Como resulta que ahora los spots de la AC México Unido contra la Delincuencia son un nuevo compló de las fuerzas oscuras de ex-enano exiliado irlandés, quisiera hacer una reflexión.
Alguna vez ya hablábamos de la tozudez del hoy ex-jefe de gobierno en exilio vacacional, y de cierta ausencia de autocrítica objetiva. No hay forma de contrarrestar las imágenes que la sociedad civil (o parte de la sociedad civil) emite para hacer oir su voz, eso ocurre en una sociedad democrática. No se puede hacer oídos sordos a una exigencia que, al tiempo, se convertirá en la principal plataforma discursiva de nuestros mediocres y harto cuestionables candidatos presidenciales (decía Charles Bukowski en "Los sesentas: los jóvenes, la revolución y la literatura" que además de prohibir los museos pretenciosos y mamones, debería comenzarse por prohibir el nombramiento de candidatos presidenciales tan horrendos, la opción no es opción, votar por Humprey o por Nixon [o por Calderón o por AMLO o por Cárdenas o por Madrazo o por Montiel o por Creel] era como darte a escoger entre mierda caliente o mierda fría).
Sin embargo, la reticiencia del gobierno capitalino obra en su contra al centrar el debate en la situación del DF únicamente. Como si en el resto del país el terror no fuera cosa de todos los días. Yo no me siento completamente seguro en el DF, como no me sentiría seguro seguramente (o más todavía) si tuviera que vivir en Tijuana (donde el narco gobierna la ciudad con completa impunidad), Laredo (donde bazukean, ametrallan, agranadan y balacean las casas de cualquier hijo de vecino), Ciudad Juárez (donde, ojo, son más los muertos que las muertas, aunque lo amarillo venda más), Culiacán (donde el que no está relacionado con el narco lo está con la policía, válgase la redundancia), Los Mochis (ídem), la sierra de Guerrero (donde los cacicazgos y el México bronco van aunados a la impunidad cotidiana), Cancún (donde la nueva oleada de secuestros parece haber encontrado una nueva y jugosa plaza) y hasta San Cristóbal si me lo permiten (donde algún SubComanche-fan extremista me tilde de cerdo burgués y me aplique la justiciera proletaria indígena revolucionaria).
Se están errando los blancos. Los blancos se están poniendo de pechito para que les pongan sus trompadas. El problema de la inseguridad no tiene que ver, en el más recóndito origen, con el número de policía o la eficiencia de las autoridade judiciales de este país. La inseguridad responde a una lógica de degradación del nivel de vida en una sociedad en la que el reparto de la riqueza es de una injusticia evidente por donde se le mire. La inseguridad responde a un sistema putrefacto en el que la corrupción en absolutamente TODOS los niveles están llevando a este país a una encrucijada de tintes cada vez más dramáticos e irreversibles. La inseguridad responde a una lucha de clases (que desde que dejó de enseñarse marxismo en las escuelas dicen que desapareció) que está dejando de ser subterránea para manifestarse de las formas más violentas posibles. Corrupción y pobreza, bomba de tiempo que está condenada a estallar de maneras en las que la predicción, cualquier predicción, se queda corta.
En fin, que en lugar de pensar en cómo reacciona el ahora candidato presidencial de la amorfa (otros dirían diversa) izquierda de este país, deberíamos ponernos a pensar en nuestro papel como ciudadanos, votantes, y, antes de todo eso, como seres humanos: ¿A donde chingados nos dirigimos y quiénes son los putos tuertos que hemos dejado que nos dirijan?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario