Cuando el general Pinochet entró a la Clínica de Londres, el memorable día de 1998 en que la justicia española lo reclamó a juicio, no sabia él que se trataba de un hospital de lunáticos. En el jardín interior vio a unos señores ingleses que paseaban en silencio. Se acercó a uno de ellos, y le tendió la mano:
-Soy el general Pinochet -le dijo.
El otro se la estrechó, y respondió:
-Yo también soy el general Pinochet.
(Providence, abril, 2000)
-Soy el general Pinochet -le dijo.
El otro se la estrechó, y respondió:
-Yo también soy el general Pinochet.
(Providence, abril, 2000)
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