Gaijin de Maximiliano Matayoshi
No es un diario de viajes, ni una crónica puntual de algún viajero famoso que relata sus impresiones acerca de las nuevas tierras que va descubriendo. Es un libro que narra un viaje. Un viaje forzado por la guerra. La peor de todas: aquella que destruye no solamente las ciudades y los cuerpos humanos; sino también las almas y la esperanza de los que nunca pidieron ser parte de la muerte.
Gaijin quiere decir, en japonés, extranjero. La novela narra el viaje que un adolescente emprende desde Japón, en el contexto de la segunda posguerra, hacia Argentina, un territorio que recibe la inmigración japonesa que el Oriente empuja a partir de la invasión norteamericana en islas como la de Okinawa. A través de los ojos de ese adolescente (más incompleto que nunca: despojado de su tierra, su familia, sus amigos), el lector atestigua el otro lado de la inmigración: aquella de los que llegan al lugar en el que se convierten en completos extraños. La discriminación que ese inmigrante sufre lo llevan a negar su identidad, a querer igualarse a sus camaradas argentinos, a descubrir que palabras como “chino”, en su expresión más genérica, es un insulto que no hace diferencia de nación ni origen.
El autor ha dicho que su novela es, en realidad, la recuperación de la memoria de la historia verdadera de su padre: un inmigrante japonés que llegó a Argentina en 1951 y se estableció con su familia en ese lugar. Después de 16 años, el padre retornó a su isla oriental. Lo que no ocurre con el protagonista de la historia de Matayoshi. Es una novela que hace al lector percibir sensaciones múltiples y lo hace descubrir que la ternura habita en todos los seres. Incluso en aquellos que vienen de fuera y que nos negamos a reconocer.
2 comentarios:
Suena a como que ya lo quiero leer. Una vez leí un estudio sobre cómo manejaba la prensa argentina el asunto de la inmigración y migración nacional. Hacia el interior, en lo referente a inmigrantes europeos o norteamericanos, nunca se les llamaba inmigrantes, sino "empresarios, científicos, negociantes". En cambio, a los de países limítrofes, siempre se les llama "inmigrantes"...en el caso de los "chinos", siempre se hace énfasis en su status legal o ilegal. Sobre los argentinos en el exterior, se les refiere más bien como una comunidad, sin poner en relieve si son legales o ilegales, letrados o no, indicando como si hubiese una acción benéfica del aporte del cultural argentino hacia el exterior, del que siempre hay demanda. Es increíble como la ley 2003 de inmigración renovó por primera vez la legislación migratoria impuesta por la dictadura; pero lo más increíble es que el esquema mental de nuestros pueblos latinoamericanos se quedó anclada en el autoritarismo y racialismo al más puro estilo decimonónico.
Ciertamente se antoja...
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