Maten al león de Jorge Ibargüengoitia
No tuve que pensar demasiado en el autor que habría de poner aquí. Sí pensé, en cambio, la obra que hiciera justicia a la obra completa de este escritor. Porque Ibargüengoitia supo plasmar en sus libros aquello que contradice a gran parte de la producción literaria de América Latina: ésa que se asume solemne, trágica, “producto de su propio drama”. Ibargüengoitia toma esos presupuestos y los anula. Así, se permite hacer mofa de la política, la historia, la religión, la sexualidad, la academia, los héroes, los próceres, la corrección política, el discurso nacionalista, las falsas y temporales deidades simbólicas.
En Maten al león uno se encuentra el contrarrelato de la novela de dictadores que autores como Vargas Llosa, Roa Bastos o Asturias llevaron al cúmulo de la exposición de horrores y tragedias. Ibargüengoitia también lo hace, pero para esto se vale de la parodia, la hipérbole y una capacidad tremenda de observar los elementos que caracterizan a esos caudillos eternizados en el poder. Resalta también la manera en la cual construye los nombres de sus escenarios y sus personajes: en este caso la historia ocurre en la República de Arepa, una isla circular en donde sobreviven mulatos e indios guarupas bajo el dominio de la aristocracia a la vez tirana que completamente patética. Incluida la oposición “progresista”.
Es así como esta novela utiliza el humor para hablar de los métodos utilizados en todas las dictaduras latinoamericanas del siglo XX: la delación, la tortura, las componendas políticas al interior y la vendimia patria con interés personal hacia el exterior. También pone en evidencia la falta de proyecto que las fuerzas opositoras de esos regímenes solían tener, a saber, un pueblo de conspiradores que no saben a ciencia cierta que harán con el poder cuando lo adquieran. El final de la novela es uno de los más poéticos (sin dejar de ser cómico) de los que se han escrito en las historias de dictadores. Y sería una gran invención cómica, si no fuera porque está basado en el caso real del asesinato de uno de los más célebres tiranos centroamericanos. Una novela tan divertida no se merece esta reseña tan aburrida. En fin, que no todos nacen con el don. Ibargüengoitia sí, y mientras vivió lo compartió con creces.
Jorge Ibargüengoitia, Maten al león, México, Joaquín Mortiz, 1984.
1 comentario:
¡Este suena muy bien para ser el primero de los que recomiendas que voy a leer!
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