esa cara, que es muy probable que ya tenga en casa a la persona perfecta para usted y lo único que necesita es un poco de tolerancia y paciencia. Qué bueno que ya captó la dinámica de esto. Pero tampoco se ponga cómodo que esto no es cosa de risa. Ahora sí hablo en serio.
Luis María Pescetti (Santa Fe, Argentina, 1958) es, con toda seguridad, uno de esos especímenes casi extintos en este planeta. Hombre renacentista que por igual se dedica a la locución que a la composición que al teatro que a la literatura que a la autoayuda. Epa, lo último como que no cuadra en nuestra noción cuadriculada de lo que los textos motivacionales y pseudopsicologistas nos han enseñado, a lo largo de las décadas, que son. Y, sin embargo, Pescetti ha escrito un libro de autoayuda que es una parodia que es un tratado que es una ficción que es un ensayo que es humor. Un humor fino. De ese al que hay que estar atento porque si no, al primer descuido, salta, muerde e infecta.
Ámame eternamente, y vamos viendo es un texto híbrido que se aleja de la prescripción y se funda en la descripción densa. A lo largo de sus páginas acudimos a una descripción progresiva de la manera en cómo una pareja se convierte en ese ente horroroso que puede llegar a ser pero que, como todo buen Frankenstein, tiene un corazón que se derrite de ternura. Es este libro un tratamiento ligero de un tema por demás universal y manido: el amor. Y más que el amor, la manera en cómo los seres humanos persiguen, en Occidente, la realización de sus manías monógamas. Apunta, por ejemplo, el decálogo a seguir para la primera cita:
Luis María Pescetti (Santa Fe, Argentina, 1958) es, con toda seguridad, uno de esos especímenes casi extintos en este planeta. Hombre renacentista que por igual se dedica a la locución que a la composición que al teatro que a la literatura que a la autoayuda. Epa, lo último como que no cuadra en nuestra noción cuadriculada de lo que los textos motivacionales y pseudopsicologistas nos han enseñado, a lo largo de las décadas, que son. Y, sin embargo, Pescetti ha escrito un libro de autoayuda que es una parodia que es un tratado que es una ficción que es un ensayo que es humor. Un humor fino. De ese al que hay que estar atento porque si no, al primer descuido, salta, muerde e infecta.
Ámame eternamente, y vamos viendo es un texto híbrido que se aleja de la prescripción y se funda en la descripción densa. A lo largo de sus páginas acudimos a una descripción progresiva de la manera en cómo una pareja se convierte en ese ente horroroso que puede llegar a ser pero que, como todo buen Frankenstein, tiene un corazón que se derrite de ternura. Es este libro un tratamiento ligero de un tema por demás universal y manido: el amor. Y más que el amor, la manera en cómo los seres humanos persiguen, en Occidente, la realización de sus manías monógamas. Apunta, por ejemplo, el decálogo a seguir para la primera cita:
Las diez promesas del autocontrol
1. Cuando conozca a alguien, primero le preguntaré el nombre y luego el teléfono, en ese orden.
2. Si llamo y no hay nadie, dejaré pasar 15’ antes de volver a marcar.
3. Si no la encuentro, no seré agresivo con la persona que me atienda.
4. No bloquearé su línea con mis llamadas.
5. Cuando la encuentre, hablaré sin gritar.
6. Haré una cita para otro día, nada de: ¿Quéstáshaciendotecaigo!!!
7. No haré más de cuatro llamadas diarias para confirmar si irá a la cita.
8. El día de la cita me acercaré caminando y no corriendo, sin llegar muchas horas antes.
9. Le sonreiré sin hilitos de baba.
10. Tendré mis ojos con ambas pupilas dilatadas del mismo tamaño y pestañearé. (pp. 27-28)
El lector se encuentra pronto atrapado en esa vorágine de chistes, diálogos maritales, leyes y sentencias, falsos testimonios y demás elementos que el autor utiliza con tino y sin que el tono o la intensidad del texto decaigan. Es un libro que genera esquizofrenia: de sonrisas cómplices a sonrisas congeladas, de carcajadas impúdicas a silencios incómodos, de asentimientos inconsciente a los “ahora caigo”. Pensar, por ejemplo, en las señales de alarma de que algo no va a funcionar… pero no las pelamos:
Ley de Makovsky
• Cuando ocurrió algún detalle preocupante, nosotros mirábamos para otro lado.
• Cuando ocurrió algo preocupante y lo vimos, nuestro sentido común miraba para otro lado.
Ley de Abrahamson
Si las evidencias son preocupantes, destruya las evidencias.
Observación de Claudina
Nuestra mente tiene un delicadísimo sistema que filtra toda la información y nos advierte de un posible peligro, y otro delicadísimo sistema que filtra esa información y nos previene del peligro de advertir ciertos peligros.
Comentario de Spiller
Lo esencial es invisible a los ojos y lo evidente es invisible al sentido común.
Agregado de Lucía al comentario de Spiller
El sentido común es impermeable.
Consideraciones de Usandivaras sobre la detección de problemas
Para detectar un problema a tiempo hay que tener presentes dos cosas esenciales:
• La primera es que las cosas graves se presentan bajo la apariencia de detalles.
• La segunda es que los detalles pasan inadvertidos.
Octava ley de Ferro
Autohipnosis le gana a pérdida. (p. 67)
El mensaje del libro es claro: no hay una fórmula infalible para sortear esa cosa rara que es el amor, sobre todo si se combina con esa otra cosa más rara todavía que es la naturaleza humana. Todo se trata de una cuestión de mantenimiento constante, de voluntad, de destierro de la pereza, de autoestima, de comprensión del otro, de cuentas transparentes. Todo esto último, claro, es una broma.
Fórmula de Guelar
La felicidad de una pareja está hecha de un 20% de comprensión, de un 40% de amor, de un 25% de amistad y tolerancia, de un 30% de atracción, de un 16% de buena suerte, de un 50% de diálogo y de un 20% de voluntad de ayudar al otro. (p. 144)
Luis Pescetti, Ámame eternamente, y vamos viendo. La pareja contada para principiantes, México, Grijalbo, 2009.
2 comentarios:
pues este si me lo leo--- la reseña divertida me encantó.
te ha contagiado...
:)
:D Qué bueno que te gustó. Y sí, es muy divertido el texto, sobre todo si tienes referencias de cómo Pescetti utiliza la palabra en sus shows y cosas así. Pero si no, tampoco es una gran pérdida.
Saludos.
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