jueves, febrero 28, 2008

Una canción triste




Hay días en los que se antoja escuchar una canción triste, una canción que no necesariamente tiene que ser un blues. Pero podría ser.

Estos días han sido de esos días. En los que me sorprendo escuchando, de repente y sin aviso, las canciones que guardo para otras ocasiones: las ocasiones en las que la algarabía tiene que poner los pies en el piso, nomás para que cuando se desinfle no se descalabre; las ocasiones en que los rones han sido muchos y los besos robados escasos; las ocasiones en que la que te trae de un ala parece preferir a tu vecino el de la voz de pito y la mirada extraviada; las ocasiones en que quisieras gritarle al mundo que has descubierto algo maravilloso, pero que no tiene utilidad práctica; los días en que los sueños se niegan y las pesadillas se agandallan; los días en los que los putos fantasmas que trae uno de ángeles de la guarda, les da por estar chingue y chingue.

Quiero escuchar una canción triste que me ponga en la madre. Que me deje tendido viendo cometas y estrellas fugaces, que me alimente la náusea y el vómito. El llanto y el recuerdo.

La canción que pone entre sus líneas "I'll take a quiet life/ A handshake, some carbon monoxide". O la otra de "Their children hate them for the things they're not/They hate themselves for what they are". Y ya para terminar en el suelo: "I'm tired of fighting/Fighting for a lost cause". Se me antojó una canción triste. Me encanta, a veces, sentir el estómago aguado y el aire insuficiente.

Por eso me encanta, también, la recitación aguardientosa de Armando Palomas cuando en alguna parte de su último disco (doble), Las canciones del estribo, se avienta una joya que a la letra reza: "El corazón no puede mentir, yo sí. Me siento de la chingada. Pregúnteme como".

3 comentarios:

PVOT?... dijo...

LOS AMANTES

París, y esto es un día del 59 en el aire.
Por lo visto es el mismo día radiante desde entonces.
La primavera sabe lo que hace con sus besos. Todavía te busco
en ese taxi urgente, y el gentío. Está escrito que esta noche
dormiré con tu cuerpo largamente, y el tren interminable.

París, y éste es el fósforo de la maravilla violenta.
Todo es en el relámpago y ardemos sin parar desde el principio
en el hartazgo. Amémonos estos pobres minutos.
De trenes y más trenes y de aviones errantes nos cosieron los dioses,
y de barcos y barcos, esta red que nos une en lo terrestre.

París, y esto el oleaje de la eternidad de repente.
Allí nos despedimos para seguir volando. No te olvides
de escribirme. La pérdida de esta piel, de estas manos,
y esas ruedas terribles que te llevan tan lejos en la noche,
y este mundo que se abre debajo de nosotros para seguir naciendo.

París, y vamos juntos en el remolino gozoso
de esto que nace y nace con la revolución de cada día.
A tus pétalos altos encomiendo la estrella del que viene en los meses de tu sangre,
y te dejo dormir en la sábana. Pongo mi mano en la hermosura
de tu preñez, y toco claramente el origen.

Gonzalo Rojas
leí tu blog y pensé que esto iba muy bien...
saludos
érika selene

goloviarte dijo...

te invito a participar con tu blog en mi modesto blog directorio y de votaciones,te conocerán un poco mas http://aquiestatublog.blogspot.com
voy de blog en blog escogiendo los mejores y soy un particular,si consideras que esto es spam,te pido perdón
deja tu blog en el libro de visitas de mi blog,y de paso mira algo de publi,eso valora mi trabajo,gracias

Anónimo dijo...

Hola cara de bola,

Tu tan triste y yo acordandome de ti y de tu sonrisa, de esa, cuando mirabamos el cartel de Sealy.

Te quiero.

Besitos