No acostumbro hablar de música en esta bitácora, entre otras razones porque no me considero un melómano tan informado como algunos otros internautas y eternautas de estos espacios virtuales. Sin embargo, hoy no pude evitar sorprenderme con un disco que, de hecho parece que tiene ya un rato rolando y del cual yo apenas me entero, el You're Speaking My Language de la reina de los sueños húmedos de más de uno: Juliette Lewis.
Después de verla retorcerse y jugar con el micro en Strange Days (Bigelow, 1995) al darle vida a Faith Justin, uno podría imaginarse que sobre el escenario sería una bomba visualmente hablando. Y resulta que sí, y que además de una bomba visual (¡es hermosa la condenada!) es una bomba sonora. Juliette realmente rockea a más no poder. Con una voz que se acerca mucho a la desgarrada postura de Janis Joplin (hablo de la voz), pero que tiene más de punk que de hippie, Lewis se metió realmente profundo en mis orejitas.
Mientras realizaba mi caminata habitual, no pude dejar de sorprenderme por la calidad y la intensidad de Julliette and The Licks. Con riffs de guitarras potentísimos, baterías que obligaban a acelerar la respiración y el paso, y la voz de resaca eterna de la vocalista, me sentí altamente gratificado de haber escuchado a la otrora niña precoz de Cape Fear (Scorsese, 1991).
La niña mala y violenta de Natural Born Killers (Stone, 1994) destila sexualidad y furia por todos lados. Aunque me resistía al pensar que no era más que otra niñita malcriada de Hollywood que pensaba ser cantante, después de escuchar la pasión que emana en este disco, no puedo más que retractarme.
Me entero que ya hay otro disco en circulación (Four on the Floor), que me pondré a buscar inmediatamente. No lo pude evitar. Soy fan.
Después de verla retorcerse y jugar con el micro en Strange Days (Bigelow, 1995) al darle vida a Faith Justin, uno podría imaginarse que sobre el escenario sería una bomba visualmente hablando. Y resulta que sí, y que además de una bomba visual (¡es hermosa la condenada!) es una bomba sonora. Juliette realmente rockea a más no poder. Con una voz que se acerca mucho a la desgarrada postura de Janis Joplin (hablo de la voz), pero que tiene más de punk que de hippie, Lewis se metió realmente profundo en mis orejitas.
Mientras realizaba mi caminata habitual, no pude dejar de sorprenderme por la calidad y la intensidad de Julliette and The Licks. Con riffs de guitarras potentísimos, baterías que obligaban a acelerar la respiración y el paso, y la voz de resaca eterna de la vocalista, me sentí altamente gratificado de haber escuchado a la otrora niña precoz de Cape Fear (Scorsese, 1991).
La niña mala y violenta de Natural Born Killers (Stone, 1994) destila sexualidad y furia por todos lados. Aunque me resistía al pensar que no era más que otra niñita malcriada de Hollywood que pensaba ser cantante, después de escuchar la pasión que emana en este disco, no puedo más que retractarme.
Me entero que ya hay otro disco en circulación (Four on the Floor), que me pondré a buscar inmediatamente. No lo pude evitar. Soy fan.
1 comentario:
que chido, habrá que conseguirse ese material, gracias por la recomendacipn
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